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Niego cansada.

—Soy su madre.—corto a Hansel para responderle a él en el mismo tono bajo.—El tiempo ha pasado, y estás confundido.—No me detengo a pensar sí hacer esto está bien o mal en su situación. Pero me obligo a continuar sin perderme de su iris.—Fuí tu esposa y soy la madre de tu hija, Damián.—No es la mejor manera porqué a leguas noto que su malestar aumenta, sin embargo cuando sus ojos se cristalizan más sé que su memoria empieza como mínimo a destellar lo que digo.—Soy Ámbar Murat y ella es Mía Webster.

Libero mis brazos cuando parece que le cae el mundo de manera abrupta sobre la cabeza, mis pies buscan alejamiento dando pasos hacia atrás y él parece no poder respirar e intenta alcanzar el aire por la boca. Su dolor de cabeza parece monumental y reprime un grito que me eriza cada vello del cuerpo al ponerse ambas manos sobra la cabeza en lo que me da la espalda y se aleja aún más.

El tiempo parece relantizarse cada vez que lo veo tan mal, y esta no es la excepción. Cam llega a mí y me rodea con sus brazos intentando alejarme más en lo que Hansel intenta de la misma forma alejar a su amigo, pero Damián no deja que lo toque, y pierdo el sentido auditivo cuando la puerta se abre y aunque todo sucede muy rápido, sigo percibiendolo de manera lenta.

Son el doctor, el enfermero hombre y otra enfermera los que entran apresurados a la habitación. Cerca de la puerta del baño, Damián parece sufrir de vértigo, pero aún así rechaza la ayuda de Hansel e incluso la del personal médico al que le grita que lo dejen pese a que ni siquiera han llegado a él. Las manos en la cabeza se las lleva a la nariz dónde empieza a sangrar de manera masiva, elevando mis nervios a un nivel incomprensible al ver su cuerpo temblar, sus ojos dilatados, sus venas faciales brotadas y tensas...

Como sí su sistema estuviera trabajando de forma tan intensa e insensante que pensar en un colapso es poco.

El médico nos culpa por el estado de su paciente y en lo que prepara una inyección y molesto nos pide salir a mí y a Camerón ya que solicita la ayuda de Hansel para que con el enfermero puedan someter a Damián. Camerón al sentir que en sus brazos mis nervios también me hacen temblar, me saca casi tan pronto como el doctor lo exige, y fuera de la habitación me suelta y me habla recordándome lo malo que es es mi reacción para mis bebés.

Pero no puedo evitarlo y eso me lleva al llanto.

Otra de las enfermeras que estaba afuera con el doctor llega y a ella mi amigo le pide algo de beber pera mí, la chica no se tarda nada, y lo que me toma a mí beberme el té que ella me trajo, es lo que le toma a Hansel los enfermeros y el doctor salir de la habitación, notoriamente tensos.

Camerón y yo nos ponemos de pie mientras ellos se acercan, los enfermeros se van a otro lugar pero el doctor y Hansel continúan hasta nosotros.

—Le suministramos algo para la crisis, no está dormido pero se niega a ver a alguien.—indica el doctor viéndome fijamente.—Por favor, les pido que respeten su petición. Recuerden que cada crisis lo empeora, y sí empeora no podemos regresar a Australia, por ende la cirugía programada se retrasa y cada día de retraso es perjudicial.

Sin más también se marcha, dejándonos nuevamente solos a los tres. Hansel se acarca más y acaricia mi brazo obligandome a mirarlo.

—¿Estás bien?—asiento enseguida forzando una sonrisa.—Sí sientes que algo anda mal, algún dolor o lo que sea, dinos enseguida e iremos al doctor de inmediato.

—Estoy bien, Hans.—susurro y asiente antes de soltar aire y alejarse unos pasos.

Con las manos se echa el cabello azabache hacia atrás y ahí las deja sin quitar la vista del piso.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora