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Damián.

No sé como puedo pasar el aire con tanta tensión e ira. Pensar en el tiempo que llevo aquí aferrado a una idea y descartando con toda mis fuerzas la posibilidad que cabía en la otra, me hace hervir la sangre con la actitud que ha empleado para escupirme en la cara que no es por mí que está embarazada.

Trago saliva con la sensación de que es un nudo de púas lo que tengo en la garganta y niego mirando por mi ventana. «Me está jodiendo» Tiene que estar haciéndolo. A mí me costó discusiones, problemas y casi un año conseguir decirle para tener a Mía, ¿Y en unas semanas con otro se deja embarazar y ya?

—¡Maldita sea!—desato la rabia cuando el teléfono suena por tercera vez después que lo he estado ignorando, lanzandolo sobre el tablero del auto.

—¡Hey!—exclama Hansel al volante y no volteo a mirarlo.—Es tu doctor, cálmate y atiendele.

—Acabo de verle ¿No te has dado cuenta o qué?—contesto sintiendo que no quepo en mí por tanta mierda que traigo dentro.

Respira ruidosamente y pone los ojos en blanco.

—Sí recuerdas que tienes que regresarte ¿No?—pregunta con calma y suelto aire lentamente, volviendo la cara a su lado.

—Lo sé. No te preocupes que no tengo intenciones de morirme sin antes sacarme la rabia.—atajo y alza una ceja, estacionando frente a su casa.

—No tienes porqué estar abrumandote con esto.—expresa y la sonrisa burlona se la quiero hacer tragar con un puñetazo.—Sólo dijo que estaba confundida, no que de por sí y con exactitud el padre era Thompson.

La sola mención me causa dolor de cabeza y tengo que cerrar los ojos con fuerza en lo que me aprieto el puente de la nariz intentando aplacar el malestar.

—Yo sólo digo...—objeta contra mi reacción.—Estás que explotas pensando en una cosa, pero así como puede ser de él también puede ser tuyo. Llegaste diciendo que lo era ¿Ahora porqué la mujer que te odia llega diciendo que no está segura de que sea así vas a creer que no? ¿Tan poca fé te tienes?

Abro los ojos y volteo a mirarlo.

—Es ella la que lleva al maldito niño en el vientre ¿Lo has notado ya?—suelta aire elevando las cejas y dejando de mirarme molesto con mi actitud.

—En fin...—se quita el cinturón.—Sea de quién sea nadie tiene derecho a decir nada; fuiste tú qué por idiota la dejaste, sí su hijo es del imbécil del juez; no tenemos de otra más que aceptarlo.—las ganas de querer sellarle la boca se hacen notar con la mirada que le lanzo, por lo que deja de verme y se encoje de hombros.—Yo sí quisiera que fuera tuyo, pero pues sí no lo es... Sigue siendo de ella.

—¿Y eso que demonios tiene que ver?—ataco saliendo del auto al tiempo que él hace lo mismo.—No puede tener hijos de otro, no puede...

—¡Ahg!—me calla—Tú estuviste a punto de tener uno con otra mujer, y a mí ni me lo contaste.—reclama.—No lo sé amigo...—baja la mirada manteniéndose del otro lado del carro—Sólo déjala en paz, ya ha perdido dos embarazos, y tú la perdiste a ella cuando creíste que era mejor contactar a Violet.—ladea la mirada.—Creeme que me resulta como un ácido Kyle Thompson, pero sea quien sea el padre, ella merece disfrutar esto.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora