54

11.5K 468 348
                                    

************


Ámbar.

—¿Estás segura de que el viaje no te afectará?—pregunta por tercera vez en los últimos veinte minutos.

Tomo aire y niego.

—Ya lo hablé con el doctor, Amelie.—vuelvo a responder—Dijo que podría hacerlo, sino era demasiado ajetreado, e iremos en el jet, y no haremos escala.—explico—También el doctor de Damián, está de acuerdo... Todo está en orden.

Lo sé, lo sé... Sé que no te pondrás en riesgo sólo porqué sí.—suspira—Pero no puedo evitar preocuparme un poco. De todas formas, sí deseas puedo ir con Hansel y llevarte lo que sea que necesitas venir a buscar.

Niego aunque no me ve.

—No es sólo eso, se trata también de que debemos por lo menos presentarnos en la empresa antes de que acabe el bloqueo... Y tengo una reunión con Lucia Evans; irá a verme al llegar a Seattle, es sobre la agencia y la sociedad. Luego de eso, podré volver y estar más tranquila. La última vez salí de la ciudad sin previo aviso y dejé muchas cosas pendientes.

Entiendo, entiendo.—murmura—Supongo que está bien entonces. Tengo muchas ganas de verte, y entregarte lo que no pude antes de que te fueras.

Río entredientes, mirando hacia la ciudad.

—Y yo a ustedes, incluso al insoportable de tu marido.—ríe algo tímida por los roces que ha tenido con él en los últimos días.

Pero por lo menos, lo han hablado y están tratando de limar asperezas.

—Ey ¿Ha vuelto Denisse a casa, ahora que Hansel la ha desocupado?—pregunto debido a que la última vez, supe que ella le había pedido que no volviera a casa, para que no ayudara a su esposo en nada.

Claro.—contesta—Mañana cuando llegues, encontrarás tu casa tan limpia y linda como la dejaste.—bufo divertida, al mismo tiempo que la puerta del consultorio se abre.

Mis ojos quedan contra los de rubio alto, cuando doy la vuelta en la silla, y él entra seguido por su doctor.

—Está bien, Lie. Te tengo que dejar, hablamos luego.—trás su respuesta, cuelgo la llamada y me pongo de pie.

—Todo está en ordén, y el viaje puede hacerse.—repite Street, cuando me coloco a la par de Damián, que rodea mis hombros con un brazo, sólo para tomar mi cara y llevar mi sien contra sus labios.—Sólo necesito que sigan las indicaciones.—asiento sin problema—Muy bien, entonces por favor, firma aquí...

Me pasa el iPad que sostiene, y lo que me muestra es un documento electrónico dónde me hace aceptar que aunque el viaje es permitido y no tiene ningún riesgo, ya que lo han evaluado, se hace bajo mi responsabilidad, absorbiendo a la clínica de cualquier cosa.

Firmo lo que me entraga, y le paso el iPad después.

Él asiente.

—Feliz viaje, entonces.—nos sonríe juntando las manos.—Pero regresen, por favor, para la fecha ya propuesta.

—¿Hasta cuándo vas a repetirnos lo mismo?—inquiere Damián, acercándose al escritorio, de dónde coge mi bolso.—Ya sé que en tres días tengo que estar aquí; no soy un puto niño.

Street toma aire para llenarse de paciencia, y le pido disculpas con una mueca, al tiempo que recibo la bolsa que me devuelve antes de señalarme la salida.

—Hasta luego, doctor.—me despido, saliendo con Damián pegado a mi espalda.

—El jet estará listo al anocher, y el equipaje ya está hecho—se ubica a mi lado, sin quitar la mano de mi espalda baja.—¿Qué te parece si vamos por la niña y comemos fuera de casa hoy?

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora