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Confío en tí.


Ámbar.

Debo reprimir cualquier mal sentimiento y sonreír con los ojos llorosos al tiempo que la puerta se abre y yo me levanto sintiéndome incapaz de seguir simulando que no duele nada todo esto. Me cruzo de brazos y percibiendo el perfume de Hansel me acerco a los estantes con libros.

—Traje...—su voz es pausada, percibe la tensión y no quiere estar en ella así que continúa:—Te traje el desayuno, Ám.—asiento y agradezco en voz baja.

Ambos salimos luego de que una enfermera entra y nos pide salir un momento. Guardo lo que trajo Hansel en el bolso y me quedo sólo con el café.

No vuelvo a entrar a la habitación quedándome en la antesala frente a la puerta de esta, viendo la hora pasar, enfermeros y doctores entrar hasta que las agujas del reloj frente a mí quedan sobre las cinco y treinta y Hansel sale con el ánimo tan decaído como lo encontré al llegar.

—Quiere ver a Mía.—murmura y su voz denota el mismo miedo a despedida que sentí hace horas.

Street sale trás él y agradezco que hoy Violet no lo acompañe a todos lados.

—La cirugía se iniciará en treinta minutos, debemos ir preparándolo y se niega a seguir sin antes ver a su hija.—dice y me mira.—Por favor, que sea rápido no hay tiempo que perder. Ha reaccionado muy bien a todo esto como para acabar sin antes ejecutar.

Se va siguiendo su camino. Hansel y yo compartimos miradas, los nervios y las emociones son realmente palpables, y... Quisiera por todos los medios evitarle este ambiente a mi niña, sin embargo, en su lugar; también pediría lo mismo.

Asiento a Hansel dándole la tranquilidad necesaria de volver al interior de la habitación cabizbajo. Tomo aire profundamente cuando cierra a sus espaldas y salgo del área de habitaciones con rumbo al ascensor. Abajo le pido al escolta que me trajo y sigue en recepción que vaya por la niña lo antes posible, asiente y sale aún cuando afuera sigue lloviendo mucho.

No me voy de aquí y espero frente a las puertas de cristal los diez minutos exactos que tarda en volver el hombre, con mi hija a su lado mientras le sostiene el paraguas y ella se mira pequeñita dentro de la chaqueta roja que trae puesta. Parace que estaba en una siesta pues trae pijamas bajo la chaqueta que la cubre y un moño improvisado que deja escapar muchas hebras en lo alto de la cabeza.

Corre hacia mí cuando me mira, y agradezco al hombre antes de tomarla en brazos y conducirme con ella hacia el ascensor. Le explico un poco lo que sucede sin entrar en detalles para que no se asuste, ella asiente mientras mira el lugar con curiosidad.

—¿Y por qué crees que tiene miedo sí estará menos enfermo al salir?—me pregunta y sin poder responderle me enconjo de hombros con una sonrisa que me llena los ojos de lágrimas.—¿Tú también tienes miedo?

Miro hacia el techo y niego enseguida, para ella soy el significado más grande que tiene de la seguridad. Sí me asusto yo nada tiene solución, así funciona en su cabeza.

Asiente con una débil sonrisa y me toma la cara con sus ojos en los míos antes de besarme la nariz.

Llegando al área de las habitaciones el doctor se muestra impacienciente y me pide esperar para anunciar la llegada, al salir viene con Hansel indicando que esto es mejor que él lo haga solo con quién quiere. Hans se sienta, y él le extiende la mano a Mía que busca mi aprobación para recibirla y asiento diciéndole que la llevará con su padre.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora