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Ámbar.
Amelie ya no está cerca, el juez mira disgustado lo que hacen los niños pero no hace nada al respecto, y repentinamente hastiada soy yo, la que con un palmada certera en la mesa y un regaño, los mando a callar a los tres.
Vuelven a pegar sus espaldas del asiento sin alzar la mirada, Kyle me busca nuevamente, y chasqueo la lengua abrumada y cansada al encontrarlo igual de molesto.
Salgo de la silla sin voltear a mirarlo y voy directamente a dónde está Amelie, robándole en el camino una copa de champagne a un mesero que divagaba con la charola.
—¿Pasó algo?—pregunta y niego haciendo que eleve las cejas sin creerme.
Bebo de mi copa con calma sonriendole a los invitados que ella recibe.
—¿Y Hans?—se ríe.
—Está adentro con Clipson. Dice ahora, que no se sentará en la misma mesa que el juez.—expone divertida y suspiro antes de beber lo que me queda en la copa.
La fiesta no se detiene por nadie, y después de un rato Amelie deja la entrada y se dispone a saludar. Yo hago lo mismo entablando conversaciones cortas con las personas que conozco. Hansel apareció hace un rato, pero acompaña a su mujer en todo momento, evitando ciertamente la mesa que estaba destinada para él.
Su molestia no es conmigo y para dejarmelo claro, presume el Rolex que le dejé a su esposa al entrar.
Los cuatro niños también han dejado la mesa y ahora juegan paseándose por todo el jardín decorado, con los hijos de los invitados que han venido, y detrás del grupo compuesto por un aproximado de diez niños de entre seís y diez años, van las gemelas de Liam, que con tres años y agarradas de las manos, siguen a los más grande como sí eso fuera lo más divertido.
Ignoro a la empleada que va detrás de ellos para cuidarles, y menos abrumada que cuando me fuí, regreso a la mesa dónde ahora se haya el juez solo y hablando por teléfono.
Tomo asiento en la misma silla de dónde salí hace un rato y él susurra a quien se mantiene al teléfono, una despedida antes de colgar y mirarme. Lo miro también y en vista de que no dice nada, alzo la copa y vuelvo a beber.
A lo que me la quita y la deja sin cuidado nuevamente sobre la mesa.
—¿Tienes idea de lo que haces?—reclama y aprieto los labios.—Esto es una mierda y sabes de lo que hablo...
—¡¿Y qué carajos esperas que haga?!—replico en un susurro exaltado.
Y para tener la seguridad de que no volveré a irme me coje de la muñeca fuerte, poniéndola bajo la mesa para pasar desapercibidos ante los ojos de los demás.
—Dime.—reto.—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué obligué a mi hija a verte como su familia?
—Quiero que dejes de actuar ante todos como sí fueras una adolescente que debe mantener su relación oculta o a raya para no molestar a su familia.—espeta molesto, y yo me mojo los labios.—Parezco un idiota sentado aquí solo, sólo porque te molesta un poco de sinceridad...
—¡¿De que sinceridad hablas, Kyle?!
Me suelta, respira y desvía la mirada negando con la cabeza. Luego alza el vaso de whisky que tiene en frente y se lo empina.
Yo me acomodo en mi asiento y abro los labios tomando aire y esquivando la mirada de Hansel que desde lejos nos enfoca con disimulo.
—Eres lo suficientemente mayor, lo suficientemente independiente y libre, como para seguir con miedos de demostrar que estás en una relación con alguien más.—inflo mi pecho y aprieto los labios, pero no lo miro ni pienso en interrumpirle.—Y a mí no me apetece quedarme en el lugar que me pongas, no me gustas que me estés excluyendo, haciéndome menos importante. No quiero ni tengo tiempo para perder, quiero que demuestres que estás en una relación madura y seria, porqué yo no busco otra cosa.
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Mil razones
RandomEra imposible escapar de la bestia, era imposible amar a la bestia; todo esto ella lo rectificó. Cayó en sus agarras y amó estar allí, pero las mentiras dañan, hieren y destrozan. Las mentiras y traiciones hicieron de las paredes sólidas de su amor...