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NPEDM.


Abril, 25

Ámbar.

El sol se asoma por la ventana de mi habitación, y sin moverme de mi sitio reparo el lugar vacío de la cama; el derecho. Siempre el derecho. Siento mis ojos cansados, pero he sido incapaz de cerrar los ojos después de lo de anoche.

Aún siento mi sangre hervir, aún siento el sabor amargo que me dejó el recibir de lleno su imagen acariciandola. Aún oígo mi corazón retumbar detrás de mis orejas, y debo cerrar los ojos con fuerza para seguir manteniendome firme ante su decisión y todo lo que ella conlleva.

«Sí es lo que quiere, está bien» intento convencerme, pero es más el veneno que me ahoga con sólo pensarlo que la aceptación, por lo qué termino quitando las cobijas de mala gana fuera de mi cuerpo, obligándome a no pensar más, resignandome también a qué esté día será fatidico, iniciando porqué no he podido dormir un solo segundo en toda la noche, en un día dónde “descansar luego” no es una opción.

Molesta me deshago del pijama en el baño para luego entrar bajo la regadera, dejando que el agua fría erice mi piel e intente también congelarme el cerebro, pero se hace tarea difícil cuando las imágenes se reproducen una y otra vez en mi cabeza.

Y sí, ya había aceptado su decisión pero eso no quita que verlos de tal forma no duela lo que duele porqué... ¿No se supone qué...? Joder; yo no pude haber confundido las cosas como dice él que lo hice, lo conozco... O eso creí.

¿Por qué de nuevo con ella? ¿Le es tan importante para traerla de vuelta?

Cierro los ojos con fuerza soltando un suspiro, queriendo arrancarme la memoria y olvidar hasta su nombre.

He estado bien todo este tiempo sin él...

Salgo de la ducha cuando afuera tocan la puerta de mi baño. Cojo un albornoz y me cubro para salir después de envolver mi cabello mojado con una toalla.

Camerón es quien me recibe, totalmente listo para salir. Avisa que irá por el traje que usará esta noche con Melissa y Jesserd, en tanto Camille quedará a mi cuidado en casa ya que no tengo planeado salir en todo el día hasta que llegue la hora de ir a la fiesta.

Salgo con él de la habitación, en tanto me avisa que estará fuera hasta medio día aproximadamente, son las siete de la mañana e ir por un traje que ya ha de estar listo, no le tomará mucho tiempo, pero supongo que hará otras cosas ya que sus días en Seattle se acortan. Bajamos juntos las escaleras, llegando al salón principal dónde se encuentra Melissa verificando sus cosas en su bolsa, y en el otro sillón están Jesserd y Mía.

Esta última se encuentra igual de preparada que los Cooper, y enseguida niego cuando me mira y sonríe.

—Quiero ir.— avisa, porque ni siquiera pide.

—Al único lugar al que irás será a tu habitación a terminar las tareas que no hiciste mientras estuve fuera.— ayer estaba tan atontada que ni siquiera le llamé la atención.

—Mis tareas están listas.— alardea levantándose del sillón para hacerme frente.— Mi papá las hizo con el tío Hansel.

Alzo las cejas y Camerón voltea a mirarme para luego negar con reproche, en tanto a Melissa, imaginarse ambos hombres haciendo tareas de primaria, le causa gracia.

—Sube.— impongo con seriedad.

Ni para ir a la escuela se levanta tan temprano.

—¡Mami!— empieza a dar saltos en su lugar y las muecas de llanto no se hacen esperar.

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