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Ámbar.
Decir que las cosas volvieron a ser las mismas después de aquél beso que prometía un fin a la contienda, sería mentir. Damián no está contento conmigo y eso se nota de aquí a china y de regreso.
Sólo ha sabido entender los tiempos; “No es buena idea pelearnos sabiendo que el riesgo es eminente” no quiere que me preocupe, no quiere que me altere... No quiere pelear. Pero es un hombre que no sabe disimular su enojo, y en este momento soy el centro de él, aunque han pasado más de dos días desde que pidió que lo dejáramos estar.
Se ha mantenido serio, pensativo y reniega a casi todo lo que propongo «si es que no me ignora». Sin embargo soy plenamente consciente del esfuerzo que hace para evitar tratarme con indiferencia, por ello evito presionarlo o reclamarle por algo.
«Tampoco quiero pelear».
Hace dos días que estamos de regreso en Australia, aunque el ajetreo de nuestra llegada me hace sentir como sí fueran más días. Street se mantuvo estricto con los tres días que le dió a Damián para volver a la torre, y dado el hecho de que nos retrasó un poco las horas de viaje, casi no nos dejó ni llegar a casa.
Después de aterrizar, a penas tuvimos tiempo de traer a Mía a la casa, cambiarnos e irnos a la clínica. Después del sermón que nos tenía preparado por la tardanza, prosiguió a hacer los estudios que tenía pendiente para evaluar el tumor que queda. A todo este afán, creí que Damián se mostraría algo molesto o receloso ya que no le gusta nada que el doctor se le imponga.
Sin embargo, lo único que hizo fué apurarle más, recalcándole con más vehemencia que antes, que tratara de agilizar las cosas «lo que sabe ahora, lo ha puesto más exigente».
Pero en todo momento evite decirle algo al respecto.
Después de Street, el siguiente doctor al que vimos ese día fué al mío. No sé me despegó, intercambio palabras molesta con el doctor qué con seriedad le recordó que su paciente era yo, por lo que su confidencialidad era conmigo y no con él. Esto lo enfadó más, pero evito replicar para no perder la paciencia.
Por otro lado, durante el chequeo el doctor nos dejó más tranquilo a ambos, al mostrarnos nuevamente a los bebés, mencionar que después de tantas citas, finalmente el peso de los gemelos era el mismo que en la última y que por ello no haría cambios a mi dieta en esta ocasión.
Era una buena noticia.
Al tener completo todo el historial médico desde Italia, que fue la primera cita que tuve, nos explicó que empezarían desde ya a programar cada detalle de la cesárea, al mismo tiempo que me hacía algunas preguntas, sobre pequeños datos que no aparecían en los estudios médicos que le traje de Seattle.
Afortunadamente, fueron detalles minúsculos a los que les tenía respuestas claras... «No podría soportarme a Damián después».
Incluso creo no poder soportarlo ahora.
Pero lo intento.
Lo he estado intentando con todas mis fuerzas desde entonces. Incluso hoy, que desde temprano se desapareció con Mía y el único mensaje que me ha dejado dice: “No te preocupes. Quédate en casa”.
La rabia me toma al recordarlo y termino aventando con rabia, la manta a la que estaba quitándole las etiquetas.
—Aquí están las tijeras, señora. Disculpe.—Murmura la señora que se encarga de la casa, y que ha estado dándome una mano con todo esto.

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Mil razones
РазноеEra imposible escapar de la bestia, era imposible amar a la bestia; todo esto ella lo rectificó. Cayó en sus agarras y amó estar allí, pero las mentiras dañan, hieren y destrozan. Las mentiras y traiciones hicieron de las paredes sólidas de su amor...