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Damián.

—Y luego Harley me puso pestañas.—frunzo el ceño con su rostro a centímetros del mío y una de sus manitas en mi mejilla.

—¿Pestañas falsas?

Se ríe.

—Postizas papá.—me corrige divertida.

—¿Dejó que te colocarán pestañas postizas?—reformulo y borra la sonrisa para mirarme con seriedad.

—No.—puntualiza.—Yo le dije que me las pusieras, mami no estaba.

Abro la boca para objetar pero me calla abriendo los ojos y sonriendome.

—¿Me extrañaste mucho, verdad?—pregunta y sonrío.

—Con todas mis fuerzas.—respondo de inmediato trayendola más contra mí.

Se ríe moviéndose en la cama de tal forma que todo su olor queda impregnado en las sábanas. Pero de pronto se queda quieta y busca mis ojos tomandome el rostro con las dos manos.

—¿Entonces porqué no me llamabas siempre?—mi sonrisa cesa y quisiera contar detalle por detalle el porqué de cada cosa. Sin embargo me cansa de sólo pensarlo.—¿Fue Violet verdad? ¿Ella no te dejó hablame?

Mi silencio le da las respuestas que sola ya se había imaginado.

—Le dije a mi mamá qué te dejara en paz, es por su culpa que ahora Violet te tiene aquí.—se enoja de pronto, sentandose en la cama en un movimiento ágil.—Me dijo que te traería lejos y mira; sí lo hizo, por culpa de mamá ahora eres de ella...

—Yo no soy de Violet, amor.—vuelvo a abrazarla «La extrañé tanto» la traígo de regreso a la cama y no la suelto, creyendo que sí lo hago desaprecerá y me hará tanta falta como en todos estos días sin ella.—No soy de ella, ni de nadie más. Sólo te pertenezco a tí.

La beso y sonríe con lo que escucha, impregnadome de su azul cuando me coge la cara y hace que la mire.

—Es por tu bien.—asegura divertida y río recibiendo los besos que me llenan la cara.

Recuesta sus brazos sobre mi pecho, continuado con el resúmen de todo lo que hizo mientras estuvo lejos. Me habla de Noah y la discusiones entre ambos, también de alguna caricatura divertida que él le dijo que mirase pero me pide que no le diga nada. Evito quedarme mucho tiempo en los momentos que menciona a...

Suspiro ladeando la cabeza a la mesita de noche dónde está el reloj digital; son casi las diez.

Ella ya no trae la ropa que cuando llegó, pidió un baño tan pronto como llegamos y desde entonces no hemos salido de la habitación en la que tomamos el desayuno. Escuché la voz de Hansel una hora después de dejarlo en pista por conspirador, y ahora sus pasos se escuchan por el pasillo junto a los tacones de Violet.

Ninguno se decide a tocar.

Vuelvo a mi hija que sigue hablándome y gira su atención hacia la ranura debajo de la puerta al captar los tacones sobre el piso del otro lado.

Pone mala cara.

—No me agrada.—asevera con las cejas fruncidas en mi dirección.—No me gusta que sea tu novia porqué realmente te ha traído lejos.—vuelve a mirar la puerta y de nuevo regresa a mí.—Tampoco me agrada el novio de mi mamá.—la ira me remueve el pecho...—Ni su hijo, Sheryl no es tan desagradable, pero su padre quiere robarme a mi mamá...

Me muevo dejándola debajo de mí.

—Qué se la quede, somos más felices solos.—digo pero enseguida me pone mala cara.

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora