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Razones.


Abril, 24

Violet.

Me sobresalto por quintianesima vez cuando de nuevo el estéreo retumba por todo el lugar, reproduciéndo una melodía clásica de piano, la misma que segundos después se acalla, porque al parecer tampoco es del agrado de la insoportable mocosa que prueba disco trás disco en el reproductor de la sala de estar, para no hacer más que dar piruetas ridículas con un tutú patético.

Cierro los ojos con fuerza conteniendo por millonesima vez las ganas de ir destrozar el aparato a patadas. Suelto aire y pongo mis ojos de nuevo en los papeles que tengo regados en el escritorio del estudio privado del penthouse. Me muevo alrededor de la mesa, tratando de buscar una solución a simple vista, para algo que con la poca experiencia que tengo, se ve catastrófico, y no augura más que un indignante final.

Siento que mis ojos se saldrán de sus cuencas en cualquier momento, debido al exceso de horas expuestos a la pantalla que estoy usando desde que llegué de la clínica, y los papeles que resguardan los últimos resultados de Damián.

Los que se hizo hace una semana, porqué de allí en más, ha vuelto a mostrarse renuente en regresar a la clínica. Hansel no ha podido convencerlo, y hace algunas horas salió enojado después de que Dami le advirtiera sobre volver a manipular las cosas para que la niña interviniera.

Querida...—la voz del doctor con el que trabajaba en Australia queda al aire cuando de nuevo, una melodía diferente retumba de la nada, traspasando las paredes.

«Maldita niña»

Echo la cabeza hacia atrás, tomando aire antes de sentarme en la silla trás el escritorio.

—Lo siento, doctor.—me disculpo, queriendo tomar al demonio con cara y ojos de ángel y lanzarlo por la ventana de regreso a casa de su madre.

Desde que estoy aquí, Damián parace tener el lugar de la madre cada que hay un divorcio de por medio. Hace tres semanas que estoy aquí, y en ese tiempo la niña está más con él que con ella.

En tres semanas sí hemos follado cuatro veces ha sido mucho, en tres semanas sí hemos dormidos juntos más de una semana, es un maldito verdadero logro.

¿Dónde carajos está la maldita que tiene por madre?

¡Creí que este reencuentro sería diferente y resulta que trabajo más que en Sydney y que encima debo soportar a una maldita cría!

No pasa nada, cariño.—la voz del doctor me saca de la frustración que empieza a convertirse en molestia.—Como te decía; he estudiado lo que me has enviado, y de hecho lo tengo a la mano...—la música cesa, y maldigo porque sé que viene otro sobresalto en algún momento.—Y lo que me muestras es un caso bastante complejo, Violet.

Subo el volumen del altavoz, previniendo el próximo retumbe y sintiendo el peso de lo que dice el médico atosigarme más. Pongo mis codos sobre la mesa, sosteniendo mi cabeza con mis manos.

Estamos hablando de tres tumores, nena.—recalca.— Tres tumores que estarán creciendo con el pasar de los días, y los resultados de los análisis de hace una semana no nos servirá ahora, muchísimo menos en uno o dos meses.

—Lo sé, doctor pero es qué...

Cariño, es obvio que esta persona no quiere ser salvada, y tú no puedes hacer nada sí lo que quiere es no salvarse.—concilia y niego.—¿Comprendes?

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