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Decisión y oportunidad.

Abril, 24

Ámbar.

Estoy ansiosa y he de admitir, desde que empezó la semana lo estoy. También me siento cansada y estresada, como sí hubiera acumulado todos mis problemas en una enorme mochila sobre mi espalda. Estos días han ido de la mierda; trabajo, gritos, reclamos, peleas y molestias.

Tengo a todos contra mí desde la boda de Tristán y Tatiana, y he ignorado todo eso, enfocándome en la maldita fiesta que finalmente se celebrará mañana, en el trabajo aparte de eso, y en prepararme físicamente para Fashion Luce.

Es jueves y estoy en Los Ángeles desde el martes, para no entorpecer así mi trabajo aquí el fin de semana que me dedicaré a intentar arreglar lo que hasta ahora he ignorado, y es mis problemas personales con mi familia.

Porqué ya no hablamos sólo de Damián, ahora Hansel, Camerón e incluso Amelie, no pueden verme sin hacer caras de reproche en el acto.

Todo empieza en la boda de Tristán, dónde me encontré una vez más con el juez al cual no dudé en invitar a la celebración de mañana. En la recepción de la boda, estuvo haciéndome compañía, y al día siguiente accedí a la invitación que seguía en pie desde hace dos años. Después de eso, seguimos viéndonos, ya sea para acompañarme en mi estresante preparación, o correr en conjunto cuando el día de venir aquí se aproximaba.

Deposité en su compañía y el trabajo todo aquello que quiero seguir ignorando, para evitar las estocadas dolorosas al corazón. Sin embargo, mi nuevo amigo no es bien visto por los cercanos a mí; Damián como el buen cínico que es, e ignorando totalmente a la mujer que se folla y duerme en el mismo lugar que una vez yo ocupé, no dudó en estallar en gritos de ira, rompiendo la mitad de los adornos en mi casa, y eso sólo porqué escuchó un mensaje de voz que el juez había dejado en el buzón del teléfono de casa.

Hansel desde entonces no me dirige la palabra, al igual que su amigo que desde ese día no volvió a dar ni señales de vida, enviando a Lennyn el martes en la mañana por Mía. En algún momento quise acercarme al pelinegro y tratar de hacer las pases ¿Pero no era yo quien estaba enojada en primer lugar?, Tiré a la mochila sobre mi espalda esa tarea a medias, recalcandome que yo no debía disculpas por tratar de hacer lo mismo que mi ex, mucho menos a Hansel que nunca se molestó en decirme lo que pasaba.

Por otro lado la molestia y reproche de Camerón y Amelie, se debe exclusivamente al hecho de que no confían en Kyle. Recalcan su actitud en años pasados, dónde buscaba de mi parte una confesión que hundiera al hijo del hombre que mató a su padre.

No obstante, creo sincero el acercamiento del juez, y es qué nunca me ha preguntado nada sobre Damián, y en todo este tiempo no ha hecho más que ser galante y atento, además de divertido. Aporta un aire fresco que me descansa cada que siento no poder más con el peso en mi espalda.

—Lo siento, Ám.—habla Marlene a la altura de mi abdomen.—¿Qué estuviste haciendo? Fueron más de tres semanas dadas para la siguiente sesión.

Se levanta algo enojada y yo quedo confundida en mi lugar.

—Baja de ahí, que me enoja cada que miro el resultado.—objeta tomando mi mano para bajarme de la báscula.

—¿Pero que pasa?—indago ansiosa mientras ella, a las malas va por la cinta métrica con la que rodea mi cintura.

—Dímelo tú.— reprocha interponiendose entre mi reflejo en el espejo de cuerpo completo y yo.—¿Que pasó con esto?— con sus dedos toma la piel que apenas y se despega de mi abdomen plano.—Subiste dos kilos en menos de tres semanas ¡Joder!

Mil razones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora