Capítulo 24

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—Vamos allá —le digo al ver en un parque cerca nuestro, unos árboles decorados con luces. Ella asiente y vuelve a guardar las llaves en su bolso antes de ir.

—¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? —pregunto.

—Solo unos meses. Nos mudamos en Diciembre. ¿Y tú?

—Toda mi vida—digo.

—Yo he vivido en tres ciudades diferentes.

—¿Por el trabajo de tus padres?

—Algo así. Y es mi madre, solo ella. Mi papá no está desde hace mucho.

—¿Él ha....? —dejo la pregunta en el aire y niego —Disculpa, no es de mi incumbencia.

—No, está bien.... Y bueno, no lo sé, se fue cuando yo tenía 7 años, no sé de su paradero desde entonces o qué es de su vida.

—Lo siento Elsa.

—Tú no tienes qué disculparte—dice. Tomo su mano, entrelazándola con la mía.

Llegamos al pequeño parque, las luces amarillas colgando sobre nosotros. Elsa alza la cabeza viendo los pequeños focos resplandecientes.

—En casa está mi abuela y mi mamá... —empieza, no digo nada solo ladeo la cabeza—mi relación con ellas no es muy buena—dice, aún con la cabeza inclinada hacia atrás—Lo que no he podido decirte no es un asunto tan familiar, sin embargo mi madre está involucrada...Adrien también—baja la cabeza, mordiendo su labio inferior. Al instante siento como unas gotas de agua empiezan a caer sobre nosotros—Jack yo...-abre la boca para hablar, duda en hacerlo.

—Dímelo cuando estés lista. Pero quiero que sepas que puedes hablar conmigo incluso si piensas que no voy a entenderlo. Eso lo resolveremos luego.

Ella asiente y su cuerpo se estremece cuando más frías gotas caen sobre sus hombros descubiertos.

—Vamos bajo el árbol —le digo, jalándola, pero ella se resiste.

—No—niega con una sonrisa y frunzo el ceño, confundido —Vamos allá —es ella quien me jala ahora, llevándonos a un pequeño kiosko que está a unos metros de nosotros.

Elsa suelta mi mano cuando sube los pocos escalones y se dirige al centro mientas la lluvia aumenta.
Río cuando da unas vueltas en su propio eje y subo.

Ella toma mi mano y me atrae hacia si.

—Bailemos—pide con una sonrisa y gotas de agua se deslizan por su rostro—baila conmigo.

—No sé bailar—susurro aún con una sonrisa.

—Entonces demos vueltas hasta resbalar—río.

—Podría intentarlo—digo.
Ella sonríe y con su mano agarrando la mía, alza el brazo indicándome que de una vuelta. Lo doy y al terminar hago lo mismo con ella, haciendo que de más de una vuelta en el mismo turno.

Lleva sus manos hacia mis hombros y las entrelaza detrás mío justo dónde termina el cuello y comienza la espalda. Mis manos se dirigen a su cintura. Nos balancemos ligeramente de un lado a otro viéndonos fijamente , sonrío y Elsa lo hace también.

La lluvia se vuelve más intensa, cayendo sobre nosotros en abundancia e impactando fuertemente con nuestras pieles; la platinada estornuda y es cuandotomo su mano corriendo con ella hacia los árboles, aunque se queja sobre que el estornudo no tiene nada que ver con el hecho de estar bajo la lluvia, también ríe y no sé resiste a qué la dirija.

Me detengo bajo un frondoso árbol, cuyas abundantes hojas, evitan que la lluvia caiga directamente y ahora sintiéndola en menos cantidad.

Elsa pega su espalda al tronco del árbol, la tonalidad de su cabello pasa a ser una más oscura debido a lo mojada que está. Ambos estamos empapados. Me paro frente a ella, dejando pocos centímetros de separación entre nuestros cuerpos.

No soy solo una cara bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora