Capítulo 68

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Dejo que mis pies se hundan en la arena al esta tener la temperatura perfecta para no quemar mi piel. Me dejo caer, sentándome frente al comienzo del inmenso mar.

Me quedo unos minutos así: disfrutando de la soledad y tranquilidad con el sonido de las olas de fondo, hasta que siento la presencia de alguien a mi lado. No alzo la cabeza al no parecerme necesario. Mientras la persona se sienta, un olor a vainilla llega a mis fosas nasales lo que me permite identificar a Anna.

—Es bonito ¿no?—ella pregunta en un tono bajo, pero suficientemente alto como para que yo lo escuchara. Asiento sin dejar de ver el hermoso atardecer frente a mis ojos.

Nos quedamos un rato más en silencio, sin la necesidad de romperlo al estar cómodas así. Al menos yo lo estaba y podía sentir que Anna se encontraba igual que yo, a pesar de que cuando voltee a verla segundos antes, en su rostro se veía la sombra de la intranquilidad.

Flexiono mis piernas pegando mis rodillas al pecho, cuando Anna habla yo rodeo las mismas con mis brazos.

—¿Te está gustando estar aquí?.

—Sí—murmuro—¿y a ti?—giro el rostro para verla, ella asiente con media sonrisa.

—Tengo que decirte algo...—empieza. No dejo de verla y alzo mis cejas, indicándole que siga—sé que he sido mala contigo la mayoría del tiempo y quiero disculparme, pero también hacerte saber porqué: Yo...conozco a Jack desde hace mucho tiempo, incluso antes de conocer a Hiccup. Lo conozco desde que aún se comía los mocos y yo lloraba cada que no veía a mamá cerca—ríe ante el recuerdo—a pesar de que Jack cumplía un par de meses antes que yo, yo me creía la mayor, así que siempre le decía que lo había adoptado y que siempre iba a cuidar de él. Fue, es y siempre será mi mejor amigo—levanta su mano derecha hasta ponerlo sobre su pecho—siempre lo tendré aquí, nada ni nadie va a cambiar eso. Cuando pasó lo de Rapunzel la odié y me odié por no haberlo visto venir, por no poder protegerlo—algunos mechones de su cabello se logran zafar de la coleta y se mueven constantemente a los lados de su rostro por el viento —Jack estaba....mal. Muy mal. En los años que lo llevo conociendo, pocas veces se abría completamente, nunca lo había visto llorrar ¿sabes?. Pero, esa vez...fue horrible ver a mi amigo con el corazón roto—baja la cabeza con una expresión de tristeza en el rostro—no podía hacer nada por él. No sabía que hacer, y aunque lo intentara no funcionaba. Después ya no estaba roto, estaba vacío—Anna levanta su rostro y gira su cabeza en mi dirección—a veces yo pensaba que era mejor así, ya no se le veía triste aunque  estaba enojado. Con nosotros actuaba normal, al menos la mayoría de las veces. Pero si lo veías de lejos, o si hablaba con alguien en quién no confiaba justificable o no, notabas ese enojo, ese dolor seco. Después de lo que sucedió con Rapunzel, creí que mi trabajo era cuidar que nadie volviese a hacerle daño ¡vaya trabajo! pero con él y su nueva actitud, sería más fácil. Él también tendría cuidado, protegería su corazón—la pelirroja no deja de verme ni yo a ella—y un día llegaste tú. Y para colmo eras la mejor amiga de—Anna se calla de repente, hace una pausa antes de seguir—de ella. Por fin sentía a Jack volver a la normalidad y tenía miedo que sufriera contigo y por tu culpa, no me agradaste al principio, y desconfiaba mucho de ti; yo pensé que tú sabías lo que Rapunzel había hecho y todavía tenías el descaro de acercarte a Jack.

—Yo no lo sabía—me apresuro a aclarar. Ella asiente.

—Eso lo supe después. Como te decía, desconfiaba de ti, sino podía alejar a Jack de ti, sería mejor mantenerte cerca porque pensé que así podría saber si en algún momento planeabas algo malo e intervenir a tiempo. Ya vimos que hubieron ciertos...problemas.

Desvío la mirada avergonzada.

—Pero después comprendí que nada de eso había sido tu intención. Sin embargo, eso no disminuyó mi molestia. Ahora puedo ver mejor qué tipo de persona eres, como Jack mejoró y que tienes buenas intenciones—ella esboza una pequeña sonrisa—así que quiero disculparme por las veces en las que te ataqué y me distancie sin razón justa ¿podrías disculparme?—le ofrezco una sonrisa similar a la suya y asiento. La sonrisa de Anna se ensancha y la mía en reacción, igual—aprovechando el momento, también quiero decirte que hay otra razón por la que—empieza ella, dejándome intrigada cuando un grito la interrumpe.

No soy solo una cara bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora