Capítulo 56

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Mi sonrisa se ensancha al escucharla y siento perfectamente como mi corazón se acelera.

—¿Soy especial para ti? —ella asiente con la misma linda sonrisa en el rostro.

A la mierda, dejo mis cuadernos a un lado y me acerco a ella. Juntando nuestros labios al instante. Nos separamos por falta de aire  y al recuperarlo reparto besos por todo su rostro. Ella empieza a reír cuando mis manos entran en la escena y comienzo a hacerle cosquillas.

—Tú también eres muy especial para mí—digo y tomo su mano, poniendola sobre mi pecho, justo sobre mi corazón para que pueda sentir la rapidez con la que este late—¿sientes eso? —pregunto y ella asiente sin despegar su mirada de la mía—es por ti. Y solo por ti.

—Jack...nunca me había sentido así con nadie, esta seguridad y amor—su mano libre sube hasta mi nuca y sus dedos se enredan en mi cabello.

—Me siento igual—digo, apretando su mano entre mis dedos al sentir que mi corazón aumentaba su ritmo cada vez más.

—¿En serio?—asiento, ella parece querer hablar pero se detiene un poco dudosa, ladeo la cabeza y ella después de un par de segundos pregunta—¿ni siquiera con—sabía lo que preguntaría, y no tenía que pensar la respuesta. Era más que clara. No.
Ella sigue preguntando, con algo de dificultad, a pesar de verme negando con la cabeza—con...tu ex novia?...disculpa, yo no debería de estarte preguntando estas cosas —sonríe avergonzada y baja la cabeza.

Bajo mi cabeza y encuentro lugar para poder acercarme a sus labios, dejo un suave y largo beso en ellos, provocando con esto que ella vuelva a subir su cabeza.

—Con nadie más, solo contigo—y estaba seguro de mi respuesta.

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Mis padres seguían fuera de casa junto a mi hermana pequeña, ya que ellos salieron a almorzar apenas terminó el colegio. Yo preferí venir a casa para esperar el mensaje de Elsa si es que ella quería venir. Ninguno de los dos era un gran cocinero, estaba claro, pero teníamos que almorzar algo. Entre Elsa y yo, era yo quién lo hacía mejor. Así que mientras yo leía en Internet qué era lo que debía ponerle al pollo para darle sabor, Elsa se encontraba sentada en una de las sillas sin dejar de pedirme perdón por haberme metido en todo ese lío.

—Ya te dije que no hay problema.

—Pero-

—Pero nada. Además ya se dijo la verdad ¿no? Por lo tanto nadie va a pensar ya que yo soy el tercero en discordia o algo parecido.

—Tercero en discordia—repite y ríe—nunca podrías ser ese, pero bueno.  Te ofrezco una última disculpa.

—Deja de disculparte.

—Ya, ya, está bien—siento sus manos rodear mi cintura, abrazándome por atrás—¿Qué estás cocinando?

—Intento hacer pollo a la plancha ¿sabes cómo hacerlo? —dejo mi teléfono sobre el desayunador y giro entre sus brazos hasta quedar frente a frente. Elsa se pone de puntillas para alcanzar mi boca.

—Se escucha fácil—dice entre besos, sus manos suben de mi cintura hasta mi cuello.  Me abro paso en su boca, introduciendo mi lengua para encontrarse con la suya.

Elsa aferra sus dedos en las hebras de mi cabello cuando la hago retroceder y pongo mis manos en su cintura para alzar su cuerpo y ponerla sobre la encimera. Ella abre sus piernas dejandome libre el paso así que me pego a su cuerpo.

La platinada pasea sus manos por toda mi espalda hasta que decide colarlas bajo mi camisa y entrar en contacto directo con mi piel. Mis manos tampoco se quedan atrás al acariciar sus piernas, subiendo de más el  bonito vestido rojo que llevaba puesto. Ese vestido la lucía....corrección, Elsa lucía el vestido.

No soy solo una cara bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora