Capítulo 70

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Cuando llegamos a la casa, Anna e Hiccup nos observan con sorpresa y con mucha razón, ya que nuestro estado era un desastre: yo tenía el rostro con dos evidentes golpes y mi camisa tenía gotas de sangre, junto a mis nudillos lastimados mientras en el rostro de Elsa aún se notaba el rastro del llanto y ambas rodilla estaban heridas.

Elsa se encarga de darles un resumen de lo sucedido, Hiccup la abraza mientras Anna suelta maldiciones hacia el ex novio de la platinada y yo voy por un vaso de agua para tomarme la pastilla para calmar el dolor que siento.

Cuando vuelvo, Anna es quien está abrazando a Elsa y diciéndole algunas cosas que no logro escuchar. Mis amigos también preguntan cómo me encuentro y les doy una rápida respuesta antes de fijar la mirada en mi novia. Con la bolsa de la farmacia en mano le digo a Elsa que venga conmigo al piso de arriba y ella accede tomando mi otra mano.

—¿Cómo estás? —pregunto cuando entramos a la habitación. Elsa se limita a asentir y va al baño. Escucho un siseo de su parte cuando la veo meter sus manos al agua y frotarlas con el jabón, entonces noto que también se lastimó las palmas cuando el idiota de Hans la lanzó al suelo.

Suspiro, esperando a que ella termine y luego le indico que se siente en la cama con la espalda recostada en la pared.

—Voy a curarte ¿Okey? Va a doler un poco pero luego se irá.

—Me he raspado antes Jack, sé cómo funciona esto—sonríe.

Voy a lavarme las manos y cuando regreso la encuentro ojeando el agua oxigenada. Me la pasa cuando me siento a un lado de sus piernas. Frunzo el ceño molesto al ver las heridas y la sangre que emanan de la blanca piel de mi novia por culpa del pelirrojo.

No me reconfortaba el recuerdo de su rostro lastimado porque eso no era suficiente para borrar las heridas de Elsa, tanto físicas como emocionales.

Mojo una gasa con el agua oxígenada y la paso con mucho cuidado sobre su rodilla izquierda que es la ligeramente menos lastimada. Elsa se queja del dolor y trata de apartar la pierna, sin embargo sostengo su muslo con mi mano para evitarlo.

Escucho como su respiración se acelera mientras termino de limpiar su piel y también percibo como maldice entre dientes.

Cambio de gasa para limpiar la sangre de la otra rodilla, cuando froto el material con la piel la platinada se queja más fuerte y también logra flexionar su pierna alejándose de mí, me acerco más y así con la pierna flexionada trato de seguir limpiando pero ella pega un respingo y vuelve a alejarse.

—Quédate quieta—alego sin poder evitarlo con molestia. Subo la mirada para encontrarme con sus ojos vidriosos y su labio inferior temblando atrapado entre sus dientes.

—Es que duele—se queja con voz entrecortada. Suspiro, tratando de separar tanto mi molestia con Hans y el insistente dolor en mi cabeza  de mi novia—perdón, solo que...

—No, tú perdóname a mí—la interrumpo. Deshago mi ceño fruncido para ofrecerle una pequeña sonrisa—¿duele mucho?—ella asiente tomando una profunda respiración y tender su pierna una vez más en mí dirección—solo será un momento más y ya ¿de acuerdo?—ella asiente. De reojo veo como hace sus manos puño, clavando sus uñas en las palmas cuando sigo limpiando la herida.

Después de lo que seguro sintió como una eternidad, el ardor se aplaca cuando le pongo una crema sobre las heridas. Con otra gasa y micropore le hago un tipo de venda en ambas rodilla  y luego me levanto para ir a tirar la basura e ir a curarme a mí al baño.

Cuando regreso me acuesto al lado de una silenciosa Elsa, ella se pega a mi cuerpo y yo la abrazo dejando que reposara su cabeza en mi pecho.

—¿Qué te hizo? —me animo a preguntar cuando mis ojos captan marcas moradas de dedos en sus muñecas.

No soy solo una cara bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora