Capítulo 37

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Muevo mis pies de manera inquieta bajo la mesa, volteo en dirección a mi mejor amigo que sigue pidiéndole más cosas a la cajera. Mi estómago vuelve a reclamar por comida y aprieto mis manos sobre mi regazo.

—Bien. Hoy engordaremos como jamás lo hemos hecho —bromea, sentándose frente a mí. Bajo mi cabeza y finjo una risa para que pase por alto mi nerviosismo. Él está demasiado emocionado contándome cada cosa que ha pedido y recordando nuestra huida del hotel, que no lo nota.

Minutos después en dónde intenté desviar la conversación sobre la comida, llegan unas meseras dejándonos varias bandejas con diferentes platillos sobre la mesa.

—¡A comer! —exclama Eugene tomando una de las grandes hamburguesas que estaban al tope de ingredientes —¿pasa algo?—pregunta al ver qué solo observo la comida. Levanto la cabeza, negando de inmediato.

No podía joder los planes de mi amigo sólo por mis problemas.

Problemas que yo suponía, habían desaparecido.

Niego con mi cabeza, ahuyentando cualquier pensamiento al respecto. Decidida tomo una hamburguesa similar a la de Eugene
¿Qué es lo peor que podría pasar?
Sabía la respuesta. Pero también la ahuyente apenas lo recordé.

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Culpa.

Muerdo la uña de mi dedo índice mientras la música suena en las bocinas del auto de mi mejor amigo. Y dejo de hacerlo en cuanto él habla.

—¿Mmh?—emito al no haber escuchado lo que decía.

—¿Segura que estás bien Elsa? —asiento, sonriendo—¿segura?

—Ya te he dicho que sí, no seas pesado—digo —Después de todo lo que comí solo quiero dormir, vamos apúrate —rio, tratando de aligerar el ambiente.

—Okey —dice no muy convencido—te decía que deberías hablar con Jason —frunzo el ceño.

—¿Quién es Jason?—pregunto confundida.

—El chico de cabello blanco, el que te gusta —dice girando en una esquina.

—Se llama Jack—lo corrijo.

—Sí sí lo que sea —le quita importancia—debes hablar con él. Estará confundido y ciertamente enojado. Debe de pensar cosas que no son pero él no sabe la verdad, y eso no es justo para nadie. Ni para ti mi para Jacob-le lanzo una mirada de "¿en serio?" pero él sigue hablando          —Pagas lo que tú madre hizo y él también, aunque sólo ha de tenerte a ti como la mala, claro.

—Sí, lo sé. Hablaré con él...un día.

—Que ese día sea pronto, rubia —me dice mientras yo dejo un beso en su mejilla y abro la puerta del auto.

—Lo intentaré Eugene —agito mi mano en forma de despedida y cierro la puerta, dando media vuelta y caminar hasta mi casa, la cual tenía todas las luces apagadas. Busco el auto de mamá con la mirada y al no encontrarlo estoy segura que no han llegado.

Me recibe la soledad y oscuridad de la casa al tampoco estar Aby aquí. Dándole mi madre el fin de semana libre. Aby prometiendo que vería la presentación en la televisión.

Subo hasta mi habitación, sintiendo el vestido ligeramente apretado en la zona del estómago. Otra cosa que me recordaba todo lo que ingerí en solo una noche.

Aquí en la soledad de mi habitación mis pensamientos llegaron de golpe, sin nadie que pudiera interrumpirlo más que yo, pero yo no tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

No soy solo una cara bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora