La miré desde la cocina, luego de que le permití la entrada. Aunque ni sé porque lo había hecho. Ella no tenía que decirme a mí.
— ¿Gusta un café?—repasó toda la casa con la mirada, como si no le gustara nada lo que veía.
—No, gracias. Acabo de cenar con mi padre. Te doy la información, y me retiro—tomó asiento en uno de los muebles—ven y dialoguemos—
Esto no pintaba nada bueno.
Cuando no me moví, dudosa de tenerla en la casa, ella sonrió y palmeó la silla a su lado.
—Querida, no muerdo. Y te aseguro que esto te interesará—suspiré.
— ¿Y si mejor dejamos así y se va?—le señalé la puerta—prefiero quedarme sin saber lo que tenga que decir—siguió sonriendo.
—Te conviene saberlo—negué con los ojos cerrados.
—Mejor váyase. Lo que deba saber de Aless, el me lo dirá...—
—Tiene que ver con el número de Nena—callé a media palabra, quedándome boquiabierta. Ella rió—ahora si llamé tu atención—caminé hacia ella.
—Que... ¿Qué sabe usted de esa mujer?—alzó los hombros.
—Ven y averígualo—sin pensarlo, acorté todas las distancias y terminé sentada frente a ella—si te lo preguntas, hago esto, porque... si no puedes contra el enemigo, únete a él. Y de mujer a mujer, me interesa mucho, que tú no pases por lo que yo pasé—
— ¿De qué está hablando?—me crucé de brazos.
—Querida. Alessandro no es el hombre que dice ser. Lamento si desinflo tu burbuja. Pero no es el hombre perfecto que tú tienes en tu pedestal—
Me ganó la curiosidad.
—Explíquese. Y hable con la verdad. Porque no permito que calumnie a mi esposo—negó de forma lastimera.
—Debes haberte fijado más de una vez, que hay un contacto muy constante en el teléfono de Aless. Yo cometí el error de no revisar de quien se trataba y no preguntarle tampoco. Ese contacto, es Nena. Lo tenía cuando yo era su prometida, y veo que lo sigue teniendo, si tú estás tan interesada en esta conversación—tomó aire—Alessandro tiene otra mujer. Es casado y me engañó a mí, tanto como te engaña ahora a ti—me reí incrédula.
—No diga tonterías. Él no tiene esposa. Conmigo es sincero. De tener una, ya lo sabría yo, tanto como lo sabría mi amiga Mellysa—
— ¿De verdad lo piensas así? Abre los ojos, Damaris. Y recuerda las veces que ese número lo llamó estando contigo. ¿Cómo se puso? ¿Pálido?—mi sonrisa se desvaneció— ¿misterioso? ¿Le restó importancia? ¿O llegó a decirte que no era de tu interés?—afirmó—hizo lo mismo conmigo cientos de veces.
—Tiene su privacidad—balbuceé.
— ¿Y qué hay de las veces que le dijiste que te enseñara su casa, o pasaran la noche en ella? Recuérdalo. ¿Qué te decía? Se rehusaba de forma terminante, ¿verdad? El mismo patrón con todas—enfatizó—es un infiel. Nos engañó a las dos—
Recordé todas las veces que eso si pasó. Que quería conocer su casa o trabajar en ella y como se negó hasta molestarse. Y nuestro primer roce en Cartagena al preguntarle por la llamada y como me dijo mentiras de que era una amigo, cuando yo misma vi que era ese condenado número. Una vocecita en mi cabeza empezó a pedirme que no le hiciera caso a lo que ella decía. ¿Pero cómo si todo lo que decía eran verdades?
Se puso de pie.
—Tú, estás a tiempo. Yo no. Yo me enteré cuando era demasiado tarde. Confróntalo y aléjate de él. No pierdas más el tiempo, cuando sabemos que el final será el mismo. Si sigues con él, vas a terminar igual que yo. Sufriendo y una más del montón—
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MARIDO POR ENCARGO
RomanceDamaris y su novio Pablo acaban de romper su noviazgo de tres años, y ella no puede estar más feliz al sentirse libre del baboso de su ex. Está dispuesta a tirarlo todo por la borda y comenzar de cero. Así que toma sus maletas y se va a vivir un tie...