CAPITULO 18: LA BODA

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Al otro día, me despertó la algarabía del primer piso, y lo primero que pensé al abrir los ojos, fue... hoy me caso.

¡Vaya mierda!

¿Lo segundo?

Abrí los ojos hasta donde me dieron, viendo que la que había cruzado la barrera de almohadas había sido yo, y que estaba muy cómoda acostada encima de Aless, boca abajo, mientras él estaba boca arriba. Mi cabeza en su pecho, sus brazos rodeándome, sus labios en mis cabellos, y su amiguito... en erección mañanera en mi vientre.

Mierda y doble mierda.

Me aparté lejos de él, sentándome en la cama, y por ende despertándolo. Siguió mi mirada a su pantalón y después volvió a verme a los ojos.

—Mierda—se dio la vuelta, mientras yo miraba a otro lado, avergonzada.

Aunque... sí que lo tenía grande.

Sacudí la cabeza, prefiriendo levantarme y salir a serenarme un rato. O por estar con la libido por las nubes, hacer algo que después lamentara. Me puse una bata larga encima de la pijama, y salí de allí sin decirle nada.

¿Las cosas volverían a ser como antes? Prefería odiarlo que no sentirme así, con el corazón a mil y el deseo en los ojos.

Cuando bajé, no me sentí mejor, frenándome en las escalas.

El salón y el exterior de la finca estaban preciosos, con carpas llenas de mesas, la pista de baile libre, flores como enredaderas en los pilares y colgando como en una cortina frente al que sería el altar

— ¿Y bien?—di un brinco, cuando Alexia puso una mano en mi hombro—pusimos nuestro mejor esfuerzo. ¿Qué te parece?—

—Es... wow—no encontré que más decir, sintiendo que mi estómago se retorcía nuevamente.

Y si él se pondría de remilgado hoy, no comería absolutamente nada.

—La boda será en la tarde. Así que descansa un momento y has lo que debas hacer, porque a las diez empezamos—se alejaron.

Me casaba. Y no estaba lista.

—Tranquila, Damaris. Es ficticio—

"Sí. Como la erección de tu novio falso. Deja me río" Dijo mi consciencia.

Esa imagen me perseguiría por días, si no eran semanas, maldita sea.

Cuando alguien volvió a acercarse, dándome una palmada en la espalda, di otro brinco. Eran Nat y Mellys.

— ¿Entonces qué? ¿Lista para casarte?—suspiré.

—No mucho. Se me retuerce el estómago del susto—ella le restó importancia con la mano.

—Será pan comido. No te asustes—Melly me miraba muy seria.

—Sigo diciendo que esto será una tontería. Dam, hazme caso. No se casen. Aun puedes arrepentirte—

—No voy a echarme para atrás, Mellysa—la miré de frente—estoy asustada pero seguiré en pie. No quise mostrar al comienzo, que era una cobarde, al no venir a la fiesta, por hacerlo sola. Ahora que tengo a Aless al lado, no pienso negarme y no casarme solo porque tenga miedo, o porque no lo quieras tú—

— ¡¿Por qué tienen que ser tan condenadamente tercos los dos?! He tratado por todos los medios de convencer a Aless, y sigue empeñado en esto—alcé mis hombros.

—Porque el espera que yo ceda, me arrepienta y diga la verdad. Y no lo voy a hacer. Así me case con él, y lo aguante dos meses como marido, lo haré, si eso me deja bien parada frente a todos—bufó.

MARIDO POR ENCARGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora