MARIDO POR ENCARGO

CAPITULO 35 HEMOS TERMINADO:

 —Espera, ¿Qué? ¿Lo que me estás diciendo es en serio?—sentí como una especie de respiro de alivio, extenderse por mi pecho.

—Así es. Pensaba que te habías quedado dormida sin terminar el trabajo. Pero en realidad anoche lo acabaste y luego te dormiste. Toda la publicidad está lista—suspiré.

— ¡Por fin!—sonrió.

—Lo lograste, Alejandra—levantó su mano para que chocara cinco con él.

Lo hice y después apresó mi mano en la suya, besando mis nudillos.

— ¿Qué se siente?—

—Pura satisfacción—y olvidando que tenía la taza en la mano, me eché hacia atrás en la cama, en modo relajo.

Me eché todo el chocolate encima.

— ¡Mierda!—me senté de golpe otra vez, mientras él se cubría el rostro con una mano.

Nos agarró la risa a los dos.

—Definitivamente eres buena para la publicidad. Pero muy torpe en otros ámbitos—le propiné un porrazo en la cabeza—era broma, era broma—

Dejé la taza en la bandeja y me levanté para quitarme la blusa sucia del chocolate. Puse la puerta del armario de por medio entre él y yo y me desembaracé de la blusa, poniéndome la bata de baño encima.

— ¿Qué sigue ahora?—salí de mi escondite, recogiéndome los cabellos.

— ¿Por ahora? Desayunaré. Tengo mucha hambre—rió.

—No, tonta. Del proyecto—reí con él y volví a sentarme a su lado.

—Que tú convoques una reunión con los socios para mostrar los resultados y ver qué opinan. Y si todos opinan que debo modificar algo, se hará antes de la fecha final—tomé una de las tostadas—así que ve hablando con tus socios. Es hora de mostrarles mi trabajo—

—Bien. ¿Te va bien mañana?—afirmé con la cabeza.

—Revisaré una última vez todo, hoy. Lily me dijo que me tomara este día libre. Así que me pondré a ordenar todo y ya tú me avisarás para la reunión—

—De acuerdo—se quedó mirándome fijamente.

Tragué un pedazo de fresa, mirándolo tambien.

— ¿Qué sucede?—

— ¿De qué?—alcé mis hombros.

—No haces más que mirarme de forma extraña—negó.

—Solo pensaba—

— ¿En qué?—me acarició la mejilla.

—En que los impedimentos por el trabajo se acabaron—me besó en la boca.

Suspiré.

Y cuando se apartó, mi respiración era más dificultosa que si subiera el monte Everest.

—Llamaré a los socios—se levantó, encaminándose fuera del cuarto.

¿Y si en lugar de llamar a sus socios, se encerraba conmigo en el cuarto y celebrábamos que ya no habían esos impedimentos?

Al día siguiente, como estuvieron de acuerdo todos los socios, fue la reunión para enseñar cómo había quedado la publicidad para el nuevo hotel de Cartagena. Me levanté desde muy temprano para alistarme y estar tranquila. Hice deporte de cinco a cinco y media, y yoga de cinco treinta a seis de la mañana. Después de desacalorarme me di un baño de espuma, desayuné, repasé mis apuntes y como en cada entrega final de uno de mis proyectos, recibí las llamadas de mis amigas, de mi padre y de Ally, deseándome suerte. Me miré una última vez en el espejo, acomodando mi conjunto gris y luego de tomar mis cosas, salí para la reunión que era a la diez.