Damaris y su novio Pablo acaban de romper su noviazgo de tres años, y ella no puede estar más feliz al sentirse libre del baboso de su ex. Está dispuesta a tirarlo todo por la borda y comenzar de cero. Así que toma sus maletas y se va a vivir un tie...
AY DIOS MÍOOOOOO. SE NOS ACABÓ ESTO. EN SERIO GRACIAS POR LEERME. LAS QUIERO UN MONTÓN Y ME ALEGRA QUE LES GUSTARA TANTO.
Y ESTE CAP VA DEDICADO A ALTEZA224 (NO ME SÉ TU NOMBRE :P )POR SU CUMPLEAÑOS. ME ALEGRA QUE TE GUSTE LA HISTORIA. MUCHAS FELICIDADES EN TU DÍA, NENA.
BESOS
***
Tres años después...
—Yo las declaro, compañeras para toda la vida—sonreí al igual que el resto de presentes, cuando el notario pronunció las palabras finales—pueden besarse—
Mi amiga Naty se había casado y con Verónica. Ella al final había tenido su final feliz y al lado de quien quería.
Aplaudí cuando la boda finalizó, y mi mirada se encontró con la de Alessandro a mi lado. Me estrechó en sus brazos. Los dos habíamos sido los padrinos.
Habían pasado tres maravillosos años, estando junto a Aless, y compartiendo con la pequeña Sara. Que ahora con trece años no tenía nada de pequeña. Continuaba usando silla de ruedas, pero una más moderna y motorizada, digna para seguirle las escapadas a Richie, que estaba de visita con Angélica, por la boda de Nat. Seguía siendo la niña inteligente y dulce que conocí, y ahora más alegre porque podía llamarme mamá. Y aun a pesar de los dos años y medio que llevaba haciéndolo, desde la primera vez, no terminaba de acostumbrarme.
Pues al final tendría que hacerlo, porque dentro de unos meses, no sería solo ella la que me llamaría mamá.
Me miré el vientre de cinco meses, rozándolo con el pulgar y sin evitar sonreír. La segunda alegría que me había dado el estar con Alessandro. La primera era saber lo mucho que él me amaba, y el regalo de Sarita. El día de ayer había sido la cita con la ginecobstetra y le tenía una sorpresa para más tarde. Y eso que la del cumpleaños al día siguiente era yo. Papá era otro que no se cambiaba por nada, porque ya lo haría abuelo. Ally no deseaba bebés todavía, y Eugenia... terminó enclaustrándose en un convento, no deseando hombres en su vida.
— ¿Ya te había dicho hoy, lo precioso que te queda ese vestido?—besó mi mejilla, mientras los invitados se empezaban a dispersar.
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—Creo que si—susurré, y caminé con él, para felicitar a mí amiga.
—Pero lo que si no te dije, es lo preciosa que te ves con esa pancita—aun a pesar del tiempo que llevábamos juntos, me sonrojé— ¿Cuándo vas a decirme cual fue el sexo del bebé?—reí.
—Cuando nazca. Es sorpresa—caminé, aferrada de su brazo.
— ¿Es niño?—negué con una sonrisa—entonces niña—volví a negar— ¿entonces qué es?—
—Un alíen—me reí con soltura, cubriéndome la boca.