Damaris y su novio Pablo acaban de romper su noviazgo de tres años, y ella no puede estar más feliz al sentirse libre del baboso de su ex. Está dispuesta a tirarlo todo por la borda y comenzar de cero. Así que toma sus maletas y se va a vivir un tie...
El día viernes por fin llegó, luego de una semana bastante ajetreada, y con mi humor nervioso. Contaba los días con emoción y susto a la vez, porque sabía que cuando este día llegara, Aless y yo volveríamos a vernos. No estaba para nada tranquila. Ahora me probaba un atuendo tras otro, no hallando algo que me hiciera sentir cómoda para encontrarme con mi supuesto todavía marido.
Empezábamos a grabar parte la publicidad de video que era lo más largo, en uno de sus hoteles, a falta aun de que el de Cartagena estuviese terminado. La idea era ir con ropa informal, o los tacones me matarían, pero no hallaba algo que me hiciera ver presentable y no tan, tan descomplicada como cuando estuvimos en la finca.
¡Que esto era por cuestiones de trabajo!
Mi padre se asomó.
—Buen día, mariposita—le sonreí a regañadientes.
—Hola, papá—volví a guardar el vestido que acababa de mirar, no acomodándome con él.
—Ya estoy por irme a trabajar. Iré por algo a la panadería de la esquina. ¿Quieres que te traiga algo y te lo dejo en la cocina antes de irme?—negué.
—No, papá, gracias. Tendremos tambien desayuno en el hotel de Aless, mientras las grabaciones—sonrió, mientras yo protestaba con la ropa.
—Y estás nerviosa, ¿cierto?—
—Mmm—farfullé—no sé qué ponerme que no quede demasiado descomplicada, pero tampoco muy, muy elegante—entró.
Para nadie en casa era un secreto que ahora trabajaba con Aless. Cuando les conté a Ally y a mi padre, este último casi se va de espaldas, y mi hermana terminó escupiendo un café por videollamada, de la impresión. Ahora ambos estaban a la expectativa. Mi viejo, opinando que acabaríamos juntos, y Ally, que solo terminaríamos este trabajo con una noche de buen sexo y según ella, buena falta que me hacía tenerlo.
—No sé porque te angustias, cariño. Estuviste toda una semana con él. Elegante o descomplicada, te ha visto de las dos formas. Y según me chismoseó por ahí, Ally, hasta en ropa interior—
— ¡¡Pero si le dije que nadie podía saberlooooo!!—grité.
—Tesoro, fue solo un accidente lo que te pasó, ya es pasado. Además, tu madre y yo no hicimos a tus hermanas y a ti por arte de magia. No soy un mojigato—miró mi ropa—y creo saber que te puedes poner—me tomó de la barbilla— ¿me dejas escoger tu ropa por hoy?—suspiré.
—Si es que puedes hacer milagros—sonrió, buscando unos jeans, de los más nuevos que había conseguido, una blusa básica, chaqueta rosa y tenis blancos
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—Le incluyes lentes de sol y el bolso, y quedas preciosa, y cómoda para el trabajo—
—Pero esa chaqueta casi no me gusta—protesté.
Una que Ofelia y Eugenia me dieron hace algunos años, y en mi tono menos favorito. El rosa palo.
—Pues entonces ponte una de otro color, Damaris—gruñó, antes de tomarme de las mejillas—te pongas lo que te pongas te verás bien. Deja los complejos de lado, que te aseguro que Alessandro pensará lo mismo que yo—le sonreí a regañadientes—pero quedas mejor con esta. Y que sea la última vez que te la pongas—