ESTA OBRA VA DEDICADA A LA ACTRIZ ANDREA AGUIRRE, POR ACEPTAR SER MI DAMARIS. PUEDEN VISUALIZARLA EN MULTIMEDIA Y EN SU PERFIL DE INSTAGRAM COMO andreamaguirrec. TE ESTOY MUY AGRADECIDA, BELLA.
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Eran las nueve de la noche, hora cumbre en todo mi día. Hora que ya indicaba el final del estudio, del trabajo. Hora... ¡¡De novelas!!
Nada más entrar al apartamento que compartía con mi novio Pablo, removí los tacones, la sombrilla, el bolso en el que parecía cargar ladrillos, y las bolsas de la tienda en la cocina. Debía apurarme, o me perdería mi telenovela favorita.
Vivía en este piso, regalo de papá desde hace tres años, en el Municipio de La Estrella, Medellín, Colombia, con mi novio. El laboraba o medio lo intentaba, como mensajero, de una empresa de seguros. Digo que medio lo intentaba porque solo era un holgazán que según un dicho colombiano muy popular, tenía que pedirle permiso a un pie, para mover el otro. Buscaba además, graduarse, de su carrera universitaria como estadístico. Pero, o las cuentas nunca le daban, o la pereza y los deseos de dormir no se lo permitían al pobre.
Yo por otro lado, yendo en contra de los deseos de mamá y mi hermana Eugenia, me había graduado de diseño gráfico y fotografía, trabajando además en una empresa publicitaria, casi hasta el final del día. En este sueño artístico, solo me apoyaba papá. Deseaba que no fuese una más de la familia con la misma profesión. Mi madre Ofelia, tanto como mi hermana mayor, dos de mis tíos, y el abuelo Tomás, de parte de mi padre, eran médicos o cuando menos, enfermeros. Eugenia era nutricionista, mamá ginecóloga, el abuelo neurólogo y mis tíos, dos enfermeros. Papá se había revelado a la profesión, siendo un maestro de historia en la Universidad Pontificia Bolivariana y deseaba que yo tambien fuera rebelde y no siguiera los sueños de los demás. ¡Vamos! Que no aguantaba la visión de la sangre, ni siquiera cuando me llegaba la regla. Ese solo liquido rojo me producía mareos y a veces hasta desmayos.
Medicina no era mi campo.
Y tal y como mi padre y yo, había salido mi otra hermana menor, Ally. Mientras yo contaba con veinticuatro, ella era tres años menor que yo, y diez menos que Eugenia. Su campo era la literatura. Algo que no le gustaba a las dos arpías, como las bautizamos All y yo.
— ¿Pablo?—grité, por si ya había llegado y tenía el mando de la tele— ¿ya estás?—
Nadie respondió.
— ¡¡Es míaaaaaaa!—anuncié con voz gutural, tomando bajo el brazo una botella de té frío y un paquete de glacitas de fresa, y en la mano un pote con helado y un tazón de palomitas.
Descalza, y como si el suelo quemara, corrí al segundo piso a mi cuarto, para ver mí serie. Estaban dando una vez más, la repetición de "Betty la fea" y según el capítulo de hoy, la protagonista se haría un gran cambio de look y no podía esperar más la reacción de su jefe, Armando Mendoza. Esa novela era una bomba y a pesar de que ya la habían dado antes, nos tenían a los fans enganchados cada noche. Y cuando no era esa, The Walking Dead y Outlander, me quitaban el aliento.
Durante esa hora, disfrutaba de un momento para mi sola. El móvil y teléfono de casa eran apagados, y más hoy, que había salido a tres semanas de descanso. Mis mejores amigas Mellys, Natalie y yo, tendríamos que ver a donde ir de paseo.
Encendí la tv...
— ¡Quedó divinaaaaaaa!—me llevé la cucharada a la boca—ese hombre sí que va a enloquecer. Que sepa lo que es bueno—escuché la puerta de la calle ser abierta.
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MARIDO POR ENCARGO
RomansaDamaris y su novio Pablo acaban de romper su noviazgo de tres años, y ella no puede estar más feliz al sentirse libre del baboso de su ex. Está dispuesta a tirarlo todo por la borda y comenzar de cero. Así que toma sus maletas y se va a vivir un tie...