CAPITULO 17: PERVERTIDO

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Después de almorzar con las chicas, de tranquilizar a Mellysa y a Natalie, y aceptar las sugerencias para la boda falsa, que proponía la nueva novia de Pablo, me retiré al cuarto a reposar la comida, sintiendo un poco de sueño. Por primera vez el clima no pintaba nada bien, y se veía la lluvia venir desde el centro de la ciudad. Abajo, sonaba de nuevo reggaetón, y podía ver a algunos de los invitados, apurarse con la decoración para la boda del sábado. Querían decorarlo todo con luces y flores. Que tuviera cierto aire romántico, como si fuese un bosque de hadas. Y según ellas, mi look tambien era similar, con el vestido de tirantes, y una corona de flores en mi cabello suelto. Jorge el novio de Melly era el elegido para acompañarme al altar, en ausencia de mi padre o alguien más cercano. El viernes en la tarde se dedicaría todo el tiempo para organizar la marcha nupcial.

Tanta parafernalia para nada.

Concentrada, viéndolos reírse, bebí un poco de refresco, ajena a lo que pasara en el cuarto. Excepto cuando sentí una mano en mi espalda. Y me presentaron un paquetito de galletas. Glacitas de fresa. Sonreí.

—Gracias—el venía con otras.

—Siguen muy empeñadas con la fiesta—seguí su mirada, y bufé, cuando la más entusiasta, Alexia, nos sacudió la mano

A regañadientes tuve que añadirla como dama de honor. O me volvería loca.

—Ni lo menciones. Parece que nunca hubiesen celebrado un matrimonio—comí una galleta.

—Por mi parte ya hablé con mi abogado—lo miré.

Ahora bañado, se veía aún mejor, oliendo a la colonia que tenía su camiseta antes.

— ¿Qué ha dicho?—comió una galleta.

—Redacta el documento para el divorcio. Un tiempo después del paseo, nos reuniremos para cancelarlo y ya está—afirmé.

—Me parece bien. Pásale el contacto de Natalie a él para que se pongan de acuerdo—

—Está bien—entró un segundo a dejar los papeles de ambos paquetes de galletas, en la basura del cuarto—cambiando ahora de tema, ¿Cómo va tu rodilla?—lo miré, cuando se recostó a mi lado en la baranda del balcón.

—Mucho mejor ahora. Duele por momentos, pero con el calmante que tomé después del almuerzo ya me siento mejor. ¿Cómo sabes tú de primeros auxilios?—alzó los hombros.

—Estuve un tiempo aprendiendo en la cruz roja. Contrario a ti, no me pongo enfermo con la visión de la sangre—lo empujé, mientras él se reía.

—Te encanta burlarte de mí, ¿no?—hizo una mueca.

—Me gusta todo lo que a ti te fastidie—tomó mi mano, viendo el anillo que él me diera días antes, como prueba de que estábamos supuestamente comprometidos. Le dio vueltas en mi dedo—no vuelvas a salir sola por ahí. ¿Bueno?—lo miré, y afirmé, sintiendo que me recorría un estremecimiento, de tener sus manos en las mías—promételo. Es peligroso—

—Lo prometo—susurré.

—O perderé a mi futura esposa y me quedo sin paga—gruñendo, volví a empujarlo, mientras él se reía.

Cuando volvimos a mirar al patio y la piscina, algunos de los invitados, entre Alexia y las amigas de Natalie, nos miraban y se secreteaban algo, sonriendo. Aless me tomó la mano.

—Te voy a besar, ¿de acuerdo?—lo miré de frente—como parte del engaño. Nos están mirando. Hay que disimular—bufé—fue tu idea—

—Esto no fue mi idea—lo señalé—la idea fue de Mellysa, y después a ti se te ocurrió ponerte de parte de ellos, con lo del matrimonio—

MARIDO POR ENCARGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora