CAPITULO 41 NO PUEDO CONTENERME CONTIGO:

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—Buenas tardes—descendí del ascensor en mi piso, mirando el móvil, al mensaje que Aless acababa de ponerme sobre la noche anterior.

Nos habíamos visto después del trabajo de los dos, cenamos juntos en el restaurante "La pastisería" y después fuimos por ahí a bailar un poco de salsa y merengue a una discoteca. Y al final terminamos en mi casa, amándonos entre las sabanas. No me podía quejar. Estar junto a él era un sueño. Aunque ni Ofelia y Eugenia lo aprobaran. Y aunque Paula siguiera metiéndose en medio, llamándolo a fastidiar. Nuestra relación iba viento en popa.

Amor: No vuelvo a dormir en tu casa. Me he vuelto tan adicto a ti y a tus sabanas, que me cuesta levantarme.

Dam: Eso es culpa de mis sabanas o de mí, es culpa de tu pereza.

Amor: Cínica.

Sonreí.

Amor: Pero como amo a esa cínica.

Le mandé un emoticón de beso, y Mellysa se acercó a saludarme.

— ¿Cómo va todo?—apagué el móvil.

—Las mil maravillas, diría yo—me siguió a mi oficina—Aless es un sueño—

— ¿Aunque ni tu madre, y Eugenia lo aprueben, y Paula se moleste?—dejé mis cosas en la mesa.

Había tenido el primer día de grabación con la nueva empresa del parque turístico y ya las tomas de las atracciones habían empezado. En este proyecto tambien me iría bien. Estaba segura de ello. Ahora, casi a las cuatro de la tarde, después de terminado todo, vine a la oficina por unas cosas para trabajar desde casa.

—Querida, me importa una mierda si nadie aprueba la relación—se sentó frente a mí—igual la que se lo está comiendo soy yo—rió.

—Es verdad—

—Y respecto a Paula... En algún momento tendrá que entender que el ya no le pertenece. O se lo demostraré yo, como sé hacerlo por los genes de Ofelia en mí—

—Solo ten cuidado con ella—tomé una de las carpetas del cajón.

— ¿Por qué?—

—Dam, la conozco desde que conozco a Aless. Digna perra, sabe por dónde meterse, y podría dañarles la relación—fruncí el ceño.

— ¿Tú crees? A pesar de lo fastidiosa, no tiene cara de matar una mosca—negó.

—El mentir respecto a embarazos y todas esas pendejadas que ha hecho hasta ahora, no son nada comparado a lo que aún no te hace. Solo... vigílala—

—Pues yo creo que antes debo mirar cómo reacciona Aless frente a ella, y hasta lo que me ha demostrado, no le interesa en lo más mínimo. Confío en él y sé que no permitirá que ella se meta entre los dos, si está tan enamorado de mí, como yo lo estoy de el—se mordió el labio, como si quisiera decirme algo y no se atreviera.

—Yo solo te aviso, que estés a cuatro ojos con ella—alcé mis hombros.

—Como quieras, entonces—junté las dos carpetas que necesitaba.

—Te quiero mucho y tambien lo quiero a él, y ahora me hace muy feliz que estén juntos y todo les funcione. Pero solo...—juntó las manos—cuídate de esa mujer—me crucé de brazos.

— ¿Hay algo que yo deba saber al respecto, Melly?—negó—te noto extraña. De hecho es así...—hice memoria—desde que Aless y yo fingimos la boda en el cumpleaños de Nat. Si tienes algo que decirme, soy todo oídos—

—No tengo que decirte nada, Dam. Solo quiero que sean felices—hice una mueca.

—Como digas entonces. Aunque sigo dudando que hay algo que no me cuentas—

MARIDO POR ENCARGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora