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CAMERON

Quería matarme. Que alguien me diera un cuchillo, por favor. Miles de pensamientos suicidas pasaban por mi cabeza. Ella me odiaba, yo me odiaba ¿Siquiera cómo había caído tan bajo? Soy el mayor gilipollas de este mundo.
Daban vueltas por la habitación, agitado. Escuchaba a Nash murmurando a saber que cosas desde la cama, pensativo.

-Me odia...-Murmuró algo ido.

-Corrijo, nos odia.

Me dejé caer a su lado, cansado y agobiado de todo. Me odiaba a mi mismo, odiaba a Nash, al mundo, a la existencia humana en general. Las gotas de lluvia repiqueteaban en la ventana, y una punzada me atravesó el pecho; Arianna le teme a las tormentas. Me frotaba las manos sudadas en el pantalón constantemente. Nash seguía recitando sus murmurllos, cual poseso.

-¿Y qué haremos?-Sonaba desesperado.

-¿Tú crees que yo lo sé?-Contesté de la misma manera.

Nash se me quedó mirando durante varios segundos. Luego se tiró del pelo con furia. Parecía un loco.

-Eh, tranquilo tío, o te quedarás calvo.-Me volvió a mirar, algo esperanzado. Sin darme tiempo a reaccionar me abrazó con fuerza.-¿Que coño?

-Tío, no me llames marica, pero te he echado de menos.-Confiesa.

-What the fuck?-Río por primera vez en días.

-Tío, para eso estaba intentando apegarme a ti todos estos días, yo también quería deshacer toda esta mierda.-Se aleja de mí, sonriendo de lado con tristeza.-Que gay he sonado, Jesus.

-Tío eres un idiota.-Se le caen las comisuras de los labios al oír eso. Rápidamente le abrazo yo esta vez.-Joder hermano, yo también te he echado de menos.

-Que panda de maricas nos estamos volviendo.-Comenta divertido.

-Todo gracias a ella.-Murmuro en un suspiro.

-Te gusta ¿verdad?-Pregunta atrayendo mi atención.

-Como a ti.-Contesto tragando saliva.-¿Desde cuando?

-Desde que bailé con ella en la fiesta del lago.-Un silencio incomodo nos interrumpe.-¿Y a ti?

-No sé.

Y era la verdad. No tenía ni la más mínima idea desde hace cuanto tiempo me había empezado a volver loco por Arianna Morgan Packet. No sabía donde, ni porqué. Pero sabía con certeza el millón de sensaciones que me producía toda ella. Me volvería loco, tarde o temprano. Y ya sabía que no podría vivir sin verla, sin oír su voz, sin ver su sonrisa ni sentir el contacto de su piel. No sabía si la quería, ni hasta que grado me gustaba. Pero estaba más que seguro que nunca había sentido algo tan fuerte, tan cálido y espontáneo. Era como estar vivo, pero estar vivo en otro mundo. Un mundo al que yo solo llegaba cada vez que sentía su piel con mi piel, sus deliciosos labios curvándose hacia mí, y sus intranquilos ojos despertando miles de sensaciones en los míos, en todo mi cuerpo. Moriría lentamente, cayendo en las lianas y los nudos que ella había enredado inconscientemente en mi corazón.
Me levanté sofocado. Tenía que arreglarlo todo, antes de que se desmoronara por completo. Miré a Nash, pensativo.

-¿Como reaccionaran el resto de los chicos?-Lo oí preguntar con temor.

No me había detenido ni un segundo en ello. Nos odiarían, tanto que ni me lo podía imaginar. Entonces recordé que algunos de ellos ya lo sabían. Ellos nos lo advirtieron, pero fuimos tan idiotas que todo tuvo que acabar de la peor manera.

-Puede que nos juzguen algunos, y otros nos odien.-Murmuro intentando que la idea no se ahuecara en mi cabeza.-Logan nos matará, estoy seguro.

-Iré yo.-Se levantó y con rapidez se acercó a la puerta, no sin antes ser detenido por mi brazo.-¿Qué?

-¿Ha donde vas?

-A hablar con Arianna, esté donde esté.-Lo miré dudoso, preocupado.-Tranquilo, le explicaré que nunca quisimos hacerle daño, que lo sentimos.

Asentí dejándolo ir. Me tiré a la cama, suspirando. Mi relación con Arianna, mi futuro y mi vida dependían en estos momentos de Nash. Todo había pasado tan rápido...
No esperaba que ella me perdonara, no esperaba que ella me quisiera, siquiera que me dirigiera la palabra. Pero deseaba con todo mi ser, que no me odiara. Sería toda mi perdición. Porque yo no la olvidaría. Los días se volverían lentos y grises para mí, mis manos estarían frías, y una gran piedra pesaría de mis hombros y estomago cada vez que la viera, que la escuchara, que sintiera su presencia y en cada cosa que me recordara a ella. Sería como despertar con la mitad de un cielo azul, como caminar sin un zapato, ser un hombre a medias, con la mitad de una flecha en el pecho. Sería la mitad de un corazón sin ella.
Horas después, cuando yo me había convertido en un embrollo de pensamientos negativos, y casi en depresión, todos entraron en la habitación. Me saludaron, me brindaron comida y preguntaron por mi estado de animo. Pero yo estaba en shock. Arianna se había sentado en un sillón, con aspecto frío y la cara impecable, sin recuerdo o apariencia alguna de que alguna vez haya llorado. Ella no me miraba, a Nash tampoco, pero aún así, lo que más me desconcertaba era el resto. Ninguno de ellos había comentado, o comportado como si algo negativo hubiera pasado dentro de nuestro circulo.
Ella no lo había contado. Y aunque lo agradeciera con mi alma, la preocupación y el desconcierto no se esfumaban.
Y como ya había deducido, me sentía como solo medio corazón sin ella.

The Viner Girl || MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora