0.04

2.3K 183 22
                                    

—¿Entonces?—Cuestionó Nash llevándose su frappuccino de vainilla a los labios.

—Creo deberíais quedar.—Lo apunté para darle un bocado a mi croissant.

Alzó una ceja divertido y tosió al contener la risa. Lo miré inquisitiva y se aclaró la garganta para hablar.

—Es gracioso que tú, la chica que estaba colada por mí y por la que yo estaba colado, me ayude ahora a estar con otra chica.

Sonreí socarrona. Las cosas entre Nash y yo eran tan espontáneas y naturales, que podíamos hablar de nuestro pasado sin problema. Sí, no había esa incomodidad de hablar de que nos gustamos mutuamente, pero que aquello nunca llegó a pasar. Y que no llegaría a pasar. Nash y yo éramos uña y carne. No era mi mejor amigo como Carter, pero el uno con el otro nos hacíamos consejeros espirituales personales, o simplemente doctores corazón para cada uno.

—Ya, también es gracioso que yo acabé con tu mejor amigo y tú estás apunto de estar con mi mejor amiga.—Balanceé las cejas de arriba abajo y apartó la mirada a la ventana del Starbucks.

—¿Entonces qué hago?—Murmuró algo perdido en sus pensamientos.

—Algo al aire libre.—Apunté volviendo a comer.—A Sierra le gusta mucho la naturaleza, ya sabes, un picnic o algo por el estilo estaría bien.

Me miró durante unos momentos pensativo y luego alzó su dedo como diciendo que tenía una idea.

—Qué tal una caminata por los senderos de Hollywood, ¿eh?

—No sé ni para que me pides ayuda, si ya tienes las ideas tú solo.—Negué dejando escapar una risa de mis labios.

—Siempre necesito tu aprobación, Ari.

Los dos sonreímos. Después de algunos minutos en un silencio relajante, con el olor a café en el aire y el sonido de los murmullos de las personas en sus diferentes conversaciones de fondo, Nash alzó la cabeza a mirarme con algo más de seriedad.

—¿Y qué vas hacer tú con Cameron?

Bufé. No quería pensar en eso, por lo que había quedado con Nash para despejarme. Él ya sabía mi conversación de la otra noche con Cameron, la cual le había contado por mensaje.

—Supongo que esperar...—Murmuré entrelazando mis dedos sobre la mesa.

—¿A qué? Sabes perfectamente que todavía le quieres, no puedes seguir mintiéndote a ti misma.—Contestó regañándome con un tono suave y acariciándome los nudillos.

¿Dónde había quedado el despreocupado y estúpido Nash? Observé su pelo largo. Necesitaba un corte urgente, aunque dudo que se lo haga.

—Yo qué sé, él ya debe tenerme enterrada mientras que yo sigo dejando mi corazón en su posición.—Me quejé rascándome los párpados con la yema de mis dedos.

Nash no contestó, así que lo miré a través de mis manos. Mantenía la taza entre sus labios mientras me miraba quieto. Mantuvo su compostura seria y no habló más del tema. Supongo que planeaba algo.

(...)

Mierda, mierda, mierda. No encontraba mi cámara de vídeo. Oh no. Se me había olvidado que se la presté a mi hermano unos días antes de irme de casa.

Al final no pude hacer el vídeo el otro día, ya que estaba demasiado ocupada debatiendo mi vida personal. Pero dije que lo grabaría más tarde y que utilizaría los tweets que ya me habían dejado.

Ahora solo faltaba la cámara.

Para mí mala suerte, Sierra no estaba. Y siempre cerraba su cuarto con llave. Por cierto, estaba en Hollywood con Nash, ya que hoy era el día de su cita. Ya luego mandaría mensajes para confirmar que todo iba a la perfección.

The Viner Girl || MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora