0.07

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Estaba estresada, realmente estresada. Tanto que estaba dándole caladas a un cigarrillo. Esto no era habitual en mí, no era un vicio, lo podo dejar en cuanto quisiera. Tenía aquella caja desde hace un mes, y todavía no se había acabado. Solía darle un par de caladas de las que siquiera tragaba el humo, y luego lo apagaba. Era como un simple ritual de relajación que realizaba cuando ya hasta dormir me estresaba.

Mi plan iba de mal en peor. Ya no sabía si estaba olvidando a Cameron o enamorándome más de él. Y eso era totalmente frustrante. Me hacía sentir en la miseria. Quizás mis cálculos no era correctos. Quizás yo no era tan fuerte como pensaba.

La puerta de mi balcón se abrió y vi una cabeza asomarse por esta. Quién menos quería ver en estos momentos. Atravesó el cristal y se sentó a mi lado en el suelo. Ni siquiera lo miré.

—No hagas eso.—Se quejó observando el cigarro ente mis dedos.

La sádica que llevaba dentro se inclinó sobre él y le soltó todo el humo en la cara. Ojo, que era mi parte sádica, no yo.

Tosió por el humo y se tapó la nariz con una notable mueca de asco, mientras intentaba no ahogarse.

—Es malo para tu salud.—Continuó intentando ser maduro.

—Yo no me quejo cuando te emborrachas.—Contraataqué.

Alzó las cejas en mi dirección.

—Ya veo que hoy estás de malas.—Masculló negando con su cabeza. Reinó el silencio entre nosotros.—¿Por qué lo haces? ¿Te crees que con eso la gente pensará que eres genial o algo por el estilo?

Fruncí el ceño. Obviamente no era por eso. Confieso que me dolió que dudara de mí. Me crucé de brazos y aplasté la punta del cigarro en el cenicero para dejarlo ahí tirado.

—No es por eso, pero de todas maneras no tengo porqué para darte alguna explicación.

—Ya veo.—Murmuró con ironía. Otra vez un silencio incómodo.—Lo estoy intentando dejar.—Confesó. Le observé inquisitiva, sin entender a qué se refería.—El alcohol, digo. Quiero estar limpio y sano.

Solté una pequeña carcajada, preparándome para mis burlas.

—¿El sexo también lo vas a eliminar?

—No creo que a ninguno de los dos nos guste esa opción.—Sonrió coqueto.

Que alguien le dijera que sus indirectas eran demasiado directas.

Le pegué un manotazo en el hombro.

—Eres asqueroso.

—Incluso asqueroso me adoras.

La garganta se me secó. El no debería saber que aquello era cierto. Carraspeé e hice como si nada en mis sentimientos hubiera pasado.

—Eres tan idiota.—Suspiré dramática.

Reímos y otro silencio apareció. Se oía la cuidad de fondo, cosa que aunque no lo pareciera, era relajante. Cambié de pose varias veces, intentando encontrar la correcta.

—Sabes...—Lo escuché hablar de pronto.—A veces creo que me odias y solo haces esto para darme la puñalada por la espalda.

No contesté de inmediato. Mi vista descansaba en la nada, sin una sola palabra para contestar. Pasó una eternidad cuando abrí la boca.

—No te odio.

Realmente no sé si me escuchó, ya que mi voz fue increíblemente baja.

—¿Entonces por qué lo haces?—Saltó asustándome.—Es que acaso,...¿aún sientes algo por mí?

Mi mandíbula se abrió sola y mi corazón dio un vuelco. Sentí que balbuceaba nada en especial y volvía a cerrarla. Me dolía cada pulsación y nada en mí estaba claro.

¿Qué si aún seguía sintiendo algo por él? Claro que lo hacía. Pero sería increíblemente dividió confesar aquello.

—Estoy dolida.—Murmuré para intentar evadir el tema. La tristeza se notaba en mi voz de una forma impresionante.—Estoy completamente rota.

Cuando levanté mis ojos para verle, noté que se encontraba a escasos centímetros de mi rostro. Analicé las facciones de su cara otra vez.

—Entonces déjame ayudarte.

No le dije que se apartara, no rompí el contacto visual. Solo dejé que se acercara a mí. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para besarme, se detuvo, como esperando que yo dijera algo. Y así lo hice.

No puedes ser arreglado por la misma persona que te destruyó.

Entonces corté yo la distancia y nos besamos.

The Viner Girl || MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora