Arianna
Olía a tortitas. Mmm tortitas.
Anoche había llegado tan agotada de la cena que tiré los zapatos a cualquier lugar de mi habitación y me tiré a la cama, sin almohada ni cobertor, solo con una sábana. Agosto estaba acabando, pero en California el calor se mantenía hasta la segunda semana de octubre.
Me levanté estirando todos mis huesos con un crujido final. El espejo que daba frente a mi cama de dos plazas mostraba lo espantosa que estaba; un moño desordenado, labios resecos y ojos adormilados con las cejas revueltas. Me dio igual. Bajé la blusa de mi pijama y acomodé los pantalones cortos de algodón para que no se viera nada. De camino a la cocina-comedor-salón cogí mi cepillo de dientes y un poco de dentífrico para ir ganando tiempo.
Era de esperar que la dulce persona que hacia las tortitas fuera Sierra. Y que hubiera dejado un plato enorme lleno de tortitas, Nutella y fresas a mi disposición.
—¿He dicho que amo las tortitas?—Comenté entrando en escena, con el cepillo en la mano.—Y también a las amables personas que me cocinan.
Sierra se giró desde la cocina con una sonrisa radiante y me indicó mi plato. Yo tomé asiento y empecé a comer sin cortarme un pelo ¿Dónde estarían los hombres de esta casa?
Como si me mente lo hubiera invocado, Bryant salió del cuarto de lavado con una hoja en mano.—Buenos días señoritas.—Canturreó con su sonrisa característica.
—Buenos días Bry.—Saludé con mi mano, finalizando en un bostezo.—¿Qué es eso?
Pegó la hoja en la puerta de la nevera y noté que era un horario.
—El planning de las tareas de la casa.
Este decía a quién le tocaba fregar, poner la colada, limpiar y cocinar todos los días. Los únicos que cocinaban eran Bryant y Sierra, ya que Cameron y yo éramos un peligro en la cocina. Sierra haría nuestros desayunos, Bryant los almuerzos y ya después comeríamos cosas a domicilio o tonterías que cualquiera sabía hacer. Yo tenía que fregar cuatro días a la semana, y Cameron tres, aunque luego se equilibraba con sacar la basura. La limpieza y colada estaba regulada entre todos, así que las tareas se hacían bastante amenas.
—¿Quién ha echo tortitas?—Cuestionó Cameron bajando las escaleras mientras se frotaba los ojos.
—Ya empezamos con el nudismo.—Musité observando que solo iba con los pantalones de deporte. Qué se la va hacer.
—Yo las hice.—Exclamó Sierra preparando más tortitas.—¿Con qué las quieres Cam?
—Mantequilla de cacahuete y mermelada de arándanos.—El chico se sentó frente a mí y sonrió ante mi atenta mirada.—Por favor.
Sierra le sirvió y él comenzó a comer como un animal. Literal. Hablaba de algo de deportes con Bryant, con la boca exageradamente abierta. Ugh, ¿enserio que había salido con semejante cerdo? Era algo asqueroso, pero seguía teniendo esa cara de niño ilusiona y...¡Mierda!
Me levanté de la mesa con el plato vacío y tome mi cepillo de dientes, de vuelta a mi cuarto. Quince minutos después ya estaba vestida, peina y si marcas del cansancio en mi cara. Hace demasiado calor, y no dudé en maldecir que no tuviéramos aire acondicionado.
—Odio el caloooooor.—Me quejé dejándome caer de cara al sofá. Una risita atravesó mis tímpanos y levanté la cabeza para ver a Cameron sentado delante mío. Vaya, no lo había notado.—¿De qué te ríes?
—Te espera una larga estadía aquí.—Comentó volviendo a mirar a la televisión, donde echaban un capítulo antiguo de Friends.
—Ya, lo que tiene vivir con un ogro.—Dije divertida y me senté correctamente.
Cameron me miró por el rabillo del ojo y volvió a reír ¿Qué le hacía tanta gracia? Fruncí el ceño de mala manera. Sí, ahora era bastante fácil de enfadar. Es lo que hay, nací gruñona.
—Wow Bryant, lo que te han dicho.—Exclamó como si de un niño se tratara y volvió a reír de forma melodiosa.
Relajé mi rostro. Ya no recordaba lo infantil que era. Pero también era adorable. Demonios, se supone que debería desaparecer de mi mente. Me dediqué a contemplarlo con disimulo mientras veía la serie. Dios mío, su risa.
Solté una carcajada sin quererlo y me tapé la boca al instante. Cameron giró la cabeza confundido hacia mí confundido, escondiendo una sonrisa divertida.—¿Pasa algo?—Conectó sus ojos chocolate con los míos esmeralda ¿Se habían puesto más mieles o era imaginación mía?—¿Arianna?
¿Así sonaba mi nombre en sus labios? Parpadeé varias veces. Me había quedado embobada mirándole. Cachetada mental para mí. Estaba a punto de contestar cuando irrumpieron en el salón.
—¡Vamos a la playa, a mí me gusta bailar, al ritmo de la noche! ¡Salsa! ¡Fiesta!—Cantaba Sierra a todo volumen con una pelota de voleibol en sus manos.
—¿Y esas pintas?—Me levanté de un salto y vi la Pamela sobre su cabeza y la ropa de playa con las tiras del bikini sobre sus hombros.—¿Vas a la playa?
—Vamos.—Corrigió Bryant bajando con la cámara en mano, también listo para la playa.—Venga, iros a cambiar, nos vamos a Malibú.
Cameron y yo nos fuimos a cambiar. Bryant condujo hasta la playa, haciendo un recorrido rápido por la Costa para ubicarnos un poco. Los Ángeles era increíblemente grande y hermosa. Solo necesitaba pasar más aquí, para descubrir lo hogareño y real de una ciudad tan emblemática.
Malibú ya la conocía. Habíamos estado antes en el tour. Se me revolvió el estomago al recordar que las dos veces aquellas las pasé con Cameron. Y ahora volvía a ir con él. Bryant propuso hacer un pequeño photoshoot de los tres por separado. Estuvimos un rato con las fotos, hasta que el sol empezó a picar demasiado y el calor nos sofocaba el cuerpo. Para suerte de todos, el agua oceánica del Pacífico estaba bastante fresca.
Miré a Cameron con odio cuando me salpicó la cara. Le ataqué de la misma forma y empezó a toser al tragar agua, cosa que me hizo partirme de risa.
—Está salada.—Se quejó.
—No, va a estar dulce.—Rodé los ojos volviendo a reír.
Entonces no lo vi venir y me empujó por los hombros, hundiéndome. Me dolió la nariz como mil demonios cuando un chorro me entró por esta. Al salir del agua comencé a perseguir a Cameron por toda la playa. Será...
—¡Cameron Alexander Dallas! ¡Ven aquí ahora mismo!—Grité aún corriendo.
Paré mientras él seguía corriendo y le lancé un puñado de arena a toda la espalda. Fue épica su cara cuando se giró.
—¿Ah sí? ¡Tú te lo has buscado!—Entonces empezó a perseguirme él a mí.
Vamos, que correr no me sirvió de nada, ya que en cuestión de segundos me cargó como un saco de patatas sobre su hombro. Me dolió reírme porque me estaba clavando el hombro en el estomago, pero igual me reí.
—No, no, otra vez no.—Rogué aún entre carcajadas.
Esto era inhábil aquella fiesta en el lago. Sonreí por el buen recuerdo.
—Al agua patos.
Y los ya estábamos empapados otra vez, riendo a todo pulmón.
Bueno, quizás mi nuevo compañero de piso no fuera tan ogro como me esperaba. Quizás vivir en LA allá sido una buena idea. Sin duda a sido una de las mejores ideas.
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The Viner Girl || Magcon
Fanfiction"Aquí nada es lo que parece, querida Arianna. Hasta la persona que pienses que más odio te tiene puede ser la que más te ame, y viceversa. Aquí todos saben ocultar muy bien sus sentimientos, y si no quieres ser herida, será mejor que tu también lo h...