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Ya había pasado otra semana desde el día que grabamos el vídeo. Los comentarios de por qué Cameron no aparecía al final del vídeo no los respondí. Como tampoco quise responder a si habíamos vuelto a estar juntos.

Mi cabeza era un vaivén de emociones. Había empezado a salir todos los días del apartamento, con la simple intención de no estar prácticamente el día entero junto a Cameron. La casa de los Jacks se había vuelto mi refugio, y socializaba más con Madison que también los solía ir a visitarlos. Sierra y Nash se mandaban esas indirectas bastante directas, así que estaba claro que dentro de poco ya serían la nueva pareja del grupo. Y respecto a Cameron...

Alguien abrió la puerta de mi habitación, sin importarle que fueran casi las dos de la mañana. Me tapé más con la manta y dejé mi libro sobre la mesita de noche. Esa era la razón por la cual estaba despierta a estas horas. Digamos que el príncipe Maxon me había enfrascado demasiado.

Se asomó por la puerta y sonrío hacia mí, dándose la libertad de pasar como si fuera su propia casa. Espera...realmente lo era. Bueno, esta zona era de mi privacidad y pertenencia. Creo.

—¿Qué haces idiota?—Grite en un susurro, mirándole furiosa. De puntillas se acercó a mi cama y levantó el cobertor por el otro lado, no sin antes cerrar la puerta.—Ni se te ocurra meterte en mi cama.

Enarcó una ceja divertido. Pero igual hizo lo que le daba la gana y se acurrucó a mi lado.

—Hola.—Dijo Cameron como si esta escena fuero lo más normal del mundo.

Entorné mis ojos en su dirección ¿Qué quería a estas horas? Daba igual, le partiría su cara bonita de todas maneras. Intentó acercase a mí para abrazarme, pero interpuse me brazo en su pecho.

—No te atrevas.—Le amenacé. No iba a dejar que me abrazara, en mi cama y encima en bóxers ¿Quién se cree que soy?—¿Qué mierda quieres?

—Oh, parece que ahora te irritas más por la madrugada. Creo que podemos arreglar eso.—Se acercó para besarme pero lo tomé del rostro, alejándolo de mí.—Ay.

—Hey, ¿quién te crees qué eres para venir así a mi cuarto? Se nota que estás necesitado.—Lo miré algo asqueada, aunque estaba sobre actuado.

—Venga Arianna, Ari, Morgan, Packet.—Suplicó ganándose una mala mirada de mi parte.—Dame solo un poquito de tu cariño, no tiene porqué ser nada serio, puede ser en secreto.

—¿A qué te refieres, Dallas?

Se aclaró la garganta y me sonrió radiante. No, que no sonría. No soporto que sonría, por la simple razón de que me duele en el corazón que ya esa sonrisa no sea mía.

—Te propongo que seamos amigos con derecho.

La cabeza me dio vueltas ¿Era esto en serio? ¿Dónde están las cámaras? Este tío es tonto. Creo que no entiende el concepto "hemos terminado, somos ex-novios".

—No somos amigos.—Repliqué intentado mantener la calma.

—Pues seamos compañeros de piso con derechos.—Respondió al instante.

Parecía que se hubiera ensayado todo este paripé. Cerré mis ojos con angustia y masajeé mis sienes con mucho cuidado. Que alguien le de con una sartén en la cabeza por favor.

—¿Y qué gano yo?

—Un sensual Cameron Dallas, ahora con una oferta de chofer incluido ¡Y de regalo el modo peluche, para que lo abraces cuando quieras!

No pude evitar soltar una carcajada. Seguía siendo un idiota, pero el idiota más dulce que encontraría jamás. No, basta, deje de pensar en él. Deja de quererlo. Al mirarle a los ojos chocolate algo en mi interior se derritió y mis labios se curvaron hacia arriba.

—Dios, mira que eres pesado...—Me quejó a la espera de que saltara con algo.

—¿Eso es un sí?—Cuestionó ilusionado.

Como mismo se derretía algo en mi interior, ahora se destruía en mil pedazos al pensar lo que iba a decir a continuación.

—No quiero que haya nada de sentimientos.

Y lo besé sin esperar una respuesta de su parte. No quería respuesta. Porque sabía que dijera lo que dijera, me rompería en mil pedazos, más de lo que ya estaba.

~*~

—Esto no es sano para ti.—Aseguró Aaron mientras masticaba unas gominolas.

—¿En serio? No me había dado cuenta.—Rodé los ojos para darle énfasis a mi sarcasmos.

Aaron me pasó un paquete de M&M's y yo los tomé sin protestar. Parecíamos cerdos comiendo. Seguro que tenía mi cara manchada de chocolate, pero no me importaba. Esta era una de esas tardes de películas tristes y comida basura que me gustaba pasar con Aaron en su apartamento cuando los gemelos no estaban.

—Oye chica, pero es porque tú quieres.—Me señaló y por un momento extrañó pensé que se parecía a Oprah. Creo que empezaba a delirar.—Eso te pasa por ser un perra sin escrúpulos.

—Pareces Blair.—Me quejé.

—Deja de compararme con personajes de Gossip Girl.—Continuó hablando de forma afeminada. Tocaron la puerta y las dos miramos a esta.—La psicóloga ha llegado.

Aaron se levantó abrir la puerta mientras yo me quedaba anonadada.

—¿Psicóloga? ¿Qué pasa Aaron? ¡Aaron!

Pero Aaron ya estaba en la puerta hablando con alguien, como si yo no existiera. Me acosté de brazos cruzados en el sofá, mientras los tacones de alguien chirriaban por el parqué, y la puerta se cerraba. No me molesté en mirar quien había entrado, hasta que una mata de pelo rizada apareció a mi vista.

—Aquí está la paciente.—Dijo con sus labios pintados de rojo.

—¡Mahogany!—Salté a sus brazos como una niña pequeña.

Aaron se rió a nuestro lado, mientras yo parecía un koala abrazando a Mahogany.

—Vale, sí, pero deja tu cariño para Cameron.—Me pellizcó mi estómago y desenrosqué mis brazos de su cuerpo, cayendo de vuelta al sofá.—A saber qué has tocado con tus manos.

Rodé los ojos, Mahogany siempre era igual. Mucho amor, mucha dulzura, pero cuando algo le molestaba -en este caso mi poca madurez con el tema de Cameron-, se volvía una perra sádica. Amaba a mi mejor amiga.

—Dejad de echarme en cara el maldito tema.—Gemí frustrada.

—Oh, lo siento, como meterte todas las noches en la cama de Cameron es algo tan normal dado que sois ex-novios.

—¿Sólo has venido a pelear?

—No, también a ver a mi mejor amiga con complejo de conejo.—Me abrazó volviendo a su estado cariñoso.—Venga, cuéntale a Mamá Mahogany tus pecados.

Reí. Mahogany nunca cambiaría. Aaron también se unió al abrazo y acabamos los tres entre mantas y chocolates. Le conté todos mis "pecados" y la gran duda de que no tenía idea de que estaba haciendo con mi vida.

—Bueno, por lo menos sabemos lo que estás haciendo con tu vida sexual.—Se burló Aaron.

—Te quejas por soy más activa que tú.—Le saqué la lengua.

Aaron me miró mal y se cruzó de brazos como un niño de 5 años. Creo que las cosas entre nosotros nunca cambiarían. Era genial tener amigos con los que hacer este tipo de bromas y hablar de lo que sea sin miedo a ser juzgada.

—¿Y qué le vas a regalar por su cumpleaños?

¿¡QUÉ?!

The Viner Girl || MagconDonde viven las historias. Descúbrelo ahora