Llaman al timbre repetidamente y me giro en la cama gruñendo.
"Todavía no ha sonado el despertador, vete, déjame dormir", pienso y cierro los ojos.
Otra vez el puto timbre. Me levanto con los ojos llenos de legañas y mala leche. Que se agarre los machos el que está al otro lado de la puerta porque despertarme tiene un precio.
Abro la puerta restregándome los ojos y Quique entra en mi apartamento.
—A ver, ¿qué hora es? Más te vale que tengas un buen motivo para despertarme —protesto, cerrando la puerta, y él me sonríe.
—Ayer fue tu cumple y solo te pude felicitar por teléfono por culpa del trabajo, pero he decidido que podíamos pasar una hora juntos antes de que te vayas a trabajar —contesta, satisfecho consigo mismo, como si estuviera haciendo una buena acción. Lo miro sin expresión y paso a su lado con los puños apretados—. ¿A dónde vas? —pregunta y cierro la puerta de mi habitación con fuerza.
Me tiro en la cama, me tapo y cierro los ojos. Mi odioso hermano abre la puerta y enciende la luz. Pongo una almohada sobre mi cabeza y gruño.
—Déjame dormir.
—No, tienes que pasar tiempo conmigo Ya tienes veintiséis.
—Oh, ¿lo has descubierto tú solo, Einstein?
—Pues la verdad que sí, fue fácil.
Se tira arriba de mi y vuelvo a gruñir.
—Como no te bajes de encima de mí en tres segundos, usaré una llave de karate contigo. —Quique se ríe y se acuesta a mi lado. Quito la almohada de mi cabeza y me acuesto en su pecho—. ¿Me has traído un regalo?
—Lo de siempre.
—¡¿Si?!—exclamo y se saca la bolsa de chuches del bolsillo del pantalón. Chillo y le empiezo a dar besos en la cara—. Te amo, hermanito. Eres el mejor, aunque vengas... —Miro la hora e intento no sorprenderme cuando veo que son las cinco y cinco de la mañana— tan temprano y me despiertes malamente. —Le doy un beso gigante en la mejilla y él rodea mi cintura con su brazo.
—Sí, yo también te amo a ti, aunque nos hayas dejado tirados el lunes sin decirnos nada, después no contestaras al teléfono y me llames a las doce de la noche, cuando ya estaba durmiendo.
—No estabas durmiendo, lo sé. Te preocupa que no te coja el teléfono —exclamo sonriendo y pongo la bolsita sobre su estómago—. Además, tenía que hacer algo importante.
—¿Qué es más importante que decirle a tu hermano que te vas?
—Mario y yo hemos empezado a salir —respondoy Quique abre sus ojos sorprendido.
—¿Que qué?
—El lunes, cuando me escapé, vine a casa y le pedí que viniera también, y cuando se iba a ir, se lo solté y bueno, ahora somos novios.
—¿Y qué ha pasado desde el lunes hasta ahora para que no me lo hayas contado?
—Nada, solo que no hemos coincidido.
—¿No hemos coincidido?
—Tampoco quería decírtelo por teléfono —susurro y me encojo de hombros.
—¿Papá lo sabe?
—¡No, estás loco! Si lo supiera él, también lo sabrías tú porque habría puesto el grito en el cielo.
—No hemos conocido ningún novio tuyo —advierte y muerdo con fuerza mi labio. —No ha habido ningún novio.
—Venga ya, no me creo que seas virgen a esta edad.

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Tengo sueño
RomanceIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...