—Ya es el cuarto, Ina —dice Mario a mi lado y yo bajo el vaso de mojito.
—Lo necesito —susurro arrastrando las palabras.
Empieza a sonar Ras Tas Tas de Cali Flow Latino y me levanto. Ali aparece en mi campo de visión y salimos a lo que se ha consagrado como la pista de baile. Comenzamos a bailar salsa choke juntas, restregándonos la una contra la otra mientras la gente nos rodea.
—¡Una batalla! —grita alguien. La voz me recuerda a la de Dimas.
Ali y yo nos reímos y nos ponemos una enfrente de la otra. Primero sale Ali y se mueve ligeramente por su pasado como bailarina y la práctica en la discoteca. Después salgo yo y, no es por ser creída, pero lo hago mejor, por eso la gente aplaude más fuerte. Nos abrazamos mientras la canción termina y Ali levanta mi brazo izquierdo, proclamándome ganadora.
Corro hacia Mario y salto sobre él, rodeando su cintura con mis piernas.
—Quiero bailar contigo —susurro contra sus labios y él asiente.
Comienza a sonar Él no te da, de un artista canario llamado Dasoul. Lo saco a la pista y bailamos entre la gente. Meto una pierna entre las suyas y comienzo a mover las caderas al ritmo de la canción, rozándolas con las suyas.
Sus manos bajan, por primera vez desde que nos conocemos, a mi culo, y lo aprietan, pegándome a su cuerpo.
—Uy, ojos verdes, qué pervertido. —Ronroneo y él sonríe.
—Mmm, esto es solo la punta de un iceberg muy grande.
—Ojos verdes, no copies mis frases —murmuro lentamente y lamo el lóbulo de su oreja.
Mario tiembla y choca nuestras caderas. Baila bien, tiene que ser una máquina sexual. Muerdo mi labio inferior y meto mis manos por dentro de su camisa.
—Irina... —advierte en mi oído y sonrío.
Saco mis manos de su camisa y muerdo su oreja.
—Tengo que recompensarte lo de hoy —susurro divertida y él sube sus manos a mi espalda descubierta.
—Hoy no.
—¿Por qué?
—Estás borracha, quiero que estés bien y que decidas por ti, no por el alcohol.
—Creéme, quiero hacerlo.
—No.
—Joder, ojos verdes, le quitas la diversión a todo.
Me da la vuelta y pega su pecho a mi espalda.
—Creéme, Ina, quiero más o igual que tú, pero no hoy, no como estás.
—Vale, lo comprendo. —Acepto y lo beso.
...
Despierto por culpa de la luz del sol pegando directamente en mi rostro.
Gruño y me doy la vuelta. Abro los ojos y veo a Mario con los ojos cerrados y la respiración acompasada, durmiendo. Sonrío y me apoyo en mis codos. Muerdo mi labio inferior, alzo mi mano y rozo su mejilla con mi dedo índice. Su respiración se agita y mueve su rostro hacia mi caricia.
Bajo lentamente hacia su cuello y delineo su manzana de Adán. Vuelvo a subir y ahora recorro sus labios. Sus ojos tiemblan y se abren.
—Buenos días, ojos verdes. —Saludo y él sonríe.
—Buenos días. ¿A ti también te duele la cabeza? —pregunta acariciándose la frente.
—No, nunca me duele.

ESTÁS LEYENDO
Tengo sueño
RomanceIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...