38.

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Respiro hondo y saco el recuerdo de mi cabeza.

—¿Estás lista? —pregunta mi novio Mario y me mira intensamente—. ¿Estás bien?

—Sí, claro.

Entra en la habitación y me quita el móvil que estoy usando para que no vea mis ojos llorosos.

—No estás bien —afirma con seriedad.

—Son tonterías.

—Ya te dije un día que pienso que no eres de esas personas que lloran por tonterías —replica y coge mi mano, acariciándola lentamente—. Dímelo.

Suspiro y lo abrazo. Huelo su perfume a él, mezcla de tomillo y algo especial que es aún mejor que cualquier colonia.

—Lo voy a intentar —susurro con un hilo de voz—. Lo estoy intentando con todas mis fuerzas.

—Lo sé.

Levanto la cabeza y lo miro.

—Si te hiciera daño no me lo perdonaría jamás —murmuro y él sonríe.

—Tú lo único que haces es volverme loco —exclama y me sonrojo—. El tiempo que nos quede juntos, como si es un día o toda la vida, no me importa. Lo que me importa es el ahora. El tenerte en mis brazos. El tocarte. Si mañana no lo puedo hacer, aprovecharé todo lo que pueda hoy.

Respiro hondo y alzo la cabeza para que me bese, ya que con el yeso en la pierna no puedo ponerme de puntillas. Sus labios se apoyan en los míos levemente y me estremezco.

Sus manos me ayudan a colocarme bien y sus brazos rodean mi cintura, uniéndome a su cuerpo, mezclándose con el mío.

—Te quiero —declara contra mis labios y me besa de nuevo. Se separa un poco de mi rostro y sube sus manos a mi nuca—. Y no podría ser más feliz ahora mismo.

Sus palabras se clavan en mi piel a fuego y suspiro.

—Te quiero, ojos verdes —respondo y acaricio su mejilla con mis nudillos—. Y te agradezco enormemente que me aguantes en el peor momento de mi vida, cuando todo es irreparable.

Me separo de Mario y le sonrío.

Tengo sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora