Sábado. Dos semanas para la boda.
—Thanks for everything. See you soon. —Me despido en inglés del director de la sede de Nueva York de mi empresa.
Suspiro y cierro los ojos. Me froto las sienes y enciendo un cigarro.
No he llorado en toda la semana, ni siquiera al verlo junto a Catalina. Aunque sí he podido notar un alejamiento entre ellos.
Ya no salgo a las seis del trabajo. No puedo estar tanto tiempo en la empresa, no con él a tres metros y sin poder tocarlo.
Es la segunda vez que me deja sin remordimientos, sin ni siquiera mover un puto músculo de la cara.
No puedo decir que lo odio porque, que me rechace, hace que lo quiera mucho más. ¿Por qué los humanos somos tan estúpidos? ¿Por qué no podemos amar a quien queremos?
Al no soportar ver a Carlos en la empresa, he decidido alejarme yo. Así que me iré a Nueva York de nuevo. Tengo conocidos allí, conozco un poco la ciudad y no tengo a nadie aquí que me lo impida.
Llamo a mi hermano, que descuelga a los dos tonos.
—¿Sí?
—Quique, ¿estás ocupado? —le pregunto y doy una calada larga.
—No, ¿pasa algo? — pregunta.
—Quiero hablar contigo y con papá, ¿te importaría ir a casa dentro de diez minutos más o menos?
—Sin problemas, pero ¿pasa algo?
—Les quiero contar algo a los dos. Hasta ahora. —Me despido y cuelgo.
Cojo las llaves del coche y salgo de mi apartamento. Llego a mi casa familiar justo a los diez minutos y veo cómo Quique también aparca.
Salen de su coche él y Ari con caras de preocupación y los espero en la puerta roja.
—No me gusta tu cara, vas a dar una mala noticia —averigua mi hermano nada más verme—. No estarás embarazada, ¿verdad?
—Sí, del espíritu santo, como la virgen María —bromeó, abriendo la puerta, y ellos me siguen—. ¡Papá! —grito y su voz responde desde el piso de arriba.
—Ya voy, cariño, me estaba duchando.
Baja las escaleras con Ana detrás de él y sonrío. Lo abrazo y él mira detenidamente mi rostro.
—¿Qué tenías que decirnos? — pregunta y yo miro a Quique.
— Nosotras nos vamos a tomar un café para que puedan hablar tranquilamente —susurra Ana y enrolla el brazo de Ari con el suyo, luego se van a la cocina.
—Vamos al salón —indico y camino la primera.
Aprieto las manos en puños, cogiendo fuerzas para no llorar, y me siento en el sillón individual. Mi padre y hermano se sientan en el sofá grande y me miran atentos.
—Me voy a Nueva York —anuncio a media voz, decidiendo arrancar la tirita de un tirón.
—¿Para eso nos preocupas? — pregunta Quique y alza los brazos, riéndose—. Pensé que era algo más importante.
—Quique, me voy para siempre —puntualizó y su sonrisa desaparece.
—¿Por qué? —pregunta papá y abro la boca para responderle, pero mi hermano no me deja.
—¡No importa el porqué, importa el por quién! —exclama, enfadado—. ¿Vas a dejar a tu familia y te vas a ir sola a una ciudad que ni conoces?

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Tengo sueño
RomanceIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...