15.

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Viernes.

—...y cuando el tío entró en comisaría, se cae y tira a Pedro y Diana con él. Tuvimos fiesta para todo el mes —continúa contando Mario a mi lado y yo salgo de la ensoñación de la vez que Carlos y yo nos hicimos amigos.

Lo miro y sonrío como respuesta a sus carcajadas. Él centra su mirada en mi rostro después de terminar de reírse y pone los ojos en blanco.

—Soy idiota, tú nerviosa por cantar y yo aquí contándote mis batallitas —susurra y yo niego con la cabeza.

—No, no pasa nada, te oí desde el principio, lo que no estoy completamente aquí, lo siento —contesto y bebo un sorbo de mi Gin Tonic.

—No te disculpes, sé que siempre te pones nerviosa antes de cantar —me defiende, cuando no debería, y coge mi mano, empezando a acariciar el dorso.

Apoyo mi cabeza en su hombro y suspiro por sus caricias. Miro el local lleno de gente. Las mesas llenas. La barra, a rebosar. Carlos entrando por la puerta. El escenario...Espera.

Vuelvo mi mirada a la puerta y mis ojos se clavan en los de Carlos, que me devuelven una mirada inexpresiva.

—Auch, me vas a romper la mano. ¿Qué pasa? —pregunta Mario intentando sacar su mano de dentro de la mía. Entonces sigue mi mirada y se detiene—. ¿Ese cabrón qué hace aquí?

—¿Y a mí me lo preguntas? —exclamo, aun manteniendo la mirada de Carlos.

—Voy a dejarle las cosas claras a ese hijo de puta —murmura Mario deshaciendo mi agarre y levantándose de la silla.

Lo miro y lo retengo de la blusa.

—¿A dónde vas? Siéntate.

—No me voy a sentar...

—Mario, siéntate, no quiero problemas, por favor.

—Tú no, pero ese tío sí que se los está buscando —gruñe entre dientes y tiro de él hasta que se sienta.

Cojo su rostro y lo hago mirarme.

—Ojos verdes, estás aquí por mí, ¿no? —pregunto sintiendo su aliento acelerado.

—Sí —responde y miro sin querer sus labios. No, ahora no.

—Pues, por favor, no pierdas el tiempo con él.

—Pero está aquí para joder.

—Y eso es lo que va a conseguir si vas a por él. ¿No lo ves?

Suspira y asiente. Coge mis manos y las acaricia. Evito mirar a Carlos, pero cuando Óscar viene a por mí y estamos detrás del escenario, no puedo sino decirle:

—Empezamos con otra canción, ¿vale? —le digo y él me mira.

—¿Con cuál? —pregunta y se lo digo al oído.

Ramona nos presenta y nosotros entramos en escena. Óscar va al piano, yo a buscar un taburete para ponerlo en medio del escenario. Cojo un micrófono, me siento y le doy el aviso a Óscar para que comience.

Sus dedos empiezan a tocar la introducción de Te voy a olvidar, de Malú, y yo me coloco el micrófono enfrente de mi boca.

Si te vas a despedir y ya no hay marcha atrás.

Si tienes que partir y no te detendrás.

No dejes nada aquí, no intentes regresar.

Canto mirando fijamente a Carlos y este se mueve incómodo en su lugar, pero no me aparta la mirada.

Me observa, sus ojos hablándome, diciéndome que no ha parado de llorar. Sus ojeras me cuentan que no ha podido dormir. Su rostro, que no es feliz.

Tengo sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora