(16 años)
Entro en clase y voy a mi sitio, pero el de al lado está vacío. Carlos nunca falta a clase. Me siento y presto atención a la profesora Beatriz, la de matemáticas.
Cuando salgo en la última hora, Catalina se me acerca.
—¿Tu novio?
—¿A ti qué te importa? —Paso a su lado y la ignoro.
—¡Eres una puta! —grita a mi espalda y levanto mi dedo corazón hacia ella sin ni siquiera girarme.
Salgo por la puerta del instituto y lo que veo hace que se me dibuje una sonrisa enorme en la cara. Corro hacia mi mejor amigo, que está apoyado en una moto 125 de licencia.
—¡Por eso no viniste a clase! —exclamo y me tiro arriba de él, abrazándolo.
—Lo siento, debería de habértelo dicho, pero quería que fuera una sorpresa —se explica y sacudo la cabeza.
—Felicidades.
—Gracias. —Nos separamos y recorre mi rostro con sus ojos castaños—. ¿Cómo estás?
—Fue muy aburrido sin ti —digo con voz aguda y él se ríe.
—¿Quieres dar una vuelta?
—¿Mi madre te ha dejado?
—Tu madre no se tiene por qué enterar.
—¡Venga!—exclamo y él sonríe. Aún se me revuelve el estómago cada vez que veo su sonrisa.
Se sube y yo me subo detrás de él. Lo abrazo fuertemente por la cintura y él gime.
—Un poquito menos fuerte, Ina, por favor —pide y me sonrojo.
—Lo siento.
Aflojo el agarre y él enciende la moto. Sin que se dé cuenta, deslizo mi nariz por su camisa y huelo su perfume, su perfume a él. Aunque no me haya felicitado por mi cumpleaños no me enfado. Es normal que el carné de moto sea más importante para él.
Llegamos a nuestra calle y él aparca enfrente de su casa, Clara está esperándolo en la puerta con una sonrisa.
—¡Mi niño, qué guapo en su moto! —profiere y Carlos se ríe nerviosamente.
—Tita, delante de Ina no —protesta con las mejillas rosadas y me burlo de él por lo bajo.
—Qué vergonzoso tú ¿no? —exclama su tía y él pone los ojos en blanco.
—Voy a acompañar a Ina a su casa para saludar a sus padres.
—Vale, vuelve pronto que el potaje se enfría —le ordena Clara con un dedo en el aire y me sonríe—. Hola, preciosa, ¿cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú?
—Tirando, con dos hombres muy desordenados en casa, pero bueno, se les quiere —responde encogiéndose de hombros y me río—. Oye, pásate después por casa, hoy es un día muy especial.
—Sí, lo haré.
—Bueno, mis amores, adiós.
—Adiós, Clara.
Cierra la puerta y observo a Carlos con una sonrisa divertida, pero él me mira con el ceño fruncido.
—¿Por qué es un día especial? —pregunta y mi sonrisa desaparece de un plumazo.
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Tengo sueño
RomanceIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...