Alguien roza mi espalda y me giro.
—¡Mamá! —exclamo y me tiro arriba de ella. Sus manos me acarician y sonrío ampliamente.
—No deberías de estar aquí, mi niña —se lamenta con una sonrisa tranquilizadora.
—No quiero irme —gimo y aprieto sus manos.
—Cariño, aún no tienes que estar conmigo —insiste con ternura.
—No quiero irme, no quiero dejarte otra vez. No quiero —sollozo y la vuelvo a abrazar.
—Mi amor, tienes que entenderlo.—dice en voz baja y cierro los ojos con fuerza
Ella me acaricia el cabello, pero me aparta para mirarme directamente a los ojos. Cuánto eché de menos la calidez de los suyos.
—¡No, quiero quedarme contigo!
—Tienes a Quique, a tu padre, a Carlos y a ese maravilloso Mario —exclama con una gran sonrisa y me sonrojo, abriendo mucho los ojos.
—¡Lo conoces!
—Claro, cielo, te quiere mucho, y tú a él. —Mi sonrisa desaparece y me muerdo el labio—. Carlos también te quiere, cariño, te quiere demasiado.
—Pero no quiero estar allí, no quiero sufrir por Carlos, no quiero estar sin ti.
Me acaricia la cara con sus manos mágicas y yo sonrío.
—Vuelve, cariño, estaré siempre contigo. Me sentirás siempre a tu lado.
—No, mamá —gimo de nuevo y la abrazo con fuerza—. Necesito ayuda, te necesito a ti. No quiero separarme otra vez, me duele no tenerte conmigo.
—Ina, tú podrás sola, preciosa. No he conocido a nadie más fuerte que tú, hija, a nadie —asegura sonriendo cariñosamente, limpia mis lágrimas y me abraza—. Necesito que le digas a tu padre que no me voy a enfadar, solo quiero que sea feliz.
—¿Por qué le tengo que decir eso?
—Y tú, haz caso de tus recuerdos, ¿vale? No les prestas tanta atención como deberías.
—¿Por qué dices eso?
Mamá alza la cabeza y se separa de mí.
—Me tengo que ir, vuelve con tu padre, con tu hermano y con la gente que te quiere.
—¿Y tú?¿Adónde vas?
—Tengo que irme. Dejarte para que vuelvas. —Suelta mis manos y respiro temblorosamente—. Te amo, mi amor, te amo muchísimo. Y a tu hermano, dile que lo echo mucho de menos.
Me acaricia la mejilla y se aleja de mí. Me sonríe antes de darse la vuelta y desaparecer de repente.
Abro lentamente los ojos para que no me afecte la luz y noto ya el peso en mi cabeza. La giro hacia la derecha y veo a Quique frotándose la frente con los dedos.
—Quique, no me dejes beber más —me quejo con voz ronca y muy baja.
Mi hermano alza su cabeza rápidamente y me mira con ojos desorbitados, impresionados, preocupados, tristes y muy, muy apagados.
—Ina —susurra con voz ahogada y los ojos se le llenan de lágrimas. Coge un mando, pequeño y gris, y pulsa un botón rojo—. Tranquila, todo está bien.
En ese momento me doy cuenta de dónde estoy. Observo las paredes blancas, la televisión colgada en la pared con el contador al lado y las sábanas del Hospital General de Lanzarote. Giro la cabeza a la izquierda y veo la bandeja. La giro a la derecha y veo el suero y el electrocardiógrafo.

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Tengo sueño
RomanceIrina López tiene una extraña relacion con su mejor amigo. ¿Amigos o algo más? Ellos tienen una frase especial para poder verse de la forma que les apetece: sin ropa de por medio. Pero ¿qué pasará cuando ella se vaya a Nueva York durante un año? ¿Se...