41.

3.3K 201 8
                                    

Entro en el bar y me quedo mirando las mesas vacías. Ramona sale de detrás de la barra y abre sus brazos. Sonrío y me acerco a ella con la muleta.

—Mi niña preciosa, ¿cómo está? —Me saluda con un gran abrazo.

—Perfectamente, con muchas ganas de cantar.

—Ay, me da pena que tengas que venir como estás solo por mi culpa —se lamenta y sacudo la cabeza, quitándole importancia.

—Culpa no, porque eres una amiga excelente y te lo mereces —rebato y ella sonríe.

—¿Por qué tan buena siempre?

Me encojo de hombros y Mario entra al bar. Se había quedado para aparcar el coche.

—¿Cómo estás? —pregunta rodeando mi cintura con un brazo y sonrío.

—Bien, como hace dos segundos que me has visto bajando del coche. No me va a pasar nada en ese período de tiempo —exclamo y él pone sus increíbles ojos en blanco.

—Siempre tienes que responder todo.

—Pero me quieres.

Ramona sonríe ampliamente y nos mira con cariño.

—Ay, qué bonitas son las parejas.

Mario y yo nos sonrojamos y bajamos las cabezas.

—¡Pero, mamá, ¿has dejado a Irina de pie?! —exclama Óscar saliendo de la trastienda y dirigiéndose a una de las primeras mesas.

—¡Ay, mi niña, qué cabeza la mía de verdad! Siéntate, siéntate.

Óscar baja una silla y ruedo los ojos.

—No me hagan la pelota que me acostumbro —advierto y me siento. La verdad que lo necesitaba. Maldito yeso.

—Ina, tengo que decirte algo —anuncia Óscar y lo miro, él se sienta en una silla a mi lado y yo frunzo el ceño.

—Suéltalo ya —digo alterada, no me gusta que las personas se pongan serias.

—La discográfica va a publicar mi disco y pronto me iré de gira.

—¿De gira? —pregunto.

Eso significa que estaré sola. Ay, no.

—Sí, quieren hacer una gira de seis meses.

—¿Seis meses? —pregunto con los ojos como platos.

—Es poco tiempo, ni te enterarás.

—Ni me enteraré dice —exclamo mirando a Mario y mi novio coge mi mano.

—No es tanto tiempo. Además, tú sola lo haces perfectamente.

Suspiro y cojo la mano de Óscar, soltando la de Mario.

—Más vale que triunfes, porque si no cuando vuelvas te vas a llevar una paliza de mi parte.

Ellos se ríen y diez minutos después Ramona abre oficialmente el bar. Empiezan a aparecer miles de personas. Tantas, que la mayoría se queda de pie.

—Madre mía, ¿todas estas personas me han venido a ver? —pregunto atónita y Mario y Óscar sonríen, como si fuera una pregunta tonta.

El hijo de Ramona se va a trabajar como Dj, poniendo las canciones en el karaoke. Me dice que la primera canción ya está escogida y que piense cuál quiero cantar y después se la diga.

Se apagan las luces y la gente se calla. Un círculo de luz blanca ilumina el escenario y aparece Carlos en él con el micrófono en la mano. Mario me mira y yo le devuelvo la mirada. Me encojo de hombros y la música empieza. Es la de Recuérdame de Pablo Alborán.

Tengo sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora