CUARENTAIOCHO

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Leyre; Domingo 29 de Febrero
2:30 am

Segundos después él habla tras recuperar mínimamente el aliento

-¿Te quedas o te vas?

-¿Quieres que me vaya?. Pregunto triste separándome un poco de su pecho

-No, al contrario, quiero que te quedes. Confiesa

-Pues menos mal porque estoy reventada y me daba muchísima pereza tener que volver a mi casa ahora mismo. Ríe

-Vamos. Dice y yo me levanto de encima suyo haciéndolo salir de mi interior

Me pongo el tanga que he dejado tirado en el suelo antes y veo como él se quita el preservativo para tirarlo a la basura tras ponerse los boxers y los pantalones

Segundos después vuelve de la cocina mientras yo estoy a punto de ponerme el pantalón también, pero justo antes de poder meter la primera pierna habla rápidamente impidiéndomelo

-Ni se te ocurra. Advierte -Duermes tal cual estás nenita. Me señala de arriba a abajo

-Pero es que tengo frío. Hago un puchero y él se acerca despacio a mi

-Tú tranquila que yo me encargo de que entres en calor. Ríe pícaro agarrando mi cintura

-Calla, calla. Me tapo la cara con una mano -Que estoy muerta

-Que es broma bobita, si yo tampoco puedo con mi vida. Admite riendo -Sube que te llevo. Se gira para que me suba a su espalda

-No tonto, vamos. Golpeo esta misma

-No seas terca y súbete o te cogeré a traición. Avisa

-Esta bieeeeen. Alargo la palabra y me monto en su espalda aferrándome a su cuello a la vez que noto como Ginés agarra mis muslos con fuerza

-Espera, coge el pantalón aunque no te lo vayas a poner porque como lo encuentre alguien aquí tirado va a flipar. Me dice desde delante mío

-Es verdad. Rio dándole la razón -Baja. Golpeo un par de veces su hombro suavemente

Se agacha un poco y cojo el pantalón del sofá donde lo he dejado

-¿Ya?. Me mira de reojo

-Si, tira para arriba caballito. Acaricio su pelo riendo

-Anda que no estas bien tu ahí ni nada. Pellizca mi muslo derecho causando que yo dé un pequeño salto del susto

-¡Ay tonto!. Muerdo mi labio riendo y golpeo su espalda -Y que sepas que yo no quería subirme. Admito

-Eso no te lo crees ni tú bonita. Suelta una carcajada -Solo querías que te rogara un poquito más

-A lo mejor. Digo picara

Ríe y acabamos subiendo a su cuarto

Cierro la puerta de este tras entrar y me deja sentada en el borde de su cama, tiro el pantalón hasta la silla de su escritorio y suspiro cansada

Nos metemos debajo de las sábanas y de repente siento en mi barriga un fuerte pinchazo

-Hostia puta. Suspiro dolorida

-¿Te toca la regla, no bebé?. Pregunta colocando su mano en mi tripa

-¿Como lo sabes?. Lo miro impresionada

-Hombre... ¿Sino de que te ibas a presentar aquí a la 1 de la mañana cachonda perdida?. Ríe obvio

-Verdad. Admito -Es que me pongo malísima y de normal me hubiera conformado con masturbarme y ya pero me he puesto a pensar y... no he podido evitar plantearme aquí, menos mal que vivo cerca, es que estoy segura de que nadie más hubiera podido saciarme, solo te necesitaba a ti

𝐄́𝐥 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐲𝐨 [𝟏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora