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La reacción de Rusia al volver de la playa y ver que había otro oso más en casa tan sólo fue gritar y correr hacia el animal para abrazarlo. El animal blanco se dejó, muy feliz por ser abrazado, aunque fuera por un desconocido. 

URSS observaba la escena, temiéndose que su hijo mediano le cogiera cariño al animal y se negara a abandonarlo. Cosa que seguramente iba a pasar. 

—¡Papá, no me dijiste que ibas a adoptar otro oso!—Dijo, sosteniendo al osezno modo El Rey León, mientras le miraba a los ojos con una gran sonrisa. URSS gruñó. Si tan sólo supiera que se trataba de un regalo no deseado de alguien no deseado no se alegraría tanto.—¿Es macho o hembra?

—¿Me ves cara de saberlo?—Respondió el mayor, con un gruñido, mirando hacia otro lado con molestia. Rusia examinó al oso con atención, y segundos después miró a su padre con emoción.

—¡Es macho!—Parecía un niño pequeño recibiendo su primera mascota.—¡Quiero llamarlo Leopoldo II!

—¿Por qué no puedes ponerle nombres normales a los osos? No sé: Blanquito, Nieve, Moscú... No Leopoldo.

—Si digo que se llamará Leopoldo II SE LLAMARÁ LEOPOLDO II.—Dijo Rusia, quien no estaba dispuesto a ponerle un nombre tan cursi como los que había propuesto su padre. ¿Cómo quería ponerle "Blanquito" a un oso?

URSS resopló, mientras Rusia dejaba a Leopoldo II en el suelo. Observó como Alfredito se acercaba al oso blanco con curiosidad y luego le olisqueaba. El oso de color marrón alzó una pata y le dio unos golpecitos a Leopoldo II en la cara, como si quisiera comprobar que aquel animal era real. 

El oso recién llegado se apartó con un quejido y se sentó un poco más alejado. Alfredito le siguió con emoción y se sentó a su lado. 

—Míralos, son adorables—dijo Rusia, quien estaba a punto de derretirse. Más cuando vio que Alfredito frotaba su cara contra la de Leopoldo II como si fuera un gato.—¿Nos podemos quedar a Leopoldo? Por favooooorrr—rogó el ruso, mirando a su padre con un puchero. 

—No—respondió URSS. Lo que le faltaba. Tener a otro oso más en casa que le molestara mientras dormía y que le quitara la comida. Rusia se aferró al más mayor, abrazándole.

—Porfaaaaa—repitió. Se giró hacia los dos osos, que ahora jugaban juntos.—Sólo míralo, es adorable. Imagínate a esta cosa tan bonita y angelical tirada en medio de la calle...

URSS apartó a su hijo de un empujón, de mal humor.

—No.

—¿¿Por qué??—Preguntó Rusia, como si fuera un niño pequeño. URSS se aproximó a Leopoldo II para agarrarlo. Lo consiguió bajo la mirada triste del oso blanco y de Rusia.

—Porque no lo quiero en esta casa. Ni siquiera lo deseaba.—Rusia abrió la boca para decir algo pero el mayor le interrumpió.—En lo que tú estabas fuera de casa, Third Reich vino y me dio esta cosa sin darme tiempo a rechazarla. Este oso no es mío. 

Rusia, de nuevo, hizo un puchero para convencer a su padre, pero no hubo forma. URSS dejó a Leopoldo II en la caja en la que había venido y la cerró de nuevo. El menor trató de convencerle abrazándole e impidiéndole irse hacia la puerta, pero su padre, a pesar de tener las manos ocupadas, fue capaz de empujarle para que le soltara.

Luego, el ruso cerró la puerta, dejando a Rusia solo en el salón, con Alfredito.

(...)

Mientras tanto, URSS caminaba hacia la casa de Third Reich y Alemania, con la caja cerrada y agarrada, mientras notaba cómo Leopoldo II trataba de escapar de ella, pero sin lograrlo. La gente por la calle le miraba raro, pero no le importó. Siguió andando hasta ver por fin, la casa donde vivían tanto Third Reich como Alemania.

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora