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Polonia observaba como Prusia se acercaba a él lentamente. El polaco desvió la mirada, y con lágrimas en los ojos, se levantó del suelo para comenzar a caminar hacia otro lado.

El prusiano le detuvo agarrándole del brazo. Polonia se giró hacia él, derramando una lágrima.

—Pol, por favor, escúchame—pidió Prusia, sintiéndose muy mal. Polonia apretó los dientes con rabia.

—No me llames así—gruñó. Prusia suspiró levemente y le miró, triste. Tiró un poco de su brazo y se sentó. Polonia no le imitó, con una mirada triste. El prusiano le pidió que se sentase también, y después de varios intentos, consiguió que el polaco obedeciese, manteniendo las distancias.

—¿Qué quieres?—Preguntó el polaco, fríamente. Prusia no se atrevió a agarrarle de la mano por muchas ganas que tenía. Se mordió el labio inferior mientras le miraba, con tristeza y vergüenza.

—Y-yo... Quiero explicarte lo que ha ocurrido antes, no...

—Sí, ya lo entiendo.—Habló Polonia, con voz cortante y un gruñido.—No es lo que yo pienso, ¿No? Es muy común que una chica se te acerque y de la nada y te bese como si os amaseis de siempre.

—No, Polonia, ella... No es mi pareja.—Polonia gruñó e hizo girar sus ojos. Quiso hablar, pero Prusia se le adelantó.—Puede parecer que miento, pero... Pero te juro que es verdad lo que digo. Ella... Ella se llama Ana y la conocí en mi viaje a México porque era mi guía por el país. Si quieres que te diga la verdad, éramos pareja, pero... Ella tuvo un accidente y casi muere. Al principio hablábamos todos los días, con el paso del tiempo, comenzó a haber días en los que ni siquiera hablábamos. Después, comenzamos a hablar cada vez menos hasta que dejamos de hacerlo. En ese momento, supuse que habíamos cortado y por eso empecé a salir contigo, aunque... Se ve que ella continúa pensando que somos pareja y... Por eso me besó.

Todo se quedó en silencio. Polonia le miraba con cara de no creerse absolutamente nada de lo que el prusiano decía. Prusia le miró, arrepentido. Le agarró de la mano, mirándole con tristeza. El polaco no la soltó, pero tampoco le miró.

Prusia apretó su mano con fuerza, acercándose más a él.

—Pol, por favor, perdóname. Te juro que ya no tengo nada con esa chica y que te amo muchísimo. Más que a nadie—habló el prusiano. Estiró el brazo para acariciarle la mejilla.

Se acercó aún más a él, quedando muy cerca de Polonia. El polaco no se apartó. Le miró a los ojos, triste. Prusia dejó una de sus manos sobre la mandíbula del menor, acercándose más.

—¿Puedo?

Para la sorpresa (y felicidad) del prusiano, fue Polonia quien le tomó por la mandíbulas y le besó con pasión.

Prusia tan sólo se pegó a él, mientras el polaco pasaba sus brazos por el cuello del más alto, acercándole a él. Polonia se inclinaba hacia atrás, haciendo que Prusia estuviese cada vez más encima suyo, sin separarse.

El prusiano terminó por colocarse encima del polaco. Después se separó, tratando de recuperar el aire, muy cerca de Polonia. Éste también jadeaba, con una sonrisa.

—Kocham cię (Te quiero)—dijo el menor, abrazándole con fuerza y ternura. Prusia sonrió y le dio un beso en la frente, acariciando el cabello del polaco con suavidad.

—Ja również (Yo también)—respondió el prusiano.

—Awwww, son adorables—comentó Italia, colocándose al lado de España, quien observaba de pie a la pareja con una sonrisa, a unos metros de ellos. El español giró la cabeza para mirar al italiano y de inmediato le tapó los ojos con la mano. Si continuaba mirando a Prusia y a Polonia, estaba seguro de que Italia iba a querer ponerse igual con él y le apetecía tener un día de playa normal.  

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora