Al final, el ruso optó por robarle la cuchara, aunque Third Reich tampoco parecía muy fastidiado. El alemán se inclinó de nuevo para dejar la copa vacía del soviético sobre la mesa y quedarse con el cambio, lo cual eran veinte céntimos.
URSS se rio para burlarse de él.
—Cuidado, máster, no vaya a ser que te compres un Ferrari con eso y me dés envidia—se burló el ruso. Third Reich le miró mal y optó por lanzarle a la cabeza el cambio moneda por moneda, mientras URSS se reía.
—Cuidado, máster, no vaya a ser que por tu culpa acabe en un hospital—siguió burlándose. Luego agarró las monedas del cambio y se las quedó. Le miró, con una sonrisa burlona.—Y gracias. Ahora seré yo quien me pueda comprar un Ferrari.
—Te odio—murmuró el alemán, con el ceño fruncido y ganas de matarle.
—Yo no creo eso—habló URSS, con una sonrisa divertida, mientras le miraba. Third Reich le miró igual de serio que antes desde la silla de enfrente.
—Es verdad. Para mí eres como mi hermano, mi mejor amigo—respondió con ironía. URSS siguió sonriendo, burlón y divertido a la vez.
—No va por ahí la cosa—se limitó a responder. Third Reich alzó una ceja, sin entender nada. De todos modos se quedó callado, mientras URSS seguía pensando en qué podía robarle a continuación.
Third Reich sólo le miró con cara de «ni se te ocurra robar». Aunque URSS se veía bastante dispuesto a ignorar su advertencia.
Acabó robando algunas de las pajitas del bote que había sobre la mesa. Third Reich les miró raro, y el ruso se dio cuenta de ello.
—A mis hijos les encantan.
No necesitaba volver a mirar las pajitas para saber que Rusia gritaría de emoción cuando las viese.
—¿Tienes mascotas?—Preguntó Third Reich, sin moverse ni un centímetro de donde estaba. URSS asintió mientras agarraba algunas pajitas más para él y para los osos.
—Sí—respondió el ruso.—Una gata llamada Pelusa, otra gata llamada Tortita, también está Katze, que es de Prusia, más los osos: Alfredito y Leopoldo II.
—Espera—llamó el alemán, pues URSS había ido pasando las fotos de cada uno de sus animales, y había una que le había "llamado" la atención.
Convenció al ruso para que retrocediese hasta la foto de Katze.
En cierto momento, se inclinó hacia URSS y le robó el móvil.
(...)
Al día siguiente, cada uno había traído lo necesario para montar el puesto: bandejas, vasos, platos y etc.
Era 24 de dicembre. La mañana siguiente era Navidad y estaban muy nerviosos, aunque algunos más que otros.
Alemania no paró de decirle en ningún momento a Rusia lo maravillosa que iba a ser la feria y lo bien que se lo iban a pasar mañana.
Rusia suspiró. No había parecido tan hablador y hasta pesado cuando había empezado a conocerlo con la intención de ser pareja.
—Yo no tengo planes—habló el ruso, con una sonrisa divertida mientras le arrinconaba contra una de las paredes del puesto y le agarraba por las caderas.—¿Me ayudas a hacerlos?
Se acercó mucho a él y le besó durante varios segundos, mientras Alemania pasaba sus brazos por detrás del cuello del ruso para acercarle más a a él.
Hubo un segundo beso. Y un tercero, y un cuarto, y un quinto, hasta también un sexto.
—Puaj—habló Italia, mirándolos desde algunos metros más allá, sentado junto a España, quien estaba agarrado de la mano de Italia. El italiano sentía muy a menudo las uñas del español clavándose con fuerza en su mano, aunque tampoco le importó.
—Son adorables—respondió España sin apartar la vista de aquellos dos. Luego miró disimuladamente a Italia, mientras se sonrojaba un poco.
Italia gruñó y volvió a girar la cabeza para mirar a España. Este, de inmediato apartó su mirada de allí, avergonzado.
—¿Te encuentras mejor?—Preguntó el italiano, con una sonrisa, mientras dejaba su mano sobre la cintura de España y se acercaba más. El español sonrió levemente.
—No.
Italia se quedó callado, sin saber qué hacer o qué decir. Se sentía muy culpable, como si el tuviese la culpa de que a España le pasara eso. Le acarició el cabello para tranquilizarle.
—Lo siento—habló el italiano. España se quedó callado, mientras se volvía a doblar por la cintura, con una exclamación de dolor.
En ese momento, Rusia y Alemania por fin se separaron, aunque ambos tenían cara de querer seguir hasta caer agotados.
El alemán se acercó, muy sonrojado y jadeando un poco hasta España e Italia.
—Venga, tenemos que distribuirlo todo. Hoy. Así que ya nos podemos poner las pilas—habló Alemania. España e Italia sonrieron y el italiano ayudó a España a levantarse. El español no estaba tan débil como para necesitar ayuda de verdad, aunque siempre se agradecía un pequeño apoyo.
Entre los cuatro, comenzaron a montar y a poner las bandejas, platos y vasos en sus sitios para el día siguiente. También montaron el mostrador donde poner la comida.
Al día siguiente, quedaron muy pronto para preparar la comida y que estuviera lista y recién hecha para la feria.
Luego, tras varias partidas del UNO, se despidieron y España e Italia se fueron cada uno en una dirección. Rusia se disponía a hacer lo mismo cuando alguien le agarró del brazo para detenerle.
Se giró y se dio cuenta de que era Alemania. Este sonreía, divertido y sonrojado, mientras le hacía un gesto para que le siguiera.
—Ven. Hoy te quiero en mi casa.
Perdón si hay errores o algo así, me acabo de despertar y el 90% del capitulo lo escribí con los ojos medio cerrados.
Chau
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Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎
ComédieContinuación de Rusia y sus Cinco Pretendientes 📍Esta historia no se centra en ningún ship en especial, pero sí se nombran algunos 📍No es necesario leer antes Rusia y sus Cinco Pretendientes, pero es recomendable ya que así se entenderán mejor alg...