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—¿Qué?—Preguntó Rusia en seguida, intrigado y sorprendido. Alemania hizo una pausa, sin estar muy seguro de si hablar o no.

—Pues... Igual es una tontería, pero... La última vez que tu padre y mi padre estuvieron en las cabañas, fue hace dieciséis años, y yo aún era pequeño. Tu padre torturó al mío durante varios días en el sótano de mi cabaña, hasta que por fin conseguimos irnos. Puede que suene una estupidez, pero igual está arrepentido por lo que le hizo.

Rusia se quedó callado varios segundos.

—No creo, ha pasado mucho tiempo y sería raro que sólo se arrepintiese después de dieciséis años—respondió el ruso. Alemania insistió.

—Ya, pero quizás no se acordaba de ello hasta que ha vuelto a la cabaña.—Volvió a hablar el alemán. Rusia se quedó callado, sin pensar en absolutamente nada. Alemania tampoco dijo nada más. Tan sólo se quedaron sentados sobre el césped, abrazados.

(...)

—Hola—saludó Ucrania, con una sonrisa tímida, saludando a Noruega, quien estaba en la puerta de la cabaña. Noruega le devolvió la sonrisa e hizo un gesto con la mano como saludo. El ucraniano dejó pasar al noruego, y después cerró la puerta.

Se quedaron sonriendo en silencio, incómodos, mientras pensaban en algo que hacer o que decir. Justo en ese momento, sonó la voz de Rusia, que hacía un rato se había separado de Alemania porque este tenía que hacer las maletas para salir mañana. 

—Ucrania, ¿Me traes mi botella de agua? Está en alguna parte de mi habitación—habló el ruso, tumbado en el sofá y sin ganas de moverse. Ucrania, a pesar de que no estaba hablando de nada con Noruega, tampoco quería moverse. De todos modos, obedeció, pues quizá así se le ocurría algo de lo que hablar con el noruego por el camino. 

Caminó hasta la habitación del ruso y una vez allí comenzó a registrar los cajones y sitios posibles donde pudiera estar la botella de agua. Pero no la encontraba. Pensó en preguntarle a Rusia si estaba seguro de que la botella estuviera por allí.

—Noruega—llamó Rusia, desde el sofá todavía, un minuto después de que Ucrania se metiera en la habitación. El noruego se giró hacia él, con una ceja alzada.—¿Podrías ir a ver si mi hermano encuentra la botella? Es lo suficientemente imbécil como para perderse en mi cuarto.

Noruega asintió sin decir nada y caminó hasta la habitación de Rusia. 

—¿Va todo bien, Ucrania?—Preguntó el noruego, entrando en la habitación, y encontrando a Ucrania buscando como loco. El ucraniano, sorprendido, se giró hacia él y asintió.

—Sí, pero me parece que aquí no hay ninguna botella—respondió, volviendo a mirar por tercera vez en los cajones de la mesilla de noche. En algún lado tenía que estar la botella de la que hablaba Rusia.

—Déjame ayudarte—pidió Noruega, poniéndose a su lado para ayudarle a buscar en los cajones. Nada. Allí no había nada. Pasaron unos segundos cuando de pronto, oyeron un ruido muy fuerte, no demasiado lejos de allí.

Alguien había cerrado la puerta de la habitación. Y ese alguien también había puesto el pestillo.

Ucrania se giró de inmediato, alarmado y corrió hasta la puerta. Después la golpeó.

—¡Rusia! ¡Rusia, abre la puerta!—Pidió, mientras daba algunos golpes en la puerta cerrada de la habitación. Noruega se colocó a su lado. Se le notaba bastante tranquilo, como si le diese absolutamente igual haberse quedado encerrado en una habitación ligeramente pequeña.

La voz del hermano menor de Ucrania no tardó en sonar al otro lado de la puerta.

—Venga, hablad de lo que tengáis que hablar. No saldréis de ahí hasta que no lo hayáis hecho.

Ucrania bufó, molesto. No le molestaba la idea de hablar con Noruega, pero hacerlo encerrados en una habitación pequeña tampoco era una maravilla de idea. Se cruzó de brazos y se sentó al lado de la puerta, con las piernas encogidas. 

El noruego le observó durante algunos segundos, hasta que por fin se sentó al lado de él, con una sonrisa, tratando de animarle. Ucrania ni siquiera le miró. Noruega le abrazó tiernamente durante algunos segundos. Al ucraniano le dio un vuelco el corazón.

—Venga, Ucrania, no estés así. Sólo tenemos que hablar un poco y tu hermano nos dejará salir.—Dijo el noruego, tratando de hacerle sonreír. El ucraniano no dijo nada. Por una parte, estaba de mal humor por la trampa de Rusia. Por la otra, quería pasar tiempo con Noruega.

Suspiró y rodeó la cintura de Noruega con uno de sus brazos. 

—Te quiero—susurró. 

De inmediato deseó no haber dicho eso. Rezó para que Noruega no le hubiese oído. El noruego sonrió y apoyó su cabeza en el hombro del ucraniano. 

—Lo sé—respondió Noruega, también en un susurro. Ucrania se sorprendió mucho. Esperó que dijera cualquier cosa menos esa. Le miró de inmediato.

—¿Cómo?—Preguntó, en voz alta. Hizo una pausa.—¿Cómo lo sabes? Nunca te lo había dicho, y tampoco me  acercaba  a ti porque me daba vergüenza, es imposible que...

—Me lo dijo Rusia—respondió Noruega, cerrando los ojos. No añadió nada más. Ucrania también se quedó callado, sin saber muy bien qué hacer o qué decir. Iba a hablar seriamente con Rusia cuando saliera de allí. 

El noruego continuó abrazado a él. No se oyó nada durante algunos minutos. Hasta que Ucrania comenzó a agobiarse un poco en aquella habitación, pues era bastante pequeña.

—¡Rusia!—Llamó en voz alta. Iba a añadir algo más, pero se calló cuando Noruega dejó su dedo índice sobre sus labios, indicándole que se callara. Ucrania obedeció. Aunque en su mente no dejaba de pensar en algo de lo que hablar, pues el silencio comenzaba a ser incómodo. 

—Oye—llamó Ucrania en voz alta, mirando a Noruega. Este levantó la cabeza para mirarle.—Si los diestros están de mal humor cuando se levantan con el pie izquierdo... ¿Los zurdos están de mal humor si se levantan con el pie derecho?

Noruega al principio no dijo nada, tratando de creer que Ucrania no había dicho eso con la intención de iniciar una conversación. Se encogió de hombros.

—No sé—respondió. Luego volvió a cerrar los ojos. Y Ucrania no volvió a hablar, pues estaba claro que a Noruega no le apetecía otra cosa que no fuera abrazarle. Ucrania llevó su mano hasta la nuca del noruego y empezó a acariciarle, con una sonrisa. Noruega le abrazó aún más fuerte.

Luego los dos se durmieron.




















Noruega tiene complejo de Alemania :v

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora