64

356 32 41
                                    

Cuando se despertaron, los rayos de sol ya entraban por la ventana. España se movió un poco, todavía entre los brazos de Italia. Se giró hacia el italiano con algo de lentitud y cansancio a pesar de lo mucho que había dormido, y quedó frente a él. Le observó durante varios segundos, con una sonrisa. Era hermoso.

Enredó sus dedos en el pelo del italiano lentamente. Lo acarició, acercándose a él. Llevó sus dedos a su nuca y se estiró para darle un corto beso. Se quedó mirándole varios segundos más, todavía sonriendo. 

El italiano dormía profundamente. Tanto, que ni siquiera se despertó con el beso de España, ni tampoco con sus caricias en el pelo. El español observó su rostro de nuevo, con una sonrisa de tonto en la cara, mientras se sonrojaba levemente.

Cuánto le deseaba.

Continuó observando su rostro tranquilo, su pelo despeinado, su respiración lenta. Parecía un ángel. 

Se arrepintió de haberle rechazado la noche anterior. Estaba cansado y agotado, pero Italia era precioso y muchísimas personas pagarían por tener una noche con él.

Continuó observándole, y después alargó un poco el brazo para acariciarle una de las mejillas, aguantando sus ganas de desvestirle entero. El italiano sonrió mientras se movía un poco, sorprendiendo a España.

—Buenos días—saludó el español, acercándose un poco más a él. Italia, tras algunos segundos, abrió los ojos y vio a España frente a él, muy cerca el uno del otro. Le devolvió el saludo.

—Buenos días.—Saludó, tomándole por la mandíbula, aunque sin besarle. Luego, con una sonrisa juguetona y burlona a la vez, añadió:—¿Ya no estás tan cansado, eh?—Se burló, para hacerle rabiar. España era aún más adorable cuando se enfadaba.

España le devolvió la sonrisa, sin dejar de acariciar lentamente su mejilla, aunque sorprendentemente, permaneció tranquilo.

—No—respondió el español. Era muy tierno. O al menos así lo veía Italia. El italiano se mantuvo algunos segundos quieto, hasta que comenzó a deslizar lentamente una de sus manos por el cuerpo de España, hasta llegar a su cadera y agarrarla como si temiera que su pareja se fuese a escapar. Luego se acercó a él y le besó durante varios segundos.

España pegó su cuerpo al de Italia, disfrutando del roce que había entre ellos. A Italia le recorrió un escalofrío de arriba a abajo hasta que se separaron con un leve jadeo.

España vio las intenciones de Italia en su mirada y se sonrojó, al mismo tiempo que dejaba una mano sobre su pecho.

—I-Italia, aquí no.—Hizo una pequeña pausa, mientras el italiano le miraba, atento.—Recuerda que están Noruega y Argentina en el salón.

Italia se mordió el labio inferior y apenas dos segundos después del comentario del español, se colocó lentamente encima del menor, mientras España se ponía cada vez más nervioso y sonrojado. El italiano se acercó a él.

—Noruega y Argentina pueden pensar lo que quieran.

España le devolvió al italiano su sonrisa de nuevo. Al final acabó por agarrarle por las mandíbulas y atraerle hacia él, con cierta brusquedad. Y lo besó con pasión como si no hubiese nada más en el mundo.

Italia le mordió el labio inferior en varias ocasiones, mientras a España tan sólo le daban escalofríos cada ciertos segundos. Soltó un leve gemido cuando el italiano le lamió los labios.

Oyeron la puerta abrirse, dándoles un susto de muerte. 

Con un respingo, ambos se giraron y vieron allí a Argentina, quien se había detenido y callado en seco al verlos. Se sonrojó un poco y apartó la vista, avergonzado. 

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora