—Vamos a ver—comenzó a hablar URSS, que estaba sentado en el sofá y miraba a sus cuatro hijos con paciencia.—Tenemos que establecer unas reglas y unos límites o me volveréis loco.
Ese simple comentario ocasionó muchos resoplidos y muchas quejas por parte de Rusia, Ucrania y Prusia, pero el mayor les ordenó a todos que se callaran y le escucharan de una vez o las cosas se pondrían peores.
—También me gustaría pasar tiempo con vosotros. Tiempo divertido y pacífico, sin gritos, ni peleas. No he tenido hijos para estar todo el día peleándome. Así que por ello vamos a construir una Familia Felizmente Feliz.
De nuevo, los tres hermanos más mayores se quejaron, mientras que Bielorrusia no dijo nada. A ella le hacía ilusión pasar tiempo con la familia, aunque la idea de poner reglas no le gustaba en absoluto.
—Empecemos por las reglas—dijo URSS, pues eso era lo que más ganas tenía de decir, para poner orden y que todo estuviera más tranquilo a partir de ahora.—Regla número uno: está prohibido montar ruido antes de las siete de la mañana. Regla número dos: está prohibido pasar mucho tiempo en la habitación.—Eso último lo dijo mirando a Prusia a modo de advertencia. El prusiano resopló, enfadado. Odiaba seguir órdenes, pero si había algo que odiara más que eso, era estar con su familia.
—Regla número tres—continuó URSS—si queréis que tengamos osos en casa, debéis educarlos. No quiero que una cosa de esas me despierte pisándome la cara a las cinco de la mañana o que se suba a la mesa y me quite mi desayuno—dijo, mirando principalmente a Rusia, quien se cruzó de brazos, indignado.
—¡Eso es porque les tratas mal!—Respondió el ruso, molesto.
—¡¿Qué yo les trato mal?!—Chilló su padre, incrédulo.—Esos osos viven mejor que muchas personas. Sería mala persona si impidiera que esos bichos me despierten por la noche, se tumben encima mío, me quiten el desayuno y me hagan heridas.
Rusia se quedó callado, mientras agarraba a Alfredito en brazos como si fuera un bebé y lo acariciaba, aún más indignado. Su padre no lo entendía. No entendía que lo divertido era tener un oso así, no uno que estuviera todo el tiempo quieto como una estatua y sin hacer nada.
URSS siguió recitando reglas durante diez minutos más, Prusia y Ucrania ya habían desconectado por completo hacía un buen rato. Rusia se dedicaba a acariciar a Alfredito, escuchando a su padre por encima, sin hacerle mucho caso. Este último no parecía darse cuenta de que ya nadie le escuchaba con atención.
Cuando finalizó de recitar todas las reglas, se levantó del sofá y miró a todos sus hijos, luego soltó.
—Haced las maletas.
Aquel comentario captó la atención completa de los cuatro, que lo miraron, extrañados. ¿Hacer las maletas? ¿Para qué? ¿Adónde se iban? ¿Por qué? ¿Cuándo? A ninguno le dio tiempo a preguntar, pues URSS se les adelantó.
—No os penséis que nos vamos a quedar aquí. Quiero tomarme un respiro y vosotros vais a venir conmigo.—Hizo una pausa y luego continuó.—Nos vamos a la antigua cabaña donde hace mucho tiempo pasábamos los veranos. Salimos mañana.
Aquello llamó la atención de todos, especialmente de Bielorrusia, pues ella no había ido todavía a aquella cabaña de la que su padre hablaba. En cambio, Rusia y Ucrania sí que habían estado varias veces cuando eran pequeños. A Rusia le costó recordar el interior de la casa, pues esta era enorme y la última vez que recordaba haber ido había sido cuando tenía siete años.
Después de decir aquello, dejó que sus hijos volvieran a sus habitaciones, algunos molestos o enfadados por las reglas que su padre había puesto. Rusia agarró a Alfredito y a Leopoldo II en brazos y subió las escaleras con ellos. Quería que los osos le ayudaran a elegir la ropa que se iba a llevar en la maleta.
(...)
—¡Mira, papá!—Dijo Alemania, muy feliz y con Benito en el hombro como si fuera el loro de un pirata. Se acercó a su padre, con el móvil en la mano, muy emocionado. Third Reich le miró con una ceja alzada, esperando a que Alemania recitara su idea rara o su tontería del día. El menor se sentó junto a él en el sofá.—¡Rusia y su familia van a ir a su cabaña en el bosque!
—Y a mí qué—respondió Third Reich, tratando de ignorar los recuerdos que le venían a la cabeza, y de disimular que todo estaba bien. Alemania sonrió tiernamente, mientras sus ojos brillaban de emoción.
—¡¿Podemos ir nosotros también a nuestra cabaña?!—Preguntó, como si fuera un niño pequeño. Third Reich se puso un poco pálido, pero luego miró a su hijo con indiferencia y negó con la cabeza.
—No.
—¿¿Por qué??—Preguntó Alemania, decepcionado. A él le hacía demasiada ilusión volver a aquella cabaña. Además, iba a poder estar con Rusia y con sus hermanos todo el tiempo si quería, era todo maravilloso.
—Por que no. No volveré allí.
—Bueno, entonces iré yo solo con Rusia y su familia. Puedes quedarte aquí si no quieres venir.—Dijo, pues no iba a perderse una oportunidad tan buena como aquella sólo porque su padre no quería ir.
—¡No!—Chilló el más mayor. Jamás dejaría que su hijo se fuera con URSS y su familia él solo. Nunca. Alemania le miró, mientras le abrazaba y se quedaba pegado a él.
—¿Entonces?
Third Reich suspiró y se hundió en el sofá, como si aquello le fuera a proteger del peligro que temía. Lo tenía que reconocer, estaba asustado sólo de pensar en regresar allí.
—No lo entiendes, ¿Verdad? Ya no te acuerdas, pero yo sí. Me acuerdo como si fuera ayer.—Dijo, en voz baja. Alemania levantó la cabeza y le miró, con el ceño un poco fruncido.
—Sí, claro que me acuerdo. Me acuerdo perfectamente, pero eso fue hace muchos años. Pero sé que no volverá a pasar. De todos modos, tenemos a Blondi, y URSS no es lo suficientemente tonto como para hacerte nada estando sus hijos también allí.—Respondió Alemania, abrazando con fuerza a su padre, para calmarle.
—No lo entiendes. No entiendes nada—gruñó en voz baja. Alemania apenas lo oyó, y continuó abrazado a su padre durante diez minutos más, en silencio. Finalmente, Third Reich habló, abrazando a su hijo con fuerza.
—Alemania—dijo, en voz muy baja, pero igualmente, el alemán menor escuchó lo que decía. Hizo una pausa.—Iré contigo.
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Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎
HumorContinuación de Rusia y sus Cinco Pretendientes 📍Esta historia no se centra en ningún ship en especial, pero sí se nombran algunos 📍No es necesario leer antes Rusia y sus Cinco Pretendientes, pero es recomendable ya que así se entenderán mejor alg...