76

306 28 37
                                    

La fila de juguetes ya recorría todo el primer piso de la casa de Canadá cuando el canadiense y Dinamarca escucharon la puerta abrirse. 

USA entró a la casa con una bolsa en la mano y una gran sonrisa en la cara. Dinamarca se levantó de inmediato al verle y corrió hasta él para saludarle con un fuerte abrazo. El estadounidense también le rodeó con los brazos con cariño.

Dinamarca se separó a los segundos, con Canadá a su lado. USA miró al danés. Era muy tierno.

Denmark, te traje esto—a continuación, el estadounidense metió la mano en la bolsa y sacó un peluche de un pingüino que a Dinamarca le hizo chillar de alegría. Lo agarró y abrazó con fuerza. Era simplemente hermoso. 

—¡Me encanta!—Habló el danés, abrazando a USA  de nuevo.—¡Es igual a Stancy!

El americano sonrió, contento de que a Dinamarca le gustase su regalo. Hacía unos días, lo había visto en una tienda y le había parecido adorable. Y ahora que volvía a ver a Dinamarca después de un tiempo, le había parecido una buena idea la de regalárselo.

El danés, después de agradecérselo mil veces, volvió a dirigirse hacia la larguísima fila que debía seguir construyendo. Era la mejor que había hecho hasta ahora. Canadá y USA le siguieron, y el canadiense no tardó ni dos segundos en sentarse al lado de Dinamarca para ayudarle.

USA les observó durante algunos segundos, de pie. Después decidió sentarse también para ayudarles. 

. . .

—Hum... Canadá, ¿Te importa que marque una cosa en mi vaso?—Preguntó Dinamarca, mirando el vaso que tenía frente a él. El canadiense le miró, algo extrañado. ¿Para qué quería el danés marcar el vaso? De todos modos, tampoco veía ningún inconveniente.

—Eh... No, claro que no—se limitó a responder, con curiosidad. Cada vez Dinamarca le sorprendía más. 

Entonces, el europeo sacó de su bolsillo un rotulador que USA le había dejado hacía un rato para escribir y memorizar todos los códigos postales del americano. Sorprendiendo mucho a los dos hermanos, el danés hizo una pequeña raya horizontal en la mitad del vaso con el rotulador.

. . .

Canadá alzó una ceja, preguntándose para qué querría el danés esa raya en el vaso. Dinamarca, una vez tuvo la raya lista, guardó el rotulador en su bolsillo de nuevo y dejó el vaso en paz. USA le miró desde la silla que se encontraba a su lado derecho.

Denmark, ¿Para qué has hecho esa raya?—Preguntó. El danés le miró, sonriendo con ternura. 

—He marcado justo la mitad del vaso. No me gusta que tenga más de la mitad de agua—explicó. USA parpadeó, sorprendido. Aunque luego, como siempre, le consideró la persona más tierna del mundo. 

Canadá soltó una pequeña risa tierna justo antes de sentarse para cenar. Mientras tanto, Dinamarca ajustaba sus cubiertos. Debían estar a la misma altura y con exactamente tres centímetros de distancia entre ellos. 

—Eres lo más bonito del mundo—le dijo Dinamarca a su pingüino de peluche, que estaba en el sofá, alejado de él. A partir de ahora pensaba hablarle como si fuese una persona más. 

Después de cenar, los tres se quedaron un poco más viendo la televisión, hasta que el reloj dio las diez de la noche. Dinamarca no quería regresar a su casa, pero de todos modos, sabía que debía hacerlo. No quería que Bélgica y Países bajos se preocupasen por él.

Se levantó y miró a los dos hermanos con una gran sonrisa tierna. Luego metió a su pingüino de peluche en la bolsa donde USA lo había traído y habló.

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora