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Una vez más, Third Reich dio gracias al cielo por haberse despertado ya de día y sin haber tenido problemas por la noche. Se preguntó dónde estaba Blondi al instante, pues estaba acostumbrado a que la pastora alemana durmiera encima suyo o muy cerca. Entonces recordó que al final había dormido con Prusia.

Dirigió su mirada hacia Blondi, para asegurarse de que estaba bien. Se quedó un poco más tranquilo al verla junto a Prusia, tumbada y durmiendo profundamente. Sin ni siquiera darse cuenta, miró a Prusia. Él también estaba dormido, al igual que Katze. Pero... Había un pequeño detalle...

Prusia estaba sin camiseta.

Y Third Reich no le podía culpar, pues ahora que se daba cuenta, hacía calor. Mucho calor.

Inconscientemente, su vista recorrió la cara y el torso de Prusia. Comenzó a sonrojarse cada vez más. Su vista quedó fija en el pecho y músculos del prusiano. Sus latidos se aceleraron y se mordió el labio inferior.

Buff...

¿Por qué le ocurría aquello? Sacudió la cabeza y se esforzó para mirar hacia otro lado. Tenía que parar aquello. No podía gustarle Prusia. Pero, por otra parte, le miraba y... Sabía que no podía, que URSS le mataría si se enteraba, pero no lo podía evitar. 

Un sonido le sacó de sus pensamientos. 

Se trataba del teléfono de Prusia. Le estaban llamando. Sabía que no estaba bien, pero no pudo resistir a la curiosidad de quién le estaba llamando. Dirigió su mirada a la pantalla del móvil de Prusia. Le estaba llamando... ¿Polonia?

Sí, allí, en letras bien grandes, estaba escrito "Polonia" y al lado un corazón rojo. 

Por alguna razón, ese último detalle del corazón le molestó. Gruñó. Polonia. Le estaba llamando Polonia. Y no podía soportarlo. Durante unos segundos pensó en colgarle el teléfono, pero luego decidió que no. No quería arriesgarse a que Prusia le viera colgándole el teléfono a quien parecía ser una persona importante para él. 

Se sorprendió cuando vio que Prusia se movía un poco. De inmediato, Third Reich volvió a tumbarse con cuidado. No quería que Prusia supiera que estaba despierto. Si fingía estar dormido, quizá pudiera escuchar la conversación.

Sabía que escuchar conversaciones ajenas estaba mal, pero no podía evitarlo. Necesitaba saber qué era Polonia para Prusia.

Notó cómo el prusiano se movía y agarraba el teléfono. Tras varios segundos, los susurros de Prusia fueron lo único que se escucharon en la habitación. Third Reich escuchó con atención, a pesar de que se sentía culpable por lo que iba a hacer.

—Hola—saludó Prusia, con una sonrisa, mientras se sonrojaba un poco. Se hizo el silencio.—Sí, pero me has despertado.—El prusiano soltó una pequeña risa tierna. De nuevo, silencio. Third Reich no era capaz de escuchar lo que Polonia decía por mucho que lo intentaba. 

Ese silencio duró unos cuantos segundos más. 

—Supongo que un par de días más. Hasta que mi padre quiera volver. Te avisaré cuando me vaya—susurró Prusia, todavía con su sonrisa y su color en las mejillas, el cual quizá había aumentado un poco. Tras unos segundos, Prusia volvió a soltar una pequeña risa tierna.—Sí, luego te llamo. Un beso, te quiero.

Segundos después, Prusia colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesilla de noche, exactamente en el lugar donde estaba. Esas últimas dos palabras fueron como un puñetazo en el estómago para Third Reich. 

"Te quiero". 

Prusia le había dicho a Polonia "te quiero".

Sintió el impulso de incorporarse y pedirle que se explicara un poco mejor, pero obviamente decidió que no segundos después. El prusiano se daría cuenta entonces de que lo había escuchado y seguramente  se enfadaría con él. 

Trató de olvidar todo aquello, aunque le era difícil.

(...)

Alemania fue el primero en despertar. Inspiró el olor de Rusia, que estaba pagado a él, ambos abrazados. Hundió la cara en el torso desnudo del soviético, mientras le abrazaba con cariño y con fuerza. 

En esos momentos, el ruso despertó. Sonrió y acarició la espalda del alemán lentamente. Alemania levantó la cabeza para mirarle. Rusia le acarició la mejilla, mientras ambos se miraban con una sonrisa, embobados. Al final el más alto se inclinó para besarle suavemente. 

Alemania se dejó. 

No fue hasta que se separaron, varios segundos después, que se dieron cuenta de que ya era de día. Alemania se incorporó de golpe, alarmado. 

—¡Rusia!— gritó en un susurro.—¡Ya es de día!

Rusia alzó una ceja. ¿Qué había de malo en que fuera de día? Se movió un poco en el poco espacio que tenía. Observó los rayos del sol entrar por la ventana. Le acarició la nuca con suavidad.

—¿Y?

—¿Cómo que "y"? ¡Tienes que irte, mi padre te va a ver! Dijimos que te irías pronto y ya son las nueve y media de la mañana, seguro que mi padre está ya despierto—Rusia protestó, pero Alemania consiguió tirarle de su cama para que se vistiera y saliera corriendo de allí.

Sin ningún tipo de ganas, Rusia se puso su ropa del día anterior y fue empujado por Alemania hasta el salón hasta que llegaron a la puerta. Rusia se detuvo allí mismo y miró a Alemania con una sonrisa divertida.

Le atrajo hacia él y le besó de nuevo durante algunos segundos. 

—Te amo—le dijo, en un susurro. Alemania hizo un gesto y asintió, mirando hacia otro lado.

—Sí, sí, yo también. Pero o te vas o agarro la escopeta de mi padre y te pego un tiro en la pierna.

Rusia soltó una risa y luego se despidió con un gesto para alejarse rápidamente. No sabía si su pareja estaba de broma o no, pero prefirió no arriesgarse.

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora