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Prusia estaba orgulloso de la obra que habían creado juntos. Sonrió y le contagió la sonrisa a Third Reich. Dejó el pincel sobre la mesa, emocionado. Volvió a colocarse al lado del prusiano. Amaba dibujar, y más si lo hacía con la compañía de Prusia.

Se hizo el silencio, mientras el prusiano observaba con orgullo el cuadro que habían hecho juntos. Mientras tanto, lo único que hacía Third Reich era pensar en algo que decir para romper el silencio.

—Eh... Tu padre me preguntó hoy por ti—fue lo primero que se le ocurrió decir. Prusia frunció el ceño, sin apartar la vista del dibujo.

—No me importa—respondió, con un tono de voz frío e inhumano. A Third Reich le dio un escalofrío al escucharlo. En realidad estaba acostumbrado ya a los cambios de voz de Prusia, pero aun así se le hacía extraño.

—Me... Me preguntó si estabas bien—continuó el alemán. El prusiano se quedó callado hasta que Third Reich volvió a hablar tras unos cuantos segundos.—¿Piensas volver a tu casa cuando nos vayamos de aquí?

Prusia continuó callado algunos segundos.

—No lo sé—se limitó a decir. El alemán por fin se quedó callado. Se sentó sobre su cama, con un suspiro de cansancio. Prusia ni siquiera le miró. Dejó él también el pincel sobre la mesa y salió de la habitación en silencio.

Third Reich supo de inmediato que le había molestado que mencionara lo de su padre.

¿Cómo podía haber sido tan tonto?

Estaba claro que a Prusia no le iba a gustar que hablara de eso. Por fin había conseguido "arreglar" las cosas con Prusia y ahora lo volvía a fastidiar todo.

(...)

Había dejado de llover por fin. Aunque cuando lo hizo ya estaba anocheciendo. Al menos Ucrania podría quedar con Noruega al día siguiente. Aunque primero tendría que quitarse de encima a Rusia o sería un infierno quedar con el noruego.

URSS todavía seguía en su habitación. No se le había visto en ningún momento del día. Rusia empezaba a preocuparse seriamente por su padre. ¿De verdad estaba lo suficientemente mal como para no salir en dos días?

¿Qué le ocurría, en ese caso?

Los dos hermanos cenaron junto con Bielorrusia. Cuando terminaron, Rusia se acercó de nuevo a la puerta del cuarto de su padre y dio unos golpecitos.

—Papá, ¿Quieres que te traiga un poco de comida de la cena?—Preguntó el menor. Su padre se iba a quedar excesivamente delgado si no comía nada. Incluso podía llegar a tener problemas graves si estaba más días sin comer absolutamente nada.

Tras algunos segundos, le llegó la voz de URSS desde dentro de la habitación.

—¡No tengo hambre!—Le gritó. Su voz sonaba triste y un poco enfadada. Sobre todo triste. Rusia inspiró hondo. Tenía que convencer fuese como fuese a su padre para que saliera de allí de una vez y se dignase, aunque sea, a comer.

—Papá... —Llamó Rusia. Hizo una pequeña pausa—no te puedes quedar todo el tiempo en la habitación, tienes que salir en algún momento.

No se escuchó absolutamente nada desde el interior de la habitación del soviético más mayor. Rusia comprendió entonces que nada ni nadie en el mundo le haría a URSS salir de allí.

Volvió junto a su hermano Ucrania y también junto a Bielorrusia. Esperaba que a URSS se le pasara lo que fuera que le ocurría. Aunque, al menos, tendría que salir de su cuarto el día en el que regresaran a su casa, en su barrio. Eso no lo podía evitar.

Se sentó en el sofá, al lado de Ucrania, para ver la televisión o entretenerse de alguna forma.

Por alguna razón, Rusia ya no tenía ganas  de hacer absolutamente nada. Estaba cansado y solo quería irse a dormir.

(...)

—Ale, por favor, suéltame...—Pidió Third Reich por segunda vez. Si lo llegaba a saber, no le hubiera propuesto ver una película con él y con Prusia. Alemania negó con la cabeza. De hecho, al alemán mayor solo le dio la impresión de que su hijo le abrazaba ahora con aún más fuerza   que antes.

Prusia miró con ternura a Alemania, que estaba entre él y Third Reich. Este último también desvió la vista y giró la cabeza para mirar a Alemania, quien se mostraba sonriente. De inmediato, su mirada y la de Prusia se encontraron. Third Reich, avergonzado, la desvió de inmediato, a pesar de que tenía ganas de quedarse mirándole el resto de la noche. 

Siguieron viendo la película, en silencio. 

Veinte minutos después, notó cómo Alemania apoyaba su cabeza en su hombro, sin dejar de abrazarle ni decir nada. Third Reich admiró a su hijo con ternura. Pasaron tan sólo unos minutos hasta que el más mayor notó que su hijo no se movía. Ni siquiera se había molestado en abrazarle más fuerte o cambiar de posición. Miró a su hijo con una sonrisa.

Alemania se había dormido.

—Awww—soltó Prusia, como si estuviera observando a la cosa más bonita y adorable del mundo. 

Si el prusiano se hubiese muerto en ese momento, habría sido de ternura. Desvió su mirada hacia su lado derecho, donde no había nadie, y allí vio a Katze tumbado boca arriba a en el sofá, durmiendo como si fuese un muerto, con Benito enroscado encima suyo, sobre su barriga, también durmiendo. 

—Awwwwww, Reich, míralos—le dijo Prusia a Third Reich, señalando a los dos felinos. El alemán miró a lo que fuese que el prusiano señalaba y sonrió cuando vio a Benito y a Katze durmiendo juntos. Sonrió y se sonrojó bastante.

—Tú eres más bonito.

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora