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Italia casi gritó por el susto, pero luego se relajó un poco al darse cuenta de que tan sólo se trataba de Rusia. Al instante se preguntó qué hacía su mejor amigo allí. Rusia le arrinconó contra una de las paredes del callejón y le miró, burlón. 

—¿Para cuándo a boda?—Preguntó Rusia, mientras Italia se sonrojaba y alzaba una ceja a la vez. ¿Qué sabía Rusia? 

—¿Q-qué estás diciendo?—Preguntó, con vergüenza por lo que Rusia pudiese haber averiguado. Rusia se acercó un poco más a él, aún con su sonrisa burlona. 

—No te creas que no os vi. Os estuve siguiendo todo el tiempo y vi perfectamente cómo entrasteis a su casa.—Le picó en el hombro, mientras Italia comenzaba a sonrojarse mucho y a sentirse incómodo.—¿Qué hicisteis mientras estabas ahí solitos, eh? Dime que al menos te pusiste protec...

—Cállate—interrumpió el italiano, muerto de vergüenza y a la vez molesto.—Eres imbécil. 

Italia le apartó de un empujón y salió de allí todo lo rápido que pudo, deseando que Rusia no le siguiera. El ruso se quedó solo, todavía con su sonrisa burlona en la cara. Italia continuó caminando hasta llegar al descampado. Lo cruzó en apenas un minuto hasta llegar a su casa.

(...)

Prusia estrechó con fuerza a Polonia entre sus brazos, más calmado. Polonia también le abrazó y hundió su cara en el pecho del prusiano, respirando lentamente. Prusia, relajado y con los ojos cerrados, no tardó en oír la voz del polaco pegada a él.

—Te he echado de menos—le dijo, sin mover un músculo. Por alguna razón, Prusia sólo le abrazó con todavía más fuerza. Luego se encogió para ponerse a la altura de Polonia y le besó durante algunos segundos. 

Cuando se separó, se le quedó mirando con una sonrisa. Polonia hizo lo mismo, feliz de volver a verle.

—Yo también. Muchísimo desde que me fui—respondió el prusiano. De fondo se oían las voces de Rusia y Ucrania en el salón, que veían la televisión. Aunque las voces no provenían de un lugar demasiado alejado, a Prusia le pareció que estaban en la otra punta del mundo. 

Este último deslizó su mano entre la camiseta de Polonia lentamente, mientras se pegaba más a él. El polaco le acarició la mejilla, sonriendo. Cuánto había deseado Prusia volver a verle. Volver a intentar enseñarle a dibujar mientras se reía de lo penosos que eran los dibujos de Polonia y este se enfadaba tiernamente. Volver a pasar noches enteras abrazado a él. 

De pronto, alguien abrió la puerta un poco, dejando entrar un rayo de luz en la habitación, que estaba completamente a oscuras debido a que ya era de noche. 

En una situación normal, Prusia le habría gritado a quien fuese que hubiese abierto la puerta que construyese un puente, se tirase por él y se ahogase. Pero en esos momentos no podía. Estaba demasiado relajado y demasiado feliz ahora que Polonia estaba con él como para hacerlo. 

La persona que había abierto la puerta, se les quedó observando unos segundos, hasta que luego la volvió a cerrar y todo quedó a oscuras, tal y como estaba al principio. Polonia sonrió en la oscuridad y deslizó su mano hasta la nuca de Prusia. Le acercó a él y volvió a besarle con algo de timidez. 

Luego comenzó a enredar sus dedos en el corto pelo de Prusia, mientras este sonreía, más feliz y tranquilo que nunca.

De pronto, se oyó un maullido en la oscuridad.

Polonia, entonces, se acordó de que no estaban solos en la habitación. Katze, quien hasta ahora dormía en el suelo, triste y esperando a que Benito acudiese con él para dormir juntos, se desperezó y volvió a maullar, triste.

De un salto, se subió a la cama de Prusia y comenzó a buscar un sitio donde ponerse, porque el prusiano y el polaco ocupaban prácticamente todo el colchón. Al final optó por enroscarse en los treinta centímetros que separaban a Prusia de Polonia.

Le gustaba mucho más dormir con Benito, pero al menos de esa forma no dormiría solo.

Prusia sonrió y acarició a Katze, mientras agarraba a Polonia de la mano con fuerza. 

Luego, tanto los dos países como Katze se durmieron.


Cuando se despertaron ya era de día, y Katze continuaba durmiendo entre ellos dos. Prusia sonrió con ternura al observar al gato enroscado, mientras dormía tranquilamente. Le acarició lentamente, y el gato no tardó en revolcarse y quedarse tumbado bocarriba, pidiendo que le acariciasen la barriga. Comenzó a ronronear en cuanto su deseo se vio cumplido.

El primero en incorporarse fue Polonia, con una sonrisa, aunque enseguida, Prusia tiró un poco de él para que se tumbase de nuevo, con una sonrisa tranquila y feliz.

—Połóż się, bez pośpiechu...(Túmbate, no hay prisa...)—Susurró el prusiano en polaco. lo cual encantó a Polonia. Se había esforzado mucho para que su pareja pudiese hablar polaco, y se sintió muy bien al ver que sus clases habían servido. 

—Tak, oczywiście, że nie. Ale jestem głodny i nie chciałbym zjeść śniadania z twoją rodziną (Sí, claro que no la hay. Pero tengo hambre y no me gustaría desayunar con tu familia)—respondió Polonia, volviendo a incorporarse. Se levantó y tiró del brazo de Prusia para que se levantase de una vez, porque el prusiano todavía seguía tumbado. Al final lo consiguió y el prusiano no tuvo más remedio que levantarse. 

De inmediato le abrazó con fuerza durante varios segundos. Cuando se separó, le sonrió al polaco y se giró hacia Katze, que continuaba tumbado.

—Katze, Bist du hungrig? (Katze, ¿Tienes hambre?)—Le dijo, como si fuese un bebé. El gato se levantó al oír la voz de su dueño, se desperezó y bostezó. Luego maulló, respondiéndole al prusiano.—Willst du zum Frühstück gehen? (¿Quieres que vayamos a desayunar?)

Katze emitió un sonido y luego maulló, mientras bajaba de la cama y se acercaba corriendo a su dueño, para frotar su cuerpo contra las piernas de Prusia, mientras maullaba. El prusiano tomó eso como un sí y agarró en brazos a Katze como si fuese un bebé. Se dio cuenta de que Polonia le miraba como si estuviese loco.

—¿Por qué le hablas en alemán al gato?

—No lo sé.

Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora