A Alemania le sorprendieron mucho aquellos mensajes. ¿Quién iba a querer quedar con él para decirle algo tan importante? Y además, ¿Un desconocido?
Era cierto que había países que conocía pero que no tenía añadidos a la lista de contactos, como, por ejemplo, Venezuela o China. De todos modos, él no se hablaba demasiado con ellos, de manera que le extrañaba mucho que fuese algún país.
Asustado, tiró el móvil a otra parte de la cama, como si eso le fuese a quitar el miedo que en el fondo sentía. Aquello no le daba muy buena impresión. Por una parte no quería ir. Aunque por la otra, sabía que tenía que ir. Seguramente fuese algún país que quisiera contarle algo, aunque de todos modos le extrañaba que quisiese decírselo en un parque a las diez de la noche.
Subió a Blondi a su cama y le acarició, tratando de tranquilizarse. Después se levantó a toda prisa y se dirigió al salón. Por alguna razón, ya no se sentía demasiado seguro en su habitación.
(...)
—Hace frío—protestó Polonia, envolviéndose todavía más con la manta, y encogiéndose para conservar el calor.
—Polonia, no me quedan más mantas. Llevamos tres encima—habló Prusia, mientras se juntaba todavía más a él y le abrazaba. Polonia se dejó, con la espalda apoyada en la pared y sentado sobre la cama del prusiano, al igual que este último.
—Pues sigo teniendo frío—habló el polaco, agarrando con fuerza las mantas alrededor de ellos dos. Prusia se inclinó hacia él y le dio un beso en la mejilla, justo antes de pegar la suya, helada, a la del polaco, abrazándole con aún más fuerza como si fuese un peluche.
Prusia inspiró hondo y se le congelaron los pulmones debido al excesivamente frío aire de la habitación. Polonia ni siquiera se atrevía a eso, algo pálido y con la cara completamente helada. Quizás no había sido buena idea invitar al polaco a su casa justo ese día.
En ese preciso momento, el móvil del más alto vibró, indicándole que tenía un nuevo mensaje. Sacó la mano de las mantas, sintiendo que esta se le congelaba para agarrar su móvil y miró la pantalla, leyendo el mensaje.
Polonia observó cómo Prusia escribía la respuesta durante varios segundos. Se aferró más a él, y ni se molestó en ver con quién hablaba su pareja. Este, enseguida, dejó el móvil de lado y volvió a abrazarle, mientras el polaco hundía su cara en el pecho del prusiano para no sentir tanto frío, y este último le daba un beso en la frente.
—¿Quién era?—Preguntó Polonia, con voz débil. Prusia apenas tardó unos segundos en responder, abrazándole con todavía más fuerza, si es que era posible.
—Third Reich.—Hizo una pequeña pausa, mientras notaba cómo Polonia se tensaba un poco y luego le abrazaba con fuerza, como si eso le fuese a proteger.—Quería saber si podía venir a mi casa para que Katze y Benito se viesen.
—¿Qué le has dicho?—Preguntó Polonia, con un hilillo de voz, al mismo tiempo que Prusia le acariciaba la espalda para tranquilizarle.
—Que sí, porque Katze lleva unos días muy triste. Pero le he dicho que estoy ocupado y que le recibirá alguno de mis hermanos.—Respondió, mientras al polaco se le comenzaban a llenar los ojos de lágrimas.
—Prusia, me secuestró cuando era pequeño...—Habló el menor, mientras derramaba una lágrima. Prusia sintió mucha pena por él. Le volvió a besar en la frente para tranquilizarle, sin apenas conseguirlo.
—No te preocupes, no te pasará nada.—Respondió el prusiano. Jamás permitiría que Third Reich le hiciese algo malo a Polonia. Simplemente llegaría a su casa, dejaría a Benito y a Katze en el salón para que jugasen y se viesen, y en como mucho media hora estaría volviendo por donde había venido.
ESTÁS LEYENDO
Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎
HumorContinuación de Rusia y sus Cinco Pretendientes 📍Esta historia no se centra en ningún ship en especial, pero sí se nombran algunos 📍No es necesario leer antes Rusia y sus Cinco Pretendientes, pero es recomendable ya que así se entenderán mejor alg...