El timbre de la casa de los alemanes sonó de repente. Tanto Third Reich, como Prusia y como Alemania se sorprendieron, pues todavía seguía lloviendo mucho, ¿Quién iba a visitarles en esas condiciones? El alemán mayor vio la cara de terror de Prusia y decidió agarrar una pistola antes de abrir la puerta, con miedo y curiosidad a la vez.
Lo que vio allí le sorprendió. Mucho.
En la puerta había una caja de cartón precintada para que no se abriera. Era un paquete, pero él no lo había pedido. Pensó de inmediato que posiblemente lo hubiera pedido Alemania, o hasta Prusia.
—Alemania—llamó en voz alta. Pasaron algunos segundos y el menor se asomó por la puerta de la cocina.—¿Has pedido un paquete?
Alemania no dijo nada durante algunos segundos, tratando de hacer memoria. Finalmente negó con la cabeza.
—No.
El más mayor se dirigió entonces hasta el sofá, donde Prusia estaba tumbado mirando el techo. Se acercó a él y le llamó. Solo entonces el prusiano le miró. Third Reich le preguntó por el paquete y Prusia, casi de inmediato, negó con la cabeza.
—Igual se han equivocado de casa. Por aquí alrededor hay muchas cabañas prácticamente iguales, seguramente se habrán confundido—respondió, desviando su mirada para volver a mirar al techo.
Third Reich subió las escaleras y llegó hasta su cuarto. Cerró la puerta y dejó el paquete sobre la cama. Ya que estaba, ¿Por qué no abrirlo? Quizás si que era para él.
Quitó las cintas que sellaban el paquete, y luego el papel que lo envolvía. Observó qué es lo que había dentro.
Lo primero, una hoja de papel pequeña con algo escrito. Lo leyó.
Para Reich:
Vimos esto y nos acordamos de ti :) esperamos que te guste.
I. J. e I. F.
Cerró los ojos con paciencia. Ya sabía quiénes habían escrito aquello. Y siendo ellos, el supuesto "regalo" o paquete no podía ser nada bueno.
Dejó el papel de lado y vio qué había detrás de él. Suspiró en cuanto lo vio.
Una bandera de Polonia.
Resopló y luego volvió a mirar hacia la nota de sus aliados.
Los iba a matar.
(...)
—Papá, ¿Estás bien?—Le preguntó Rusia a su padre, dando unos toquecitos en la puerta de la habitación de este.
—Sí...—Respondió el mayor, sin dejar que Rusia abriera la puerta. El menor apoyó la cabeza en esta, harto de que su padre estuviera así. Llevaba dos días metido en su habitación sin salir ni siquiera para comer. Y no había querido contarle a nadie qué le pasaba.
La voz de URSS sonaba triste y sin emoción. Estaba claro que no estaba bien. Decidió insistir.
—¿Seguro? Si estás mal yo te puedo ayudar—insistió Rusia. Desde dentro de la habitación se oía un leve sollozo. Al ruso le llevó un rato ser capaz de escucharlo.
—¡No puedes!—respondió su padre tras unos cuantos segundos. Rusia suspiró.
—Por favor, papá, dime qué te pasa y te ayudaré—pidió. No estaba acostumbrado a ver o escuchar a su padre llorar. De hecho, no recordaba la última vez que URSS había llorado. El mayor no volvió a hablar en un buen rato.
Rusia decidió sentarse al lado de la puerta de la habitación de su padre y esperar a que este apareciera en algún momento, aunque sabía que si se mantenía allí sentado con la intención de esperar a su padre, iba a estar un par de horas sin moverse.
Agarró el móvil para entretenerse mientras tanto. Le esperaba un largo rato allí parado sin hacer nada mientras su padre estuviera encerrado en su habitación.
(...)
—¿Cómo estáis?—Preguntó Imperio Japonés, acercándose al teléfono del italiano para hablar con su hija y con el de Italia Fascista.
—Muy bien, papá. ¿Y sabes qué? USA llamó a la puerta de casa hoy y preguntó por ti. Se fue en cuanto agarré tu katana y le grité: "¡Fuera, perro estadounidense!" casi le corto el cuello pero mereció la pena—habló Japón. Imperio Japonés no dijo nada. Por una parte se alegraba de no haber estado allí para la visita de USA, pero por otra le daba terror que el estadounidense le hubiera podido hacer algo a su hija.
—¿No volvió a aparecer, no?—Preguntó a el italiano mayor. Japón volvió a hablar de nuevo.
—No, pero sí vino España. Él e Italia estuvieron todo el rato muy sonrientes y juntitos, ¿Verdad, Ital...?—Japón no pudo seguir hablando, ya que Italia le tapó la boca de un manotazo brusco.
—No—respondió el italiano. Justo en ese momento, la llamada se cortó. Pero no por culpa de una mala conexión, ni tampoco se trataba de que alguno de los dos menores hubiera finalizado la llamada.
Otra persona les estaba llamando.
De inmediato se dieron cuenta de que se trataba de Third Reich.
—No le aceptes la llamada, seguramente haya visto la bandera de Polonia y va a matarnos—le dijo el japonés al italiano. Estiró el brazo para pulsar el botón rojo, al mismo tiempo que el contrario se movía para ir a dejar el móvil en otro lado.
Por error, Imperio Japonés pulsó el botón verde y, accidentalmente, aceptó la llamada.
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Rusia y su único pretendiente ☆ ❀ CountryHumans ✔︎
HumorContinuación de Rusia y sus Cinco Pretendientes 📍Esta historia no se centra en ningún ship en especial, pero sí se nombran algunos 📍No es necesario leer antes Rusia y sus Cinco Pretendientes, pero es recomendable ya que así se entenderán mejor alg...