1 - Mi querido

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Dicen que la reencarnación existe.

Que en vidas pasadas nos hemos conocido.

Ahora que estamos aquí, nos volvemos a encontrar con personas del pasado.

En diferente tiempo y en diferentes circunstancias.

Pero al final, son esencias que se reencuentran.

¿Crees que sea capaz de reunirme contigo?

¿En otro tiempo? ¿En otras circunstancias?

°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°.°

—¡Cuidado!—. Gritó Fumiko, estratégicamente moviendo a su prometido de lado, prácticamente cargándolo de los hombros para salvarlo de un jarrón que venía directo a su cabeza.

¡CRASH!

Resonó enseguida y solo unas cuantas personas giraron su cabeza para ver lo que había ocurrido.

—¿Estás bien?—. Le preguntó preocupada, aún sosteniéndolo de los brazos.

Él tenía los ojos abiertos como platos, un poco por el susto, pero más por la impresión de cómo había sido salvado.

—¿Taiki-kun?—. Insistió la chica, soltándolo para poder verlo completo.

—¿Sabes? Cuando nos casemos y tengamos hijos, tú serás quién caze la comida y yo me encargaré de la casa y los niños—. Le comentó, sacudiéndose un poco de polvo de las rodillas.

Fumiko se echó a reír con fuerza, en parte aliviada, y por otra, porque realmente le había causado gracia sus palabras.

—Sí claro—. Consiguió decir entre risas. —Sobre todo porque tú eres el que quiere tener muchos hijos.

Como si nada hubiera ocurrido, ambos retomaron su caminata.

De pronto, recapacitando la idea, ella se sonrojó y bajó la cabeza, pegando su mejilla a su hombro de forma avergonzada. —¿Recuérdame cuántos hijos quieres tener?

—¡Siete!—. Le respondió contento mientras pasaba un brazo sobre sus hombros. —Sólo imagina, podré abrazar uno cada día de la semana.

Ella volvió a reír, tocando su pecho al sentir como si su corazón se derritiera en ternura. —No creo ser capaz de tener tantos hijos.

Taiki entrecerró los ojos, incrédulo de lo que acababa de oír. —¿Sabes? Para ser alguien con una fuerza sobrehumana, tenías que tener alguna falla.

—¿Ah sí? ¿Y cuál es?—. Fumiko ladeó la cabeza, parpadeando múltiples veces confundida.

—Te subestimas demasiado, cariño. Créeme, podrías pelear con un oso y el oso se arrodillaría para que lo perdonaras.

Fumiko negó con la cabeza divertida. Este hombre tenía la destreza de hacerla reír como se le antojara.

—Te equivocas. Mi súper poder no es ser muy fuerte—. Ella se detuvo y se giró para que ambos se vieran a los ojos. —Es identificar a las personas que son muy valiosas

Taiki tragó saliva en cuanto su cara se tornaba roja. —Caray... Fumiko...—. Balbuceó a duras penas, rascándose la barbilla con sus nudillos.

Ella rió bajo su aliento, satisfecha de haberlo sonrojado. Con suavidad, se acercó para darle un beso en los labios, siendo recibida con mucho gusto. Después de unos segundos, lentamente se fueron separando, quedando a unos pocos centímetros cerca.

El calor de tu sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora